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Honduras cumple los 200 días más adversos del siglo

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Tegucigalpa – Honduras cumple este viernes sus 200 días más inciertos y adversos. Desde aquel cuatro de marzo cuando arribó a Tegucigalpa la primera mujer infectada de COVID-19, procedente de España y, apenas un día después, otra pasajera llegaba a la norteña San Pedro Sula, procedente de Suiza, portando el virus que desde entonces generó las primeras cadenas de contagios que ahora agobian a las principales urbes del país. Los casos se confirmaron hasta el 11 del mismo mes.

La pandemia no es tema hondureño únicamente. El mundo, casi entero, ha sufrido los efectos del coronavirus, pero este país, con un endeble sistema sanitario arrastra como resultados directos 2,222 muertes y 72,675 contagios de acuerdo con Sinager, los subregistros distan mucho.

Las funerarias reportan 5 mil 265 muertos desde que comenzó la pandemia en Hondura, es decir 3 mil más que Sinager.

El duelo diferente

Nadie estaba preparado para hacerle frente a la enfermedad que se comporta de forma extraña y que puede pasar desapercibida por muchos infectados pero que, en otros puede ser letal, además de dejar secuelas profundas en el cuerpo, así como en la salud emocional de sus víctimas.

Desde marzo hasta la fecha, el duelo en las familias hondureñas no ha cesado.

Parientes cercanos, amigos, vecinos, colegas, los héroes de primera línea, compañeros de trabajo o de aulas, así como personajes conocidos, han caído bajo los efectos del mal.

El coronavirus ha tocado a todos los estratos de la sociedad.

El luto ha marcado también inconcebibles dolores, porque la tradición de cómo honrar a los muertos ha tenido que ser omitida por las formas rápidas y poco rituales de sepultar los cuerpos que muchas veces han sido hasta irrespetados.

Familias enteras han sucumbido. Y los médicos caídos son 46, mientras que las enfermeras alcanzan 24 fallecimientos en el sector. Bomberos, policías, militares, microbiólogos, trabajadores de la salud y de contingencias, muchas son las víctimas en el cumplimiento del deber.

La pandemia en el área rural

Rápidamente la pandemia se extendió hasta llegar a las zonas del interior y a los más recónditos poblados rurales.

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La Mosquitia fue el último lugar donde llegó
la pandemia.

El COVID-19 ha llegado a La Mosquitia, a las paradisíacas Islas de la Bahía donde hace estragos y cada vez los casos crecen más igual que en Yoro, Colón, Atlántida, Olancho, Santa Bárbara, Copán, Choluteca y Comayagua.

La Paz, El Paraíso, Intibucá, Valle y Lempira también están en el mapa e intentan hacer frente al coronavirus en medio de la precariedad.

Cortés y Francisco Morazán siguen siendo los epicentros que concentran la mayor cantidad de afectados.

Los 200 últimos días han puesto a prueba la resistencia de un país que en medio de sus falencias ha logrado seguir caminando, maltrecho y disperso, anárquico, confrontado y desesperanzado.  

Los triajes y los tratamientos, fuentes de contención

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Los triajes ayudaron a contener la mortalidad del COVID.

De acuerdo con las cifras oficiales la tasa de mortalidad en Honduras es de un 3.05 por ciento, indican los reportes brindados la noche de este jueves por Sinager.

La apertura de centros triaje, ha sido una de las formas más efectivas de contener la pandemia, así como el masificar la entrega de tratamientos MAIZ que han podido paliar los estragos del virus.

Un tratamiento más avanzado para hacer frente a la enfermedad en un grado más evolucionado y que se denomina CATRACHO, también ha constituido una los principales aportes de los médicos hondureños para evitar más muertes.

Mientras que la plataforma Todos contra el COVID, también ha sido un espacio que ha reunido a académicos y expertos que con su ciencia han colaborado en las estrategias para enfrentar los efectos de la pandemia.

Coronabusos

No pasó lo mismo con varias adquisiciones que se han dado durante la pandemia y que han permitido desentrañar los llamados “coronabusos” que no son más que presuntos actos de corrupción en compras vinculadas a las urgencias ocasionadas por la enfermedad.

Uno de los más significativos actos dudosos en la compra de siete hospitales móviles que fueron adquiridos por Invest-H, mediante una compañía de “USB” con sede en Miami, Florida a un empresario guatemalteco de trayectoria dudosa, de acuerdo a las investigaciones de organizaciones civiles, representa el caso más emblemático de este episodio.

De siete hospitales móviles, dos llegaron y no funcionan todavía, dos vienen en camino y tres que aún no salen de Turquía.

Estos nosocomios fueron adquiridos a una empresa en Turquía a través del intermediario. De esos hospitales apenas dos han llegado a Honduras y ninguno está todavía funcionando.

Del resto de los sanatorios móviles poco se sabe, pese a que se creó una comisión para dar respuestas rápidas a la situación. El presidente hondureño Juan Orlando Hernández les ha llamado en varias oportunidades a dar respuesta, pero las mismas aún no llegan.

Otras adquisiciones como la de un hospital o tienda hospitalaria, adquirida a través de Copeco, ubicada en Villanueva, Cortés, deja aún más dudas que respuestas. Este caso junto con el de los hospitales son investigados por el Ministerio Público que tiene abiertas cerca de una veintena de líneas de indagación, pero la sed de justicia de determinados grupos de la sociedad apremia las respuestas. Pese a ello, el MP ha dicho que presentará cada caso y los posibles requerimientos hasta tener todas las bases de los hechos para sustentarlos y no dejar espacio a la impunidad.

Pandemia económica

A la pandemia de los coronabusos también se suma la pandemia económica.

Confinados desde hace casi seis meses, hasta hace un par de semanas que las medidas se han relajado parcialmente, el país empieza a abrirse.

La necesidad de subsistir demanda activar de nuevo la economía para intentar salvar parte de los cerca de 500 mil puestos de trabajo que se han perdido durante la llamada pandemia económica.

La economía se reactiva poco a poco en Honduras tras los seis meses de pandemia.

Las empresas también sienten los efectos de la contracción económica que ya supera el 10 por ciento en lo que va del año. Mientras los ingresos fiscales decaen en más de 30 mil millones de lempiras.

En tanto, los expertos indican que uno de cada tres pequeños negocios ha cerrado totalmente o está a punto de hacerlo.

Las organizaciones empresariales claman porque el alivio llegue al sector mediante la dispensa de los llamados pagos a cuenta que no son más que cobros por adelantado de los tributos que corresponden a potenciales ingresos del año en curso.

Los desafíos de la caficultura

Está a punto de terminar la cosecha de café 2019-2020.

La agricultura sigue cumpliendo con el abastecimiento del mercado nacional y algunas exportaciones, pero la situación no ha dejado de oprimirlos y sus líderes demandan el alivio financiero que les permita reforzar sus empresas.

A punto de iniciar la cosecha de café, uno de los principales rubros de exportación del país,  el dilema que se plantea sobre las medidas de biosegurdad, es si podrán o no, ponerse en uso dentro de los cortadores del aromático grano, cuyos árboles tienen una distancia menor a un metro entre uno y otro.

Más allá de los cientos de miles de corteros de café que llegan a Honduras desde Nicaragua y que básicamente atienden las cosechas en fincas de la zona oriental, el problema mayúsculo son los cortadores nacionales que superan los dos millones de trabajadores de la tierra que son los protagonistas activos en esta fase del cultivo que es, sin duda una de las más importantes, para lograr la recolección del fruto en su mejor punto.

En Honduras al menos un millón 200 mil familias poseen una parcela de café, más del 90 por ciento son productores que tienen menos de 10 manzanas de cultivo.

El café genera un importante equilibrio social a un país, afectado en su tejido social por las crisis políticas que se han vivido desde 2007, así como la presencia del narcotráfico, pandillas y otras formas del crimen organizado, violencia e impunidad.

Las mujeres en el radar de la pandemia

Pero si la seguridad alimentaria y los cultivos se han visto sacudidos por la pandemia: aparte de las muertes por el COVID-19, nada ha sido peor que la violencia doméstica en la cual las mujeres y las niñas han sido las principales víctimas.

Datos del Ministerio Público y del sistema 911 indican que durante la pandemia más de 50 mil denuncias han sido recibidas en sus oficinas especializadas.

Durante lo que va del año,  más de 200 mujeres han sido asesinadas en el país y en promedio una mujer muere violentamente cada día indican los datos del Observatorio de la Violencia de la UNAH.

Una generación dañada

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Los niños del interior del país son los más afectados del sistema público.

Asimismo, la pandemia ha tocado todo el sistema educativo hondureño que se encuentra fuera de las aulas atendido a medias por un sistema digital que llega a menos del 30 por ciento de los escolares debido a la enorme brecha de conectividad que existe en el país.

Escuelas públicas y privadas, institutos de educación media y universidades mantienen las aulas cerradas mientras los expertos indican que la inequidad en la educación se profundiza con la pandemia ya que la misma influye en el rendimiento escolar en todos los niveles y el cierre de los centros conlleva a mayores desigualdades.

Si bien Honduras enfrentaba antes de la pandemia una gran inequidad como consecuencia de la pobreza y la calidad en la educación, con la presencia del COVID la brecha se acrecienta.

Los expertos señalan que las autoridades deberán hacer un gran esfuerzo para que los niños que estaban entre escolar, primer y segundo grado no deserten, y si lo hacen el Estado debe rescatarlos.

Igualmente indican que la inequidad en los resultados en el logro de una educación de calidad es totalmente predecible ya que los estudiantes terminarán el año académico con un certificado o diploma al que califican como una acta de defunción académica.

Migración, el otro rostro

La migración no se ha detenido durante la pandemia, muchos hondureños han seguido intentando cruzar fronteras para llegar a los Estados Unidos en la búsqueda de un mejor destino.

Otros tantos ciudadanos de diferentes regiones del mundo han llegado también a suelos hondureños, especialmente al sur del país, en la búsqueda de seguir su ruta hacia el norte del continente, pero su éxodo ha sido tortuoso.

Proceso Digital
Migrantes hondureños muestran su bandera en la valla fronteriza entre México y EEUU/foto cortesía Univisión

Los deportados desde EEUU y México tampoco han menguado. Durante el año 29,748 han sido retornados al país. De ellos, de acuerdo con datos del Observatorio Consular de la Cancillería, más de cinco mil mujeres y niñas han llegado al país desde el norte del continente en épocas de coronavirus.

Así, el país discurre, en medio de las pandemias sanitaria, económica, laboral, de violencia y de los coronabusos. Pese a ello, 200 días después, ¿quedará en el horizonte alguna esperanza? (PD)

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