
El apogeo de lo instantáneo ha transformado nuestras vidas. Hoy se busca que todo sea más fácil, rápido y eficiente. Vivimos inmersos en una cultura donde todo es reemplazable. El problema es que esta “cultura de lo desechable” ha permeado las relaciones humanas, y al concepto mismo de dignidad. Me parece desalentador que dejemos de tener contacto con personas que en algún instante llegaron a significarlo todo. Es extraño. Sé que menciona que «la vida da muchas vueltas» y «la gente va y viene», pero quizá no deberíamos verlo con tanta normalidad. Asusta que el ser humano sea capaz de olvidar con tanta rapidez y frialdad. Hoy en día la “cultura de lo Desechable” se impone a nivel global, modelando las relaciones con los objetos, entre las personas y al interior del mundo de las organizaciones. Este modelo impone como intereses centrales la satisfacción inmediata, la validación de las personas mediante el consumo y el poder adquisitivo, además, enaltece a la tecnología por su aporte en la resolución de problemas de manera casi automática. El entorno afectivo se ha diluido, primando lo transaccional, lo desechable o descartable y se imponen las relaciones utilitarias desde lo transaccional.
Estamos en una época donde todo es desechable, fácil. Como si las personas, las relaciones, los vínculos, los retos, los empleos fueran de quitar y poner. Bloqueos de parejas y amigos como si la vida tuviese un botón de apagar y listo. No hay tiempo para el amor, para las llamadas largas por teléfono, las canciones, las risas, las pláticas con una taza de café, solamente desconexiones del corazón para tomar la vida de una forma más frívola.
Hoy, todos somos desechables, cada vez más nos encontramos con relaciones del tipo transaccional: Estoy aquí porque obtengo algún beneficio de ti o de este lugar, en el momento en que ya no seas de mi interés me desconecto, te elimino, sin ninguna conversación previa, sin ningún cuidado por el otro, por mí mismo, ni por la relación.
Si queremos generar compromiso real y duradero, generar satisfacción más allá de lo material, necesitamos cambiar nuestra mirada y poner al ser humano al centro de todas nuestras interacciones. No somos desechables. Solo necesitamos reconectarnos primero consigo mismo, para luego poder hacerlo con los demás. Quizás lo que más anhelamos es tener relaciones que logremos conectarnos de persona a persona y así poder guardarlas hasta la eternidad.