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Jugadora de videojuegos: “Me han llamado de todo por ser mujer”

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Acoso, insultos y amenazas: las jugadoras de videojuegos profesionales y amateurs sufren cada día situaciones de desigualdad por el hecho de ser mujer. Muchas se esconden detrás de un nombre masculino para evitarlas, otras dejan de jugar: una campaña las anima a no esconderse.

“Mynamemygame” (mi nombre, mi juego) es una iniciativa internacional, impulsada por la asociación Wonder Women in Techy que en España cuenta con el apoyo de Movistar, que ha recogido en varios vídeos las experiencias de jugadoras y de hombres que prueban a jugar con un nombre femenino.

“Una mujer: vamos a perder”


A los veinte segundos de iniciarse la partida comienzan los comentarios: “Uf, hay una chica, vamos a perder”, “No ayudo a chicas”, “Los hombres juegan mejor” y comentarios más fuertes como “Cállate la boca hija de puta” o “Vete a fregar”.

“Me han llamado de todo por ser mujer“, explicó este martes durante la presentación de la iniciativa, Ainhoa Campos, que utiliza el apodo “Noa”, y que lleva jugando desde los 9 años. Además de jugadora es comentarista (“caster” en el argot) de partidas de “League of Legends”, uno de los juegos con más competiciones del sector.

Elena Valderrábano, Directora de Ética Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica, Laura Nogales “Molda”, creadora de contenido en el Club de eSports Movistar Riders, Samuel Mateos “Sammy”, jugador profesional de Call of Duty de Movistar Riders, Ainhoa “Noa” Campos, caster de League of Legends
Elena Valderrábano, Directora de Ética Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica, Laura Nogales “Molda”, creadora de contenido en el Club de eSports Movistar Riders, Samuel Mateos “Sammy”, jugador profesional de Call of Duty de Movistar Riders, Ainhoa “Noa” Campos, caster de League of Legends


Los videojuegos han experimentado un auge en sus audiencias gracias a los deportes electrónicosy plataformas como Twicth, una canal de retransmisión en directo de partidas de juegos como “League of Legends” (LOL).

Como en los deportes tradicionales, los deportes electrónicos cuenta con equipos, ligas, comentaristas y medios de comunicación especializados. El machismo que sufren las mujeres es algo conocido en el mundillo y el hecho de que muchas se escondan tras un nombre masculino, también.

Samuel Mateos, “Sammy”, es jugador profesional de “Call of Duty” del equipo Movistar Riders, y juega a videojuegos desde que tiene 8 años, y conoce bastante el sector y su problemática.

Comentarios a la vista de todos


Como parte de esta iniciativa, realizó un experimento en una partida retransmitida en directo, junto a su novia, que también es jugadora. Mientras la cámara la enfocaba a ella, él manejaba los mandos. Los insultos comienzan al iniciarse la partida.

“Es lamentable vivir situaciones así“. A su novia le dicen “de todo” mientas juega a LOL: “No sabes jugar”, “Ni siquiera puedes mirar el mapa, mientras friegas en la cocina” o “Aquí solo hay gordas, frikis y feas de mierda”, y otros comentarios más fuertes.

Todos estos comentarios se realizan en el espacio que algunos videojuegos tienen para hacer comentarios a los integrantes de un equipo y que puede ver todo el mundo.

Los vídeos de la iniciativa “Mynamemygame” recogen las experiencias y testimonios de jugadoras profesionales españolas como Laura Muñoz “Aryenzz” integrante del equipo Zombie Unicorns o youtubers como Luna Dangelis.

Los testimonios  son muy parecidos: la situación les genera impotencia, siente inseguridad, han llegado a sufrir acoso y, en algunos casos, han perdido oportunidades laborales por el mero hecho de ser mujer.

Aunque las estadísticas hablan paridad en el consumo de videojuegos -aproximadamente el 48 por ciento son mujeres-, la tasa se reduce en los juegos competitivos (se suelen jugar en grupo y en línea). Muchas jugadoras se pasan a juegos en solitario.

“Yo las entiendo, se te quitan las ganas, pero las animo a que sigan, más allá de los problemas hay una comunidad maravillosa y los que generan estas situaciones son una minoría”, reconoce la comentarista Ainhoa Campos. EFE

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