Al acto religioso asistieron la designada presidencial, María Antonieta Guillén; el ministro de Defensa, Marlon Pascua; el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Ramón Custodio; y el alto mando de la institución castrense.
La homilía fue oficializada por monseñor Juan José Pineda, quien dijo que en este tiempo con los aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos, reclama un compromiso renovado y concretado en la búsqueda del bien común del desarrollo de todos los hondureños.
“Ningún ciudadano de nuestro país, ni aquel que venga a visitarnos se puede sustraer de esta responsabilidad de edificar el bien común y de procurar el desarrollo de todos los hondureños”, sostuvo.
Agregó que “no podemos negar que nos alarma las imágenes de tensión provocada por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista por parte de algunos… además de muchas formas de violencia y delincuencia que son un verdadero peligro para la paz”.
Asimismo, dijo que preocupa algunos tipos de fanatismo religioso, político e ideológico que distorsionan la comunión y reconciliación en el país.
“Los hondureños queremos la paz, el deseo de la paz es una aspiración de cada persona y coincide con el deseo de una vida humana plena y feliz, la paz es un derecho, un deber para todos”, aseguró.
“¿Cómo es posible tener paz en Honduras?”, se preguntó el prelado, al mismo tiempo que respondió que la paz está en cada uno, en el accionar de las personas, en la ética, la verdad, la justicia, convivencia y la fe en Dios.
En ese sentido, dijo que para llegar hacer constructores de la paz es necesario vencer el egoísmo, la violencia, la codicia, el deseo de poder, la intolerancia, el odio y las estructuras injustas. Reiteró que “sin justicia social no hay paz social”.