Hospitales psiquiátricos, casa de hondureños entre la demencia y el abandono

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Tegucigalpa – Los problemas que atañen la salud mental del hondureño se han agravado en los últimos cuatro años, desencadenados por factores socioeconómicos como la inseguridad, el desempleo, la migración, desintegración familiar, la influencia o formación de maras y pandillas, la violencia, desigualdad o exclusión, coinciden expertos de la región en el área de la psiquiatría.
 

-La esquizofrenia, el alcoholismo y la bipolaridad minan la salud mental de los hondureños

– Unos 50 afectados por la depresión, la ansiedad, los ataques de pánico, suicidio o maltrato intrafamiliar llegan a diario para recibir atención especializada en el llamado hospital de día.

Sólo en el Hospital Psiquiátrico Santa Rosita, ubicado en la periferia de Tegucigalpa, hay 279 pacientes internos que se debaten entre la esquizofrenia, el alcoholismo enfermedades bipolares y padecimientos psiquiátricos diversos.


Julia Palacios es uno de muchos impactantes casos. Tiene más de 60 años de edad; la esquizofrenia le jugó desde recién nacida una mala pasada, nunca se casó ni supo lo que es procrear hijos. En 1973 fue internada en el ‘Santa Rosita’, donde le enseñaron que tiene un trastorno mental y que una medicación administrada correctamente la estabilizaría a lo largo de su vida, en la medida de lo posible…aunque sea entre cuatro paredes.


En Honduras, el “Hospital Psiquiátrico Santa Rosita” y “Dr. Mario Mendoza”, son los únicos entes encargados de velar por los padecimientos de la salud mental del ciudadano. Paradójicamente su presupuesto anual apenas cubre gastos de alimentación, medicamentos y sueldos del personal, superados por las necesidades inminentes.


En la mayoría de los casos éstas instituciones se ven obligadas a solicitar colaboración de personas de buena voluntad, instituciones públicas, privadas, no gubernamentales, iglesias, de beneficencia y hasta del cuerpo diplomático.


Ambos hospitales psiquiátricos asisten generalmente a diario más de doscientos pacientes, quienes según sus autoridades provienen el 60 por ciento del interior del país y el resto de áreas urbanas.


Depresión, trastornos de ansiedad, ataques de pánico, esquizofrenia y sufrimientos diversos, son los padecimientos más comunes que llevan a un paciente no sólo a enfrentarse a éstos males, sino también a luchar contra el rechazo que genera su condición.


Las direcciones para nunca volver


Ubicado 45 kilómetros al norte de Tegucigalpa en la localidad de Támara, Francisco Morazán, este hospital inició funciones en 1970, atendiendo pacientes de mediana y larga estancia y alcohólicos, principalmente.


Su director actual, el doctor en psiquiatría Marvin Antonio Macedo, explicó a Proceso Digital que a inicios de marzo de 2011 la atención de este centro hospitalario cuenta con 279 hospitalizados, distribuidos de la siguiente manera: sala de varones N1, 30 pacientes; la sala mujeres N1 alberga a 25 pacientes; la unidad de alcoholismo guarda a 55 internos; en las salas de pacientes crónicos hay 85 hombres, 70 mujeres y 14 adolescentes.

Las patologías psiquiátricas más frecuentes que atienden varían desde la esquizofrenia (40 por ciento); el alcoholismo (40 por ciento); las enfermedades bipolares (10 por ciento) y padecimientos psiquiátricos diversos en un 10 por ciento.


Enfermos y con la cruz del abandono a cuestas


Los que padecen de locura sufren del abandono familiar. El director Macedo manifestó que lastimosamente en esa entidad se presentan casos significativos, “principalmente aquellos familiares que pretenden olvidarse de ellos y dejar por completo enfermos a nuestro cargo, no integrándose a la terapia de rehabilitación de los mismos”.


“Muchas veces nos proporcionan direcciones falsas para que cuando los pacientes se encuentren en condiciones de egresar no sean localizados, teniendo que acudir a otras instancias para lograrlo”, comentó.

Tal es el caso de muchos hombres que desde muy jóvenes fueron abandonados por sus familias. Muchos llevan décadas internos, ellos tienen por familia nada más que a quienes les atienden dentro del sistema sanitarios.


Así entre otros pacientes, enfermeras, psiquiatras o trabajadoras sociales, llevan a cuestas la cruz de una interminable dolencia.


El dramatismo empeora cuando los especialistas concluyen que la mayoría de estos casos pudieron ser manejados farmacológicamente desde sus casas y no necesariamente internos por requerimientos médicos.

Quienes se ocupan de asistirles saben que lo más difícil para un interno es admitir que lo aqueja una enfermedad y, “entender su diagnóstico es aún más difícil”, refiere una enfermera de las tantas que deambulan en los fríos pasillos del psiquiátrico Mario Mendoza y agrega: “es triste verlos solos, sin sus familias, porque las posibilidades de autoayuda son muy difíciles”.

El hospital de día


El psiquiátrico ‘Mario Mendoza’ atiende a hospitalizados de emergencia y ambulatorios que presentan síntomas depresivos, de ansiedad, ataques de pánico, suicidio o maltrato intrafamiliar, con modalidades terapéuticas de avanzada que son canalizadas en el denominado Hospital de Día “Dr. Daniel Herrera Salinas”, dirigido por el profesional de la psiquiatría Mario Aguilar.


Este hospital de día sirve de apoyo en el área de reforzamiento o de consulta externa del psiquiátrico ‘Mario Mendoza’, relata Aguilar, contando para ello con una serie de terapias ocupacionales, de grupo e individual.

“Atendemos pacientes desde los 17 años de edad en adelante, es decir un promedio diario de 50 personas, según sea la situación que muestre el individuo, ayudándoles a llevar una vida lo mas adaptable posible”, expresa. Clases de pintura, dibujo, terapias grupales o individuales, dinámicas e incluso la realización de viajes a sitios turísticos, forman parte de la rehabilitación de cada uno de los externos no agudos.


Escases de medicamentos y carestía de presupuesto


Las limitaciones presupuestarias, la escasez de personal, edificios en condiciones insuficientes, deplorables o anti-higiénicos y una super población de pacientes internos, han sido según la historia, temas de debate público desde siempre.


Lo cierto es que los hospitales psiquiátricos hondureños requieren mejorar la calidad de los servicios de atención: infraestructura y aseo, equipo médico, material de apoyo en terapias ocupacionales, alimentación, medicamentos: antidepresivos, anti psicóticos, estabilizadores de ánimo o ansiolíticos; éstos últimos de mayor demanda en las farmacias y droguerías que los abastecen.

En los pasillos, las salas de atención y espera, en los dormitorios y clínicas de los hospitales, las penurias son vivas. En ellas se requiere de la atención y apoyo; dejar de lado el alarmismo y estigma de que estos ambientes son “circuitos exclusivos para locos”, es también una manera de contribuir a la disminución de los prejuicios y quizás, a mejorar la calidad de vida de las personas que conviven con este tipo de males.


Efemérides


– Se le atribuye al Dr. Ramón Alcerro Castro (QDDG) la creación en el país de hospitales psiquiátricos “abiertos y “cerrados”, cuyas salas las dividió en los años 50’s en unidades de pacientes agudos, «Colonias agrícolas», «Colonias para toxicómanos», «Colonias para psicópatas infractores» y «Asilos para niños anormales que no sean socialmente aprovechables». La época se prestaba a controles médicos y estudios esporádicos, condicionados por situaciones de emergencia.


– Situación que no varía inclusive hoy en día pues la Unidad de Salud Mental, adscrita a la Secretaría de Salud Pública de Honduras, la Unidad de Psiquiatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNAH y el mismo ente regulador de la salud en el país, disponen en sus estantes poco o nada de información al respecto; se desconocen estudios de períodos recientes que demuestren cifras exactas de patologías y estadísticas de muerte por salud mental, entre otros de importancia. Aduciendo que el país está lejos de contar con herramientas indispensables para estos menesteres.


– El Día Mundial de la Salud Mental, se celebra el 10 de octubre de cada año. Su conmemoración aspira a acrecentar la conciencia del público en torno a los problemas de salud mental, así como prestar asistencia física a las personas con trastornos mentales mediante un proceso continuo e integrado, que empieza desde el hogar.

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