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La Casa Presidencial en 1986

José S. Azcona

Quiero compartir lo que fue la experiencia de haber conocido la Casa Presidencial en 1986, que era ya para ese tiempo un monumento histórico y reflejaba el peso de esa historia al haber sobrevivido décadas de uso con mínimas modificaciones y variable mantenimiento. 

El acceso principal (y único peatonal) era la rotonda, donde todos los días se aglomeraban decenas de personas de distintas partes del país para hacer sus peticiones o dar seguimiento a sus trámites.  La Casa Presidencial era un referente para las delegaciones que venían del interior, ya que las comunicaciones no permitían fácil coordinación de citas y agenda desde el interior del país. La enorme cantidad de visitantes, el bullicio del trabajo, los grupos escolares y el patio abierto daban una impresión de vitalidad.

Ingresando estaban las escaleras dobles que subían al segundo nivel y a su izquierda estaban las oficinas del Ministerio de la Presidencia (don Céleo Arias y doña Ana Joaquina Rodas) y del Secretario Privado Dr. William Hall. Adicionalmente estaba el equipo de apoyo administrativo que era de cinco personas.

Continuando, e intercomunicada con la secretaria privada, estaba el despacho del presidente. Este era bastante antiguo y austero, y reflejaba mucho tiempo de uso. No tenía una recepción exterior y se entraba directamente desde el corredor. Tenía un escritorio enorme en el centro, una sala a la izquierda y una mesa de trabajo a la derecha. Lo recuerdo generalmente lleno de gente entrando y saliendo, y diferentes estudios y planos siendo vistos y estudiados. 

Luego del despacho seguía la bodega de insumos y los archivos, con una puerta intermedia para salir al patio posterior. A continuación, había un pequeño salón con baño que tenía un comedor y un juego de sala que era el espacio de almuerzo y cena del presidente. Mi mamá, que presidía la Junta Nacional de Bienestar Social (edificios contiguos, demolidos posteriormente) subía a almorzar con él. Nosotros algunos días vacacionales nos les podíamos unir.

El resto de esta ala incluía el salón de Consejo de Ministros, la oficina de administración (Lic. Gaitán), y la comandancia de la Guardia de Honor Presidencial GHP (Cnel. Castro Arita). Un túnel intermedio daba acceso a unas gradas que conducían al estacionamiento e instalaciones de la GHP.  Todos estos espacios daban a un jardín central, que tenía en su centro una fuente con un pequeño ángel.

El ala en su esquina concluía con los dos salones protocolarios: el de “los Espejos” (de unos 50 m², llamado así por tener espejos altos en los cuatro costados, con piso y paredes enchapados de madera), y el “Azul”. Este último tenía un candelabro que se decía había sido transferido del Teatro Manuel Bonilla (aunque intenté compararlos y no parecía que fuesen similares), tenía espacio para unas 200 personas, y al extremo tenía cinco sillas talladas en madera con escudos. Estas sillas antiguas (aparecen en fotos desde la década de 1920) se usaban en actos de recibir Cartas Credenciales de embajadores; estas fueron trasladadas a la nueva Casa Presidencial donde continuaron en uso.

Detrás de estos salones se encontraba una sala de cine con capacidad de unas 30 personas.  Ya para esta época este se encontraba bastante deteriorado, aunque todavía era funcional.

En el segundo piso en la parte central estaba el salón Óvalo, que creo fue la oficina presidencial original, bajo la cúpula. Este servía al designado presidencial Dr. Alfredo Fortín primariamente. A la izquierda estaba la cocina y un salón para recepciones (que hacía la vez de comedor protocolario), y a la derecha un área residencial que estaba en desuso. Se decía que el último residente había sido el Dr. Villeda Morales y su familia.  Tenía una amplia terraza que se utilizaba para actos culturales- y unos torreones que parecían salidos de una historia medieval.

Esta era la antigua Casa Presidencial, un edificio histórico de mucha personalidad, pero con limitaciones propias de su historia que eventualmente requerirían su clausura. Mi padre, con su aversión a gastar fondos público, no accedió a moverla ni modernizarla.  El Presidente Callejas la transfirió al edificio de la Secretaría de Planificación (SECPLAN) en 1992.

En la actualidad este importante patrimonio recibe poco uso.  Este sería un excelente centro cultural o de visitas educativas, y creo las autoridades fácilmente podrían equiparle para estas funciones.

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