Washington – El migrante Kilmar Ábrego García, quien fue deportado ilegalmente a El Salvador por parte de la Administración de Donald Trump, denunció haber sufrido torturas durante su estancia en la megacárcel del país centroamericano construida para pandilleros, según consta en documentos judiciales revelados este jueves.
Ábrego García, de nacionalidad salvadoreña, sufrió palizas severas, privación del sueño y desnutrición, entre otras formas de tortura de manos de sus carceleros en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), detallaron sus abogados en un escrito ante un tribunal de Maryland (EEUU).
Esta es la primera vez que Ábrego García da detalles de su experiencia en el Cecot, donde fue enviado en marzo pasado junto a un grupo de migrantes venezolanos y salvadoreños a pesar de que contaba con una orden de un juez estadounidense que lo protegía de ser deportado a su país natal.
Esta marcoprisión fue inaugurada por el Gobierno de Nayib Bukele para encerrar a pandilleros.
Aunque activistas denuncian violaciones a los derechos humanos en esas instalaciones, el de Ábrego García es uno de los pocos testimonios directos de lo que allí ocurre.
Según el relato de Ábrego García, dado a conocer por sus abogados, «fue sometido a torturas físicas y psicológicas, incluyendo palizas, privación del sueño, hacinamiento extremo, mala alimentación, amenazas y exposición constante a luces brillantes”.
Él y otros migrantes «fueron obligados a permanecer de rodillas» durante varias horas durante la noche y los guardias golpeaban a cualquiera que caía por el cansancio.
Los detenidos estaban confinados en una celda con luces prendidas las 24 horas del día y se amontonaban en literas metálicas sin colchones.
También “se le negó el acceso al baño, obligándolo a ensuciarse, y fue sometido a humillaciones y amenazas constantes por parte de los guardias”.
Debido a la mala e insuficiente alimentación, Ábrego García perdió 14 kilos durante las dos semanas en las que estuvo recluido en el Cecot, antes de ser enviado a otra prisión salvadoreña en medio de la fuerte presión mediática que su caso generó en Estados Unidos.
A pesar de que el Tribunal Supremo ordenó su regreso a territorio estadounidense al considerar que su deportación había sido «ilegal», la Administración de Trump y el Gobierno de Bukele se negaron durante meses a facilitar su retorno, alegando, sin pruebas, que Ábrego García es un peligroso miembro de la Mara Salvatrucha (MS-13).
Sin embargo, el pasado 6 de junio se concretó su retorno después de que la fiscalía estadounidense lograra que Ábrego García fuera imputado en un tribunal de Tennessee por cargos de tráfico de personas, dado que en 2022 fue detenido conduciendo un vehículo con migrantes indocumentados.
Ábrego García se encuentra actualmente detenido en una prisión de Nashville. Se ha declarado inocente y su defensa alega que es perseguido por el Gobierno de Estados Unidos para justificar el error que se cometió con su deportación a El Salvador.
A pesar de que una jueza ordenó su liberación mientras dura su proceso judicial, la defensa solicitó que permanezca bajo custodia federal, dado que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) pretende arrestarlo y deportarlo a un país distinto de El Salvador cuando salga a la calle.
Ábrego García, de 30 años, entró de forma irregular a Estados Unidos en 2012, siendo menor de edad, y se instaló en el estado de Maryland, donde conoció a su esposa, con quien formó una familia.
Un tribunal de inmigración determinó en 2019 que era «deportable» pero un juez de asilo emitió una orden que lo protegía de ser enviado a su país natal debido a la persecución que sufría de las pandillas. EFE