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Homilía: Esos que se las dan de ultra buenos en redes, en verdad esconden cosas vergonzosas

Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, aseguró hoy que esos que se las dan de ultra buenos en redes sociales, en verdad esconden cosas vergonzosas.

“Les aseguro que esos que se las dan de ultra buenos, sobre todo en redes sociales, en verdad esconden cosas vergonzosas. Los santos no necesitan condenar a otros para salvarse, antes bien, suelen tener una profunda conciencia de sus deficiencias y una gran sinceridad para reconocerlas”, manifestó el también presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) durante la homilía de este domingo.

En la misa celebrada en la catedral San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, el religioso reflexionó sobre el pasaje bíblico en el que Jesús pide a los que estén libres de pecado lanzar la primera piedra.

Enumeró que comúnmente solemos cometer tres injusticias:

Primera injusticia. Si hubo pecado de adulterio, ¿por qué solo traen a la mujer? Desgraciadamente, reconozcámoslo, seguimos pecando de un grave machismo cultural y hasta religioso. 

Segunda injusticia. No les preocupa en verdad lo que ocurrió, usan la circunstancia de aquella mujer para comprometer al Maestro. Están desafiando a Jesús. También nosotros muchas veces confrontamos a Dios, aunque sea en silencio.

Tercera injusticia. Olvidan las propias imperfecciones. Se erigen a sí mismos en jueces y verdugos. Así nos ocurre a nosotros cuando nos auto exculpamos de responsabilidades, y somos intransigentes con las faltas de los demás. 

El bien supremo, carta a los filipenses, es conocer a Cristo Jesús y la mayor alegría es sentir el poder de su resurrección. Y para ello, queremos configurarnos con su muerte con la esperanza de alcanzar la resurrección. Configurarnos con Cristo es confiar en el poder y la misericordia de Dios Padre, que destruye la miseria del pecado y da la vida por siempre, caviló.

Finalmente, expresó que cada domingo venimos a misa, siendo nosotros pecadores, no para ocultar nuestra realidad, sino para sanarla. Para escuchar: “…esta es mi sangre derramada por muchos, para el perdón de los pecados”.

 A continuación Proceso Digital reproduce la lectura del día tomada del santo Evangelio según San Juan:

Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?”

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”. (RO)

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