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Identifican cómo el glioblastoma logra burlar al sistema inmune y progresar

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Un equipo de investigadores ha identificado un mecanismo hasta ahora desconocido que permite al glioblastoma, un tumor cerebral altamente invasivo, escapar del sistema inmune y seguir progresando.

Su descripción se publica en la revista Oncotarget, en un artículo que lideran científicos del Instituto de Neurociencias de Alicante.

El hallazgo, según sus autores, abre la puerta a nuevas terapias no dirigidas directamente contra el tumor, sino contra unas células denominadas pericitos, que rodean los vasos sanguíneos del cerebro y que juegan un papel crucial en la inadecuada respuesta del sistema inmune.

Salvador Martínez, director del grupo de Neurobiología Experimental del Instituto de Neurociencias explica en una nota de prensa que las células de glioblastoma actúan sobre otras que rodean los vasos sanguíneos del cerebro, denominadas pericitos, encargadas de desencadenar en condiciones normales la respuesta inmune.

La clave, los pericitos


Esta interacción con las células malignas del glioblastoma impide a los pericitos poner en marcha esa respuesta.

“Como consecuencia, los linfocitos T destructivos se vuelven incapaces de atacar el tumor: el cerebro no detecta el glioblastoma y no puede reaccionar contra él”, resume este investigador.

Este trabajo evidencia por primera vez que es la interacción con las células tumorales la que hace que los pericitos pasen de ser supresores del tumor a promoverlo, según el instituto alicantino.

Esta interferencia del glioblastoma en la función inmunosupresora de los pericitos puede representar un nuevo objetivo para el desarrollo de nuevas terapias.


Y es que los científicos han comprobado que cuando bloquean la acción que ejercen las células del glioblastoma sobre los pericitos, el tumor ya no puede anular la respuesta inmune y, por tanto, es susceptible de ser destruido.

“Si logramos impedir que las células tumorales puedan interactuar con los pericitos, el sistema inmune podrá reaccionar contra el tumor y destruirlo”, según Martínez.

Moléculas candidatas


Hay varias moléculas candidatas que pueden actuar en esa interacción.

“Hemos visto que este mecanismo inmunosupresor depende de la interacción entre los receptores PD1 y PDL1”, añade este investigador, que apunta que actualmente se están haciendo ensayos clínicos con moléculas contra estos receptores.

Un inconveniente -agrega- es que se están administrando estas moléculas por vía intravenosa, por lo que han de atravesar la barrera hematoencefálica que aisla al cerebro y las hace menos eficaces.


“Si en lugar de ser intravenosa, esta terapia experimental se administrara mediante una punción lumbar para que se distribuya a través del líquido cefalorraquídeo, probablemente tendría más eficacia; es lo que vamos a probar ahora en modelos animales”.

Además de investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante, han participado en este trabajo científicos del servicio de hematología del Hospital Clínico Virgen de la Arrixaca, Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria de la Universidad de Murcia y el Albert Einstein College of Medicine. 

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