El aumento de la demanda de bioenergía genera riesgos y oportunidades; por un lado se estimula el desarrollo agrícola rural, la creación de nuevas oportunidades de empleo y generación de ingresos mejorando el acceso a servicios energéticos modernos; por otro lado, si no se gestiona adecuadamente el desarrollo de la bioenergía, se puede desencadenar impactos ambientales y socioeconómicos negativos.
Honduras ya está generando biogás, etanol y energía eléctrica a partir del bagazo de caña, la palma africana y el pasto elefante (King Grass), por esa razón es de suma importancia la capacitación en el uso de estas herramientas para obtener indicaciones del potencial de bioenergía sostenible, así como de sus oportunidades, riesgos y compromisos asociados.
En este contexto la FAO colabora con la OEA en el fortalecimiento de las capacidades de los países miembro para abordar el desarrollo sostenible de bioenergía en la región, a través de un entrenamiento en el manejo de las herramientas BEFS.
Ericka Félix, Oficial de Recursos Naturales de la FAO, explicó que esta herramienta permite a los países obtener resultados iniciales que contribuye a tomar decisiones en los países que están interesados en desarrollar sus políticas bioenergéticas para asegurar que estas sean sostenibles y que no tengan impactos negativos en la seguridad alimentaria.
La relación entre la bioenergía y la seguridad alimentaria es un tema complejo y multifacético, que demanda un planeamiento integrado que permita promover tanto la seguridad alimentaria como la seguridad energética; propiciando que la bioenergía contribuya a un desarrollo sostenible del país, explicó Félix.
El planteamiento BEFS apoya a los países en el diseño y aplicación de políticas y estrategias bioenergéticas sostenibles e incluye seis componentes: evaluación de alcance; diálogo con los interesados y fomento de la capacidad; evaluación de bioenergía sostenible; apoyo a la formulación de políticas; monitoreo de impactos, evaluación y respuestas; y prevención de riesgos, administración y selección de la inversión.
De este modo, se contribuye a garantizar la seguridad alimentaria y energética, y al desarrollo agrícola y rural.