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La depresión multiplica el riesgo de morir, sobre todo entre los hombres

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Las personas con depresión tienen más probabilidades de morir que el resto, y aunque las mujeres la sufren en un porcentaje muy superior, el riesgo de muerte es mayor entre los hombres debido a que reciben peor tratamiento porque acuden en menor medida a un profesional o recurren más a las adicciones, según han comprobado investigadores españoles.

A esas conclusiones ha llegado un grupo de investigadores españoles pertenecientes al Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) en la Universidad Autónoma de Madrid y de la Fundación para la Investigación y Docencia Sant Joan de Deu, liderados por el catedrático en Psiquiatría de esta universidad José Luis Ayuso.

«El estudio revela que la depresión está asociada a una mayor mortalidad en general, y no solo a una mortalidad por suicidio», ha señalado a EFE José Luis Ayuso, y ha apuntado que las personas con depresión tienen hábitos menos saludables -una dieta más pobre, menos sueño, un mayor sedentarismo o un mayor consumo de sustancias-, lo que hace que sean más vulnerables a padecer enfermedades físicas y que tengan una mayor probabilidad de morir.

Las personas con enfermedades físicas crónicas o graves pueden también deprimirse, lo que puede conducir a un mal cumplimiento de los tratamientos y a hábitos de vida que no son saludables, según el catedrático, que ha observado que ese «abandono» al que se someten deriva en un empeoramiento de su salud y en una mayor mortalidad.

Los resultados de la investigación, que se publicaron en la revista Journal of Afective Disorders, revelan que el riesgo de muerte es seis veces superior entre los hombres jóvenes y de mediana edad

El grupo entre 18 y 64 años, el más vulnerable

Así, el grupo más vulnerable a la mortalidad asociada a la depresión es el de hombres adultos con edades comprendidas entre 18 y 64 años, un resultado que «sorprendió» a los investigadores, ya que la depresión es más frecuente entre las mujeres y también entre las personas más mayores.

Los autores de la investigación, en la que colaboró el mexicano Guilherme Borges, del Instituto Nacional de Psiquiatría de México, han subrayado que sus conclusiones deberán ser «cuidadosamente analizadas» y poner más esfuerzos en la detección y el abordaje de la depresión, sobre todo en el grupo de hombres jóvenes y adultos.

José Luis Ayuso, colaborador en distintos grupos y consejos científicos asesores de la Organización Mundial de la Salud y especialista en el manejo y prevención de los transtornos mentales y las conductas suicidas, ha incidido en las hipótesis que justifican que la relación entre depresión y mortalidad sea mucho más fuerte entre los hombres que entre las mujeres.

Y entre esas hipótesis cita una: los hombres reciben peor tratamiento, porque piden menos ayuda profesional cuando sufren una depresión; porque, a su juicio, pedir esa ayuda y expresar emociones es todavía difícil en la actualidad e incluso «incompatible» con algunas ideas de masculinidad que todavía persisten.

El catedrático ha precisado que la depresión en los hombres cursa a veces con síntomas que no son los «típicos» de tristeza, como la irritabilidad o hasta la agresividad, lo que hace que los cuadros depresivos pasen desapercibidos o sean más difíciles de detectar por parte de los profesionales de la salud.

La depresión, infra-diagnosticada o sobre-diagnosticada

Ha apuntado también que los hombres, cuando se deprimen, pueden tener mayores conductas violentas y adicciones que las mujeres, lo que les colocaría también en un mayor riesgo de mortalidad.

«En España y en Europa se da la paradoja de que la depresión es sobre-diagnosticada e infra-diagnosticada», ha observado el investigador, y ha señalado que muchas personas que no tienen una depresión son tratadas como si la padecieran, y al revés también, muchas personas con depresión no están recibiendo el tratamiento adecuado.

Entre las causas de la mala atención a la depresión el catedrático cita «el estigma» y la tendencia generalizada a no darle importancia, a verlo como algo «de personas débiles, sin fuerza de voluntad o como una excusa».

José Luis Ayuso se ha referido también al «auto-estigma» que se produce cuando las personas que la sufren interiorizan esas ideas generalizadas y tienen miedo o no quieren reconocer, «o no saben», que lo que están pasando es una depresión y no recurren a la ayuda de un profesional.

Y finalmente cita el estigma que también está presente entre los profesionales de la salud, y ha asegurado que las personas con problemas mentales reciben peores cuidados de salud física que las personas que no los tienen «porque los profesionales interpretan sus síntomas como parte de la depresión y no exploran si tienen un origen físico».

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