Doha – «Tiene la capacidad de cambiar el aspecto del equipo por lo que hace, tiene mucho volumen de juego y capacidad técnica», remarcó este martes Didier Deschamps de Antoine Griezmann, al que ha redimensionado en una posición de enlace entre la defensa y el ataque, un pasador más que un goleador, un centrocampista más que un delantero; un jugador total que rompe líneas, entrega asistencias, presiona más que nadie y es la clave de Francia rumbo a las semifinales ante Marruecos.
«Ha sido muy bueno, nos queda un partido ahora en el que tiene que ser muy bueno (…). Siempre piensa en colectivo. Tiene una gran generosidad, por encima de la media. Ha superado momentos difíciles. Tiene la capacidad y la mentalidad, como todos los grandes jugadores, para dar su mejor nivel en el momento adecuado», expresó el seleccionador galo en la víspera del duelo, en el que propone a ‘El Principito’ en un papel crucial.
Lo ha sido en todo el torneo. El campeón del mundo en Rusia 2018, Balón de Bronce y Bota de Plata entonces, porque marcó cuatro goles y porque también fue el motor de su equipo, cuando ya apuntaba a la destreza que tiene para controlar y distribuir el juego, fue el pasador del gol que marcó Kyllian Mbappé en el 2-1 ante Dinamarca, también el de los dos tantos que anotaron Aurelien Tchouameni y Olivier Giroud en el 2-1 a Inglaterra en los cuartos de final del torneo.
En su posición nueva con Francia en este Mundial, la misión que le exige el técnico lo hace trascendental tanto en el ataque, en la transición, en la salida del balón y el control del juego, como en la defensa, en el repliegue y en la presión. «Juego más de medio para ayudar tanto en defensa como en ataque, hacer el enlace entre defensas y delanteros, meter balones a mis tres delanteros y llegar en segunda línea», analizó el hoy centrocampista.
LA VISIÓN DEL ‘7’
A esa posición de medio ofensivo ya lo apuntó Diego Simeone, su entrenador del Atlético de Madrid, en la pasada pretemporada y en los primeros compases de la campaña, como tercer volante, con una diferencia entre cómo se desenvuelve en Francia, como el vértice más adelantado del triángulo que ‘dibuja’ Deschamps en su esquema, que en el Atlético, donde la citada figura geométrica es al revés, con él y otro compañero más avanzados.
«Es un jugador muy completo, que conoce lo que queremos y que ya el año pasado ha jugado algunos espacios de partidos en esa función (de interior izquierdo) y que lo vemos adaptable, porque tiene visión de juego y nos permite jugar con un jugador más ofensivo en mitad de cancha hacia adelante», expresó Simeone, cuando vislumbraba en septiembre una posición a la que no ha dado tanto recorrido finalmente y a la que Griezmann se adapta a la perfección, por todas las cualidades que tiene para ser centrocampista ofensivo, como reluce ahora en Francia, del que es su mejor asistente de la historia, con 28 pases de gol.
A sus 31 años, su historia con los ‘Bleus’, 115 partidos (42 goles) que empezaron el 5 de marzo de 2014 en una victoria de Francia por 2-0 sobre Países Bajos, pero también unos meses después en el Atlético de Madrid, describen su evolución desde el extremo que despuntó en la Real Sociedad al goleador que desató Simeone (marcó 133 goles en 257 partidos entre 2014 y 2019, antes de marcharse al Barcelona e iniciar el camino de vuelta) y ahora al futbolista actual, omnipresente en la construcción y la transición, también liberado entre líneas.
«Es un jugador clave, que representa bien al equipo. Juega por el colectivo sin importar cuál sea la competición. Lo está demostrando en un puesto menos habitual. Juega mucho sin balón, corre, presiona, cuando coge el balón domina el juego, lo orienta, tiene una calidad técnica superior a la media y da pases decisivos. Es un jugador muy importante que aporta mucho a este equipo», apunta Jules Koundé, su compañero en la selección francesa y su rival en LaLiga Santander con el Barcelona.
48,7 KILÓMETROS, 53 LÍNEAS SUPERADAS, 194 PASES COMPLETOS…
Sus registros en el Mundial 2022 ratifican su esplendoroso momento en su nueva demarcación, desconocida para él a las órdenes de Didier Deschamps hasta el comienzo del torneo.
En su recorrido de 48,758 kilómetros a lo largo de sus cinco choques, tan propio de un centrocampista, tan ajeno a un delantero, nadie rompe tantas líneas de medio campo hacia adelante con Francia como él: de sus 71 intentos acertó en 53. Un 74 por ciento, con la complejidad que tiene tal destreza en el sector en el que se mueve, cuando las defensas son más cerradas.
También ha intentado 225 pases hasta ahora en Qatar 2022. La comparación con Rusia 2018, con los cinco primeros encuentros, confirma su crecimiento en el volumen del juego, porque, entonces, propuso 164. Son 61 menos. En esta edición ha entregado 194 con éxito. Es el 86 por ciento.
Igualmente, se ha ofrecido en 274 ocasiones a sus compañeros para entrar en acción, de las que conectaron con él 94 veces. Y ha ejercido 173 presiones sobre el conjunto rival, 23 de forma directa y, sobre todo, 150 de manera indirecta.
«Ahora juega en otro puesto, pero tiene la misma calidad, cubre mucho terreno y apoya a los compañeros. Tiene esa capacidad de controlar el tempo del partido, de cambiarlo con un pase, una aceleración, una presión. Por su experiencia es un jugador crucial. Tiene confianza y aporta mucho dentro y fuera del campo», analizó el central Raphael Varane.
Otro factor es su frescura en cada lance. Ha llegado al Mundial en un momento físico ideal, sin tanta carga de minutos como otras estrellas del torneo, condicionado a media hora durante ocho de los primeros nueve encuentros oficiales del Atlético en esta campaña, hasta octubre, por el pulso que sostenía el club rojiblanco con el Barcelona a cuenta de los 40 millones de euros que debía pagar en el caso de que el futbolista jugara más del 50 por ciento de los partidos disponible. Hasta que no se cerró el traspaso por una cantidad menor (unos 20 millones) no retomó la titularidad en el equipo, para llegar lanzado a Qatar 2022, donde es la clave de Francia. (RO)