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Inédito testimonio de un narco estremece la vida pública de Honduras

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Tegucigalpa – El proceso electoral primario de este marzo, previo a las elecciones generales, envolvió y cubrió la mayor parte de las agendas públicas y mediáticas de Honduras, a las puertas de las elecciones generales de noviembre próximo. Pero esa línea de comunicación se eclipsó una semana antes del proceso, ante las revelaciones de un capo confeso.

Se trata del testimonio ante una corte federal de Nueva York del jefe mafioso Devis Leonel Rivera Maradiaga, ex cabecilla del poderoso cartel de Los Cachiros, una organización que opera en toda la región, desde el sur del continente hasta México, con base en la costa atlántica hondureña y quien en una declaración testifical involucra a dos expresidentes hondureños, diputados al Congreso Nacional, un alcalde, un extinto exgobernador, acribillado en enero de 2015,  así como a exfuncionarios y funcionaros del Ejecutivo.

Cada día, y como si se tratara de capsulas dosificadas, las revelaciones del mafioso y otras investigaciones relacionadas, propias del quehacer de la fiscalía de Nueva York, van saliendo a la luz pública. Todas ellas estremecedoras.

Escalofriantes confesiones

Rivera Maradiaga confesó su participación en la muerte de 78 personas en Honduras además de ser parte de la conspiración para asesinar al zar antidrogas Julián Arístides González, en diciembre de 2009. Más allá de ello, el sobresalto fue mayúsculo cuando sus revelaciones involucran a figuras políticas relevantes en sus actividades ilícitas, vinculadas con el tráfico de drogas.

En este país, con mayor énfasis en su capital, Tegucigalpa, la política vernácula apasiona y es tema de conversa en cualquier reunión y espacio, ya sea entre vendedoras de comidas callejeras, maestros, oficinistas de la extendida burocracia pública, empresarios que no sobreviven sin sus vínculos con el poder y, por supuesto, en la amplia casta política, alguna sempiterna, cómoda y permisiva, fácilmente mezclada con los llamados nuevos ricos.

Pero los coloquios populares han tenido ahora un nuevo elemento: las revelaciones del capo en una corte de la Gran Manzana y sus protagonistas relevantes en Honduras.

El jefe cachiro declaró como testigo en el juicio que se sigue a Fabio Lobo, hijo del expresidente Porfirio Lobo Sosa.

Fabio Lobo se ha declarado culpable y solo espera la sentencia que puede llegar a ser desde 10 años hasta cadena perpetua. Él fue capturado en mayo de 2015 en Haití, donde participaba en una operación de tráfico de cocaína, en una presunta celada que Los Cachiros hicieron para entregarlo a las autoridades estadounidenses, revelan los informes.

El testimonio del cachiro en jefe también revela el involucramiento de diputados, alcaldes, ministros y otros funcionarios en su lista de colaboradores y beneficiarios de sus operaciones. En la cadena se mencionan personajes destacados en las principales fuerzas políticas nacionales, los nacionalistas en el poder y los liberales y libres en la oposición.

En cualquier caso, las revelaciones del criminal causan una especie de pasmo en la conciencia hondureña que, a través de un juicio extra fronteras, contempla afirmaciones que reflejan la penetración del crimen organizado en las esferas y altos círculos del Estado y de su institucionalidad.

De la confesión de Devis Leonel Rivera Maradiaga sobre su participación en 78 crímenes, el escalofrió colectivo solo hace reafirmar la incidencia directa del tráfico de drogas en la ola de violencia que ha sacudido Honduras por más de una década y que, con certeza, ha sido ligada al trasiego de cocaína y a la operación de las organizaciones mafiosas.

Las juntas de capos

En la primera generación de los carteles, después de la era de Ramón Mata Ballesteros, quien guarda prisión en una cárcel estadounidense, desde 1988; en Honduras las organizaciones criminales han operado comandadas por carteles como Los Cachiros, los Valle, el Atlántico, así como por capos independientes, ligados con grupos colombianos, venezolanos y mexicanos como el cartel de Sinaloa, los Zetas, los Soles u otros.

En su testimonio el cachiro Devis Leonel Rivera Maradiaga confiesa que fue parte de una junta de capos que decidió matar al jefe antidrogas del Ministerio Público hondureño, Julián Arístides González. Esa parte de la declaración, pareciera ser extraída de una narco novela, populares en la cual las “cumbres” de los barones de la droga son parte del guion central.

Los vinculados y su defensa

Nombres de diputados actuales, así como de otros funcionarios que postularon a posiciones de elección popular y salieron electos en este recién celebrado proceso electoral interno, salen a luz en la declaración testifical de Devis Leonel Rivera Maradiaga. Aparte del presidente Lobo y su hijo, también se menciona en su declaración a un hermano del expresidente Manuel Zelaya.

Los nombres de diputados como Oscar Nájera, Midence Oqueli, Antonio Hernández, Fredy Nájera, son también parte de los señalados por el cachiro, quien además ha mencionado al exministro de Soptravi, Miguel Pastor y al actual ministro de Seguridad Julián Pacheco.

Instituciones gubernamentales participaron en actividades para lavar capitales y coadyuvar a la causa de los Cachiros, según Rivera Maradiaga, quien mencionó estatales como la empresa de servicio eléctrico y la oficina de obras públicas y vialidad entre otras.

Todos ellos han negado sus vínculos con el grupo criminal y en el caso del ministro Pacheco, este se ha auxiliado de abogados que defiendan su causa en los Estados Unidos, según ha trascendido.

El expresidente Lobo se ha puesto a la orden de las autoridades fiscales hondureñas y lo mismo ha hecho el diputado Hernández.

Visita con productores o
banqueros de Malasia: Lobo

Lobo dijo este lunes que probablemente uno de los jefes del cartel de Los Cachiros pudo haberlo visitado, junto a algún grupo de productores o de unos visitantes de un banco de Malasia.

Tras los señalamientos e imágenes difundidas luego de la declaración testifical de Rivera Maradiaga, el expresidente hondureño ha manifestado, en declaraciones a medios radiales de prensa en Tegucigalpa, que las fotos pueden originarse en alguna visita que, según dijo, nunca pudo ser para negociar nada al margen de la ley.

Lobo dijo que, como presidente, recibió grupos de productores pero que, en ese caso, no recuerda quien pudo solicitar la cita al tiempo que garantizó que no fueron ellos (Los Cachiros).

Indicó que desde que supo del testimonio del ex cabecilla del grupo criminal, en la que se le menciona, se puso a la orden del Ministerio Público hondureño.

 “No tengo nada que esconder y en ese campo menos” reafirmó el ex mandatario.

La mayoría del resto de los señalados han alegado su inocencia y han dicho en medios de comunicación que están abiertos a cualquier proceso de indagación.

Declaraciones pendientes

Así las aguas, no se sabe si las revelaciones de otros capos profundizarán la sacudida que han generado el testimonio del cachiro Rivera Maradiaga, quien junto a su hermano Javier, se entregaron a la justicia estadounidense, tras colaborar por cerca de dos años con las autoridades antidrogas (DEA), de ese país.

En Honduras, las extradiciones no ocurrieron hasta hace poco más de dos años, tras una reforma legislativa impulsada por el actual presidente del país y entonces presidente del legislativo, Juan Orlando Hernández. El primer extraditado fue Carlos Arnoldo “El Negro” Lobo, en mayo de 2014, tras llegar al poder el actual presidente.

Hasta la fecha, 18 hondureños están presos por delitos de narcotráfico y crimen organizado en los Estados Unidos, la mayoría extraditados. Muchos otros son parte de una lista que podría abrir más puertas y revelar detalles inéditos de las profundas raíces de la mafia en el país. Tanto la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), como el Ministerio Público (MP), hacen desde ya su trabajo.

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