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Justicia envía fuertes mensajes con condenas, en medio de inseguridad

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Tegucigalpa – La cuestionada justicia hondureña, comenzó a enviar fuertes mensajes en materia condenatoria al aplicar cadenas perpetuas y condenas de más de cincuenta años a los implicados en el asesinato de crímenes relevantes como el del periodista, Alfredo Villatoro y el de los jóvenes universitarios en donde pereció el hijo de la rectora de la UNAH y su mejor amigo.
 

Las sentencias se vuelven significativas en medio del repunte de la ola de violencia e inseguridad en Honduras, caracterizada por el sicariato, el incendio de autobuses del transporte urbano, la muerte en costales y las extorsiones, entre otras modalidades.

Ante esa indefensión ciudadana, la justicia envió un hálito de esperanzas con la condena a 66 y 58 años a los cuatro policías implicados en el crimen de los universitarios, Carlos David Pineda y Alejandro Vargas Castellanos, ocurrida en octubre de 2011 en la capital.

Esa condena fue un claro mensaje hacia los operadores de justicia, en este caso la policía, que resulten implicados en crímenes cometidos en el ejercicio de sus funciones e investidos de autoridad.

La justicia hondureña también dio otra sentencia relevante, siempre con la Policía, al condenar a 87 años de prisión a Santos Arnulfo Padilla por la muerte de cuatro jóvenes capitalinos, encontrados en un sector conocido como “Los Hornitos”.

Padilla también es parte del cuerpo de policías que participaron en la muerte de los universitarios. En su caso, los 87 años otorgados por el caso de “Los Hornitos”, se suman a los 66 años otorgados por el caso de los universitarios, para hacer un total de 153 años de prisión, es decir, una cadena perpetua o condena de por vida.

Siguiendo con esta tónica, los tribunales hondureños otorgaron también cadena perpetua a la banda de secuestradores de los hermanos Osorio por su participación en el secuestro y posterior asesinato del periodista, Alfredo Villatoro, coordinador, en ese entonces, de los noticieros de la estación capitalina HRN.

La banda de los hermanos Osorio es considerada un grupo delincuencial con fuertes conexiones regionales y su sentencia es un fuerte mensaje a este tipo de modalidad del crimen organizado, como es el secuestro.

Villatoro fue secuestrado cuando se dirigía a su trabajo, temprano en la mañana y luego fue hallado con fuertes señales de tortura, tirado en una calle de una las colonias de Tegucigalpa, la capital.

Las sentencias condenatorias otorgadas por la justicia hondureña fueron parte también de un trabajo riguroso en donde funcionaron los fiscales y los policías, últimos ayudados por asesorías de expertos extranjeros que fueron traídos para ayudar a encontrar a los responsables.

Si la tendencia de los tribunales de justicia es aplicar fuertes sentencias condenatorias en el caso de crímenes deleznables, queda al resto de la cadena de operadores de justicia profundizar sus pesquisas, dar los autores materiales de los crímenes, pero también esclarecer los otros casos sin resolver como el del fiscal asesinado, Orlan Chávez, los de crímenes de odio contra la comunidad lésbico gay, los de los defensores de derechos humanos y los de otros periodistas.

Por ahora, un paso significativo se ha dado, así como un claro mensaje a la criminalidad organizada que busca por doquier burlar la ley y afianzar su impunidad.

Honduras es considerado uno de los países más violentos del mundo, uno de los más desiguales en América Latina, y una de las naciones que está llevando la peor parte en el tema de la inseguridad ante el desplazamiento de las bandas criminales de México y Colombia.

Ello complica su panorama interno de inseguridad e inequidad, que obliga los operadores de justicia a mandar señales contundentes de aplicación de la ley y el orden.

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