«No se vayan, hijos, regrésense, eso es peligroso, no le den dolores de cabeza y tristeza a su madre», imploraba la señora Santos Rojas, una de las madres nicaragüenses que participan en la caravana de búsqueda de sus hijos por México.
Rojas se dirigió a los migrantes centroamericanos (entre ellos un buen número de hondureños) que con mochila en el hombro esperaban el tren que venía de Mérida, Yucatán, con rumbo a Lenchería en el Distrito Federal.
«Su mamá puede pasar lo mismo que yo estoy pasando, regrésense, hijos, allá no se van a morir de hambre», repetía la mujer de Chinandega de 58 años con sus ojos verdes llenos de lágrimas.
La respuesta tuvo que venir y fue de un inmigrante hondureño que va por su tercer intento por llegar a los Estados Unidos: «Tenemos que arriesgarnos señora, porque queremos mejorar la vida de nuestras familias».
Según detalla el diario Confidencial, Rojas ha sentido en carne propia la ausencia de un hijo. Jorge Alberto Reyes, su vástago, perdió comunicación con su madre desde hace 11 años cuando partió de Nicaragua con la idea de llegar a la Unión America.Leer nota.
