Tegucigalpa – La Iglesia Católica cuestionó este domingo la actitud de muchas personas que añoran la esclavitud de Egipto y se conforman con cosas materiales.
Así lo manifestó el párroco de la iglesia catedral San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, sacerdote Juan Carlos Martínez, en la homilía que da inicio a agosto, el mes dedicado a la familia.
Citando el éxodo de la Biblia, el religioso refirió que el hombre de hoy también camina por el desierto a veces cargado de preocupaciones con crisis más o menos profundas porque hay muchas clases de hambre, además de la material, hambre de amor, de felicidad, de la verdad, de seguridad, de sentido de la vida y Dios vuelve a estar cerca y se preocupa por dar pan a los cansados.
Añadió que ese pan es su hijo, Cristo y creer en Jesús es comer el pan que Dios envía para saciar el hambre.
Refirió que lo que sucedió con el pueblo israelita en el desierto pasa también a otros que añoran la esclavitud de Egipto, pues se conforman con cosas materiales que son en verdad alimento que perece.
“Lo malo no es tener hambre, sino tener hambre de las cosas que valen la pena, no saber que nos falta el auténtico pan, lo malo es quedarse satisfecho con la olla de carne que ofrece el mundo con valores que no son los últimos”, acotó Martínez.
Apuntó que para salvarse, se necesita primero tener conciencia de que se necesita ser salvado y a veces obliga a romper esquemas y tener que aceptar novedades incomodas en la vida, pero muchos prefieren no ser salvados.
“¿Tenemos hambre de Cristo, ¿deseamos ese pan que es Cristo?, o nos conformamos con otros panes que no sacian el hambre de nadie”, preguntó el prelado.
En ese sentido, refiriéndose al pensamiento del apóstol Pablo, recomendó que “tenemos que cambiar de estilo de vida, tenemos que abandonar el anterior modo de vivir, lo que él llama el hombre viejo corrompido seducido por deseos seductores o engañosos, necesitamos renovarnos en nuestra mentalidad y vestirnos de la nueva condición humana, que consiste en la justicia y la santidad verdadera”.
Cuestionó que actualmente el hombre está sumergido en un mundo neo pagano que talvez no persigue físicamente, pero que impregna sutilmente todo el ambiente y es una continua tentación para seguir sus deseos engañosos o sus ídolos y por eso el cristiano debe saber remar contracorriente y no vivir según el hombre viejo y que crece más que el nuevo sino según el estilo y la novedad radical de Cristo.