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Honduras en el mar

Roberto Flores Bermúdez. Ex canciller

La aprobación el 19 de marzo de este año del “Tratado de Límites entre la República de Nicaragua y la República de Honduras en el Mar Caribe y Aguas Afuera del Golfo de Fonseca”, suscrito el 27 de octubre de 2021, es un gran acierto por parte del Congreso Nacional de Honduras.

Ese acto legislativo constituye un paso firme en la consolidación del ejercicio soberano de Honduras en su legítima proyección de los espacios marinos hacia alta mar en el Océano Pacífico. Se trata de un espacio marítimo que la Corte Internacional de Justicia — en su sentencia de 1992— había indicado estar sujeto a la delimitación de parte de los estados ribereños. Poco más de tres décadas después de la sentencia, se ha dado el primer paso substancial a esos efectos.

A fin de completar la delimitación de aguas afuera de la bocana del Golfo de Fonseca, solo hace falta la buena voluntad del vecino y hermano país de El Salvador, de negociar y convenir esos espacios. La ventaja de hacerlo, además del cumplimiento del fallo de la Corte Internacional de Justicia, no es otra que ampliar la posibilidad de convenir arreglos conjuntos para la buena administración y manejo conjunto de la vida marina y actividades productivas en el Golfo de Fonseca.

Desde los años 80 Honduras inició negociaciones para la delimitación marítima en el Mar Caribe. Y no es para menos. El país cuenta con una costa caribeña de aproximadamente 640 km, una de las más largas de los países centroamericanos, donde existen áreas archipelágicas, varias islas, islotes, cayos y pesca tradicional en la vecindad. Pero también está frente a ocho Estados con posibles traslapes en sus proyecciones y aspiraciones de derechos marítimos en la zona. Un espacio como ese, donde concurren y compiten competencias jurisdiccionales, se presta para tensiones y reclamos, y se aleja de posibles esfuerzos conjuntos de cooperación en procura de beneficios mutuos.

En esa década de los ochenta, vale mencionar el papel del entonces Canciller Carlos López Contreras. El esfuerzo de la delimitación en el Mar Caribe se inició mediante un proceso de negociaciones con Colombia. El canciller López Contreras fue exitoso en la suscripción del tratado; sin embargo, las condiciones geopolíticas de la época implicaron una espera estratégica antes de continuar con su aprobación por el Congreso, así como de proseguir en futuras negociaciones con los vecinos.

Cuando asumí la función de Ministro de Relaciones Exteriores en 1999 en la Administración del Presidente Carlos R. Flores Facussé, reabrimos el proceso de aprobación del tratado con Colombia en el Congreso Nacional e iniciamos con el Dr. López Contreras y el prestigioso grupo de juristas nacionales e internacionales de la Cancillería, un conjunto de acercamientos con los otros siete vecinos caribeños. Logramos concluir la negociación con el Reino Unido respecto a las Islas Gran Caimán y con mucha satisfacción, suscribí dicho acuerdo con el Embajador británico en Tegucigalpa el cuatro de diciembre de 2001. También abrimos las negociaciones con México, Cuba y proseguimos las que se habían iniciado con Jamaica. Luego se resolvió la disputa marítima en el Caribe con Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia en 2006. Está pendiente el resultado del fallo de la Corte Internacional de Justicia relativa a la disputa territorial y marítima entre Belice y Guatemala, con respecto de la cual Honduras deberá intervenir.

Navegar por los canales de la negociación en esos espacios de incertidumbre jurisdiccional es una tarea patriótica, necesaria y noble. Se definen los intereses soberanos; se alejan las tensiones y reclamos vecinales; y se asegura un futuro estable, tanto para la nación, como para el entorno regional. Es de felicitar a los honorables diputados al Congreso Nacional por este significativo paso a favor de los intereses permanentes y generales de Honduras.

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