Tegucigalpa – La Iglesia Católica durante la misa del Domingo de Ramos, pidió a la población ser humildes como Jesucristo, al tiempo que hizo un llamado de reflexión para dejar entrar a Dios a Honduras y que sea esta Semana Santa el punto de partida para cambiar el corazón de cada hondureño y sacar de este país la violencia, la muerte y el crimen.
– El aroma a palma se siente en los alrededores de la Catedral de Tegucigalpa, la capital hondureña, hasta donde han llegado decenas de familias y pobladores de diferentes municipios de Francisco Morazán para proveer los tradicionales ramos a la comunidad católica que celebra este día la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.
El cardenal Óscar Andrés Rodríguez quien presidio la misa, manifestó que Jesús no entró a Jerusalén cabalgando un caballo como un militar, sino que lo hizo con humildad en un burro. “El caballo tiene un símbolo de violencia y guerra y Jesús es un mesías pobre, lleno de mansedumbre y paz”.
¿Por qué un burro que nadie ha montado todavía?, preguntó al tiempo que respondió “porque ningún rey de Israel, ningún jefe de este mundo, ningún líder ha ejercido sin utilizar la violencia y la fuerza, Jesús es el primero que llega como un rey de paz, mansedumbre y sin utilizar la violencia”.
Explicó que la entrada de Jesús a Jerusalén no fue una entrada triunfal que iba quedar en los libros de la historia, hoy quizá nunca iba aparecer en la primera página de los periódicos o en los titulares de la televisión porque fue un triunfo de humildad.
“Hoy día se habla de triunfo cuando se consiguen victorias frente al enemigo, sea este militar, político, cultural, Jesús entró humilde venciendo la violencia, pero el triunfo de Jesús es el de la alegría sobre las tristezas, sobre la verdad ante la mentira, del amor ante el odio”, indicó.
Agregó que “hoy en día Jesucristo hace su entrada en Tegucigalpa, en Honduras, como lo vamos a recibir, esas palmas que llevamos en nuestras manos quieren decir que lo queremos como rey y que si el corazón de Honduras esta con Jesús y lo aceptamos como rey”.
En ese sentido, pidió oración para aquellos que no lo aceptan y puedan reflexionar y pensar que tienen que abrir las puertas de su familia, de su mente, de su corazón, sacar afuera todo odio, rencor, pecado porque vale la pena que Honduras reciba a Cristo para echar afuera la violencia, la muerte y el crimen.
Igualmente, hizo un llamado a los hondureños a dejar a un lado el orgullo, y aprender a ser sencillos, humildes y llenarse de paz.
El alto jerarca de la Iglesia Católica al momento de bendecir las palmas con el agua bendita, también bendijo simbólicamente los cuerpos y corazones de la población para transformar la vida de cada uno y de esa forma reducir la vorágine de violencia, criminalidad y corrupción en el país.
“Vamos a bendecir nuestras palmas con agua bendita, pero también vamos a bendecir nuestras cabezas, corazones y nuestros cuerpos para que el Dios todo poderoso reine en nuestros corazones y se manifieste en cada uno de nosotros”, pronunció.
“Quienes alzamos hoy los ramos en honor al Cristo victorioso, durante esta Semana Santa, permanezcamos en él, dando fruto abundante de nuestras obras”, agregó.
También pidió a Dios que la fe de los que acuden a él, se incremente en estas fechas en las que la Iglesia Católica celebra su Semana Mayor.
La eucaristía fue celebrada en la plaza central, tal y como se ha realizado en los últimos años ya que el espacio de la Catedral San Miguel Arcángel resulta insuficiente para albergar a los centenares de feligreses que conmemoran este día la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén.
Previo a la misa de Domingo de Ramos, la feligresía participó en una procesión que fue encabezada por el padre Carlos Rubio, y donde sobresalió una imagen colonial del Señor del Triunfo.
Las alfombras de la avenida Cervantes, brindaron colorido a los eventos y actos de procesión, las cuales fueron instaladas desde la Catedral hasta el edificio principal de la alcaldía capitalina.
El Domingo de Ramos es el inicio de las celebraciones religiosas de la Semana Santa. Honduras toda celebra la fiesta que cada día revive un acto especial de la pasión de Cristo antes de llegar a la Cruz del Calvario.