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Iglesia pide evitar vanos triunfalismos y tristes pesimismos en inicio de Semana Santa

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Tegucigalpa – La Iglesia Católica de Honduras pidió evitar los vanos triunfalismos y tristes pesimismos en el Domingo de Ramos, día con que se inicia la Semana Santa.

Así lo señaló el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, quien celebró la eucaristía en el atrio de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel en Tegucigalpa a causa de la presencia masiva de feligreses quienes con ramos en mano dieron la bienvenida a la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.

Hosanna, hosanna, hosanna… («te suplico que salves») entonaron los feligreses católicos con los ramos en mano para rememorar aquel momento en Jesús subido en un burrito entró a la ciudad de Jerusalén.

Durante la Homilía el arzobispo de Tegucigalpa lanzó un reto social y reto personal. Conocer a Jesús; es la mejor manera de conocernos a nosotros mismos, más aún, no nos conocemos a nosotros sin reconocer a Jesús. 

“Las palmas que hemos llevado en nuestras manos sean para glorificar a Dios, no a nosotros mismos, ni a ningún príncipe de este mundo”, exclamó.

Las vamos a llevar a la casa, donde serán un recuerdo patente de la fe que profesamos, agregó.

Tras el camino cuaresmal, que hemos recorrido en comunidad, estamos ya en Domingo de Ramos e iniciamos la Semana Santa, las preguntas ahora quedan para nosotros. Aprovechemos esta oportunidad anual de conmemorar los días santos celebrando con fervor los actos litúrgicos, apuntó.

Vivimos en un mundo de gritos y ofensas. Creemos que hablamos nosotros y no somos más que voceros de otros. Frente a la manipulación y la violencia que atenta contra los inocentes, la fidelidad, la verdad y el perdón que nos enseña Jesús, reflexionó.

Contra los gritos de quienes acusan falsamente, la verdad eterna de quién guarda silencio. Jesús, el maestro, nos da la última y gran lección: ha orado y acepta la voluntad del Padre. Viendo cómo muere Jesús, entendemos cómo debemos vivir nosotros, porque “realmente este hombre, era hijo de Dios”, cerró.

 A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del Evangelio según san Marcos (15,1-39):

C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»

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