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Juice, la acróbata de seis toneladas

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Madrid – El pasado 14 de abril, la misión europea Juice emprendió viaje a Júpiter, un trayecto de ocho años en el que la pesada nave se impulsará aprovechando la energía del campo de gravedad de la Tierra, la Luna y de Venus. Será una acróbata de seis toneladas.

Su objetivo es explorar el entorno de Júpiter y sus grandes lunas oceánicas: Europa, Calisto y Ganímedes (la mayor y la única con campo magnético interno).

También estudiará el sistema solar en miniatura formado por Júpiter y sus lunas, para saber cómo se formó, cómo funciona y cómo son su atmósfera, su campo magnético, sus anillos de polvo y sus 92 satélites menores.

Y será todo un reto porque hará ciencia orbitando el sistema joviano y en un entorno especialmente hostil, con alta radiación, temperaturas extremadamente bajas, fuertes campos magnéticos y muy poca luz.

Juice (Jupiter Icy Moons Explorer) llegará a Júpiter en 2031 pero ¿qué va a hacer mientras?, pues va a estar bastante ocupada.

El 14 de abril, la misión despegó a bordo de un cohete y 28 minutos después se separó de él. Comenzaba su viaje. Casi una hora después de dejar la Tierra, emitió la primera señal que fue recibida por la estación terrestre de New Norcia, Australia. Primeros retos, superados.

Después, desplegó sus diez paneles solares y cargó las baterías. Empezaba un viaje con una larga lista de tareas.

Commissioning, preparando los instrumentos

La primera parte de la misión es superar la fase ‘commissioning’, un periodo de unos tres meses en los que el equipo científico velará por “la puesta en marcha, verificación y calibración de todos los sistemas”, explica a EFE Rosario Lorente, científica de la misión Juice de la Agencia Espacial Europea.

Es en esta fase cuando se ha producido el primer fallo técnico de la misión que ha tenido dificultades para desplegar la antena RIME, un instrumento “fundamental” para estudiar la superficie y el subsuelo de las lunas heladas.

Y es que RIME podría incluso “identificar zonas en las que pudiera haber reservorios de agua especialmente cercanos a la superficie de las lunas, que pudieran ser interesantes para misiones futuras” que cuenten con un módulo de descenso para llegar hasta esos reservorios, apunta Lorente.

Por ahora los científicos no lo han solucionado, pero barajan distintas opciones y confían en arreglar el problema.

Dos retos: Aeronáutico y científico

Tras esta fase, la sonda entrará en modo ‘crucero’. Empezará formalmente el viaje a Júpiter, un trayecto de ocho años en los que afrontará un reto aeronáutico, “crítico para asegurar que la sonda llega a Júpiter”, y otro científico, “en el que habrá que cerciorarse de que todos los instrumentos científicos funcionan correctamente”, subraya Lorente.

En este largo periplo, la sonda se acercará de nuevo a la Tierra y a Venus varias veces y utilizará estos dos planetas para coger más impulso sin tener que gastar mucho combustible “igual que un acróbata salta sobre el trampolín hasta que tiene suficiente empuje para dar el salto definitivo”, explica.

El último de estos acercamientos a la Tierra será en 2029, un impulso final que le dará suficiente energía para llegar hasta el sistema joviano en 2031.

Además, Juice afrontará “un reto adicional”, y es que hará una de esas asistencias gravitacionales con impulsos combinados de la Tierra a la Luna.

Pero también habrá retos científicos, ya que el equipo tendrá que asegurarse de que los instrumentos se van preparando para cuando empiece la parte científica de la misión al llegar a Júpiter. “Será una fase muy intensa que necesita una cuidadosa preparación”, avisa Lorente.

Y por si todo esto no fuera suficiente, el equipo no descarta hacer “algo de ciencia” en la fase de crucero, como acercarse a un asteroide cuando Juice cruce el cinturón de asteroides del Sistema Solar en su camino a Júpiter.

Hacer ciencia sobrevolando Júpiter

“Es difícil imaginar cómo una sonda puede estudiar la atmósfera de un planeta, Júpiter, a cientos de miles de kilómetros de distancia, y la superficie y estructura interna de sus lunas a cientos de kilómetros de ellas, sin ‘posarse’, y ni ‘perforar’ su superficie”, reconoce Lorente.

Pero Juice cuenta con el conjunto de instrumentos científicos “más potente que haya viajado jamás a Júpiter”. “Solo la combinación de los datos de todos esos instrumentos permitirá hacer ciencia planetaria muy sofisticada”, asegura.

Los instrumentos de tele-detección tomarán imágenes en distintos colores (longitudes de onda) que permitirán conocer la composición y los fenómenos que ocurren en Júpiter y en las superficies y atmósferas de las lunas.

Y cuando Juice se acerque a las lunas heladas (Europa, Ganímedes y Calisto), pondrá en funcionamiento su altímetro y su radar para ver las superficies en 3D y, sin necesidad de excavar, conocer cómo son los primeros kilómetros bajo su superficie, explica la científica de la ESA.

Además, parte de los instrumentos son sensibles al plasma, las partículas, el campo magnético y la radiación que le rodea, “medidas que no solo servirán para analizar el entorno del sistema joviano, sino que gracias a modelos físicos complejos, ayudarán a conocer cómo son las lunas por dentro, su origen y evolución, y algo que interesa tanto a científicos como no científicos, saber si son potencialmente habitables”, subraya Lorente.

Estos abordajes permitirán conocer en profundidad el sistema joviano “a través de sus distintos actores, el planeta, sus lunas, sus anillos, su entorno, sus interacciones y el papel de cada uno de ellos en la formación e historia de ese complejo escenario”.

Y todo ello, “ayudará a comprender mejor nuestro Sistema Solar y muchos otros sistemas planetarios descubiertos en nuestra galaxia”, concluye.

Comunicaciones, ciencia y resultados

Pero para que la misión salga bien, probablemente uno de los aspectos más importantes sea la comunicación con la sonda, que desde el primer día ha sido constante y diaria.

“Cuando comience la fase de crucero, el contacto con tierra será semanal porque en general la densidad de operaciones será mucho más baja, y aún así, cuando tengan lugar las asistencias gravitacionales, durante las maniobras y en las fases de verificación de los instrumentos, previstas dos veces por año hasta llegar a Júpiter, se prevé que el contacto con la sonda vuelva a ser muy frecuente”, detalla la científica.

Todas las comunicaciones se harán a través de las estaciones de seguimiento de la Agencia Espacial Europea en España, Australia y Argentina, y en caso de necesitar mayor cobertura, la NASA permitirá a la misión utilizar su red de espacio profundo.

Puede que Juice haga algo de ciencia durante la fase de crucero, pero la fase científica propiamente dicha no empezará hasta unos meses antes de llegar a Júpiter, cuando la sonda se esté lo suficientemente cerca.

“Ese será, sin duda, un momento apasionante en el que empezarán a recogerse los frutos de tantos años de diseño, desarrollo y preparación”, concluye Lorente. EFE

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