spot_img

La capacidad de hibernación de los lemures está en los genes

Por:

Compartir esta noticia:

Los únicos primates que entran en letargo, son los lemures de Madagascar. Ahora, investigadores de Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) han identificado los genes que activan esta extraordinaria capacidad.

Se trata del primer estudio genético de la hibernación de estos primates, que publica la revista Molecular Ecology, y podría tener importantes aplicaciones en medicina, como usar la hipotermia controlada en operaciones quirúrgicas o entender cómo regenerar conexiones neuronales perdidas, un proceso natural en los animales hibernantes después de cada ciclo de hibernación.

Según los investigadores, en un futuro más lejano la hibernación inducida podría hacer posible los viajes espaciales de larga duración, sin casi necesidad de ingerir alimentos.

El estudio lo ha llevado a cabo el grupo de investigación en Genómica Evolutiva del IMIM, liderado por Mar Albà, y ha conseguido identificar qué genes participan (cambian su expresión) en el estado de hibernación de los lemures enanos de orejas peludas, que almacenan en su cola las grasas para sobrevivir a los meses de escasez y que utilizan como combustible durante su hibernación.

“Los genes que participan en la hibernación están presentes en casi todos los mamíferos, incluidos los humanos. Al tratarse de un primate, los genes del lemur son relativamente similares a la versión humana, o sea que es doblemente interesante estudiar esta especie”, ha dicho José Luis Villanueva-Cañas, investigador de Genómica Evolutiva del IMIM.

Según el investigador, la hibernación se concibe como una serie de módulos de genes que trabajan en grupo: un módulo hace posible sobrevivir a base de grasas en vez de carbohidratos, otro que permite que los músculos no se atrofien durante estos meses y otro encargado de “resucitar” al animal y devolverlo al estado normal.

Una especie poco estudiada


La investigadora Sheena Faherty del Duke Lemur Center y co-autora principal del estudio, hizo tres expediciones a Madagascar en 2013 para obtener muestras del tejido adiposo de la cola de los lemures y monitorizar sus constantes vitales.

Una vez obtenidas las muestras, se secuenciaron en la Universidad de Duke y enviaron los datos al IMIM de Barcelona, donde han centralizado su análisis.

Según Mar Albà, los lemures enanos son una especie poco estudiada y aún no tienen el genoma secuenciado, por lo que lo primero que hicieron fue reconstruir el transcriptoma, que son las secuencias de todos los genes que se expresan en alguna de las células estudiadas.


“Las piezas que tenían eran millones de pequeños trozos de estas secuencias. Era como si quisiéramos reconstruir una copia de nuestro libro favorito a partir de millones de palabras o frases cortas provenientes de cientos de copias del mismo libro cortadas en trocitos”, ha puesto como ejemplo Albà.

“Esta es una tarea difícil -ha añadido- y requiere de potentes ordenadores, que buscan las frases que se superponen hasta reconstruir el libro entero. Una vez conseguido esto, fuimos capaces de identificar unos cientos de genes que cambian su expresión en el tejido adiposo durante la hibernación y analizarlos con detalle”.

“Este tipo de estudios dan visibilidad a especies únicas como esta y sirven para poner de manifiesto que hay que preservar nuestra biodiversidad. Mientras seguimos soñando con naves espaciales y viajes interestelares, no hay que olvidar que todo comienza con un pequeño lemur enterrado en las junglas de Madagascar”, concluye José Luis Villanueva-Cañas.

Los lemures de cola gruesa hibernan haciendo un agujero bajo tierra, a salvo de los depredadores y cuando están hibernando parecen seres inertes, fríos al tacto e inmóviles. Su corazón late pocas veces por minuto y el tiempo entre respiraciones puede llegar a los 20 minutos. EFE

spot_img
spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_img
spot_imgspot_img