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Hacia el Bicentenario del país: la Honduras que imaginamos

Sergio A. Membreño Cedillo

Asesor de políticas y Coordinador de la unidad de generación de conocimiento, y Coordinador del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2021 del PNUD. Ex Secretario Ejecutivo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). En Twitter: @SergioAMembreo1

  1. Contexto y desafíos.

En el contexto previo del Bicentenario del país, que se cumple en septiembre del 2021, Honduras necesita repensar su desarrollo con una visión de largo plazo. El COVID-19 tiene un profundo impacto en la pobreza, desigualdad y desarrollo humano. Nuestro país alcanzará su Bicentenario sin resolver los problemas estructurales del siglo XX: pobreza extrema, desigualdad, injusticia, falta de un crecimiento económico inclusivo y elevada corrupción e impunidad. En los últimos 20 años del siglo XXI se agregan los efectos del cambio climático, la brecha digital en uso de tecnología y las pandemias.

  1. Discernimiento y posibilidades.

Hay necesidad de discernir los tiempos que vive el mundo y Honduras. Precisar la época que cambia y que nos ha tocado vivir: El espíritu de los tiempos o Zeitegest. Pero también, en este nuevo mundo de complejidad, incertidumbre y amenazas, se abre un futuro que, como posibilidad redentora, nos convoca a no abandonar la esperanza que Honduras puede ser transformada por el poder de Dios y la imaginación y talento de las hondureñas y los hondureños.

  1. Volver a reconstruir los principios y valores que perduran.

En las vísperas del Bicentenario de país, el tiempo se agota. Son 200 años de historia. Se unen lo banal y lo heroico. Lo trascendente y lo vil. Honduras necesita volver a reconstruir los valores perdidos en el largo camino de su historia: respeto a la vida, convivencia humana, cuidado de la creación y la naturaleza e integración familiar. Con una educación inclusiva y transformadora basada en los principios de integridad, servicio, solidaridad y respeto a las leyes. Una ciudadanía activa, un político íntegro y capaz, un empresario innovador y solidario. No es viable, para el bienestar de la sociedad, perpetuar los vicios, errores y desaciertos que históricamente hemos cometido.

  1. Prerrequisitos de la transformación.

El entorno complejo por los efectos del COVID-19, en una sociedad más polarizada por el escenario político del país, y con un espacio reducido de oportunidades de desarrollo, hacen impostergable que el país cuente con una visión integradora, elevada eficiencia en la gestión pública, unidad de todos los sectores de la sociedad y ética de los liderazgos políticos, empresariales y sociales del país. Estos elementos son un prerrequisito para la transformación humana y espiritual.

  1. La gente, riqueza de la nación.

La agenda a favor de los vulnerables y más pobres, es la base del desarrollo humano y la gobernabilidad. Incluye mujeres, jóvenes, niñez, pueblos indígenas y afrodescendientes, migrantes y discapacitados. Una sociedad que abraza la inclusión, centrada en el principio que todos tienen los mismos derechos, que es fundamento de la paz. Sin justicia no habrá paz, y sin paz no habrá futuro. Ya lo afirmaban nuestros poetas insignes que la verdadera riqueza de las naciones son los seres humanos. Lo expresaron Froylan Turcios en “La oración del hondureño”, Alfonso Guillén Zelaya en “Lo esencial”, Clementina Suárez “Con mis versos saludos a las generaciones futuras” y Roberto Sosa en “Los pobres”.

  1. La Honduras transformada: Reencuentro y reconciliación.

La Honduras transformada inicia por el reencuentro y reconciliación con la Honduras imaginada por nuestros próceres insignes José Cecilio del Valle, Francisco Morazán, José Trinidad Cabañas y José Trinidad Reyes; intelectuales como Alberto Membreño, Rafael Heliodoro Valle y Ramón Amaya Amador; pensadores y periodistas como Álvaro Contreras Membreño, Alfonso Guillén Zelaya y Ventura Ramos; y líderes reformadores como Ramón Rosa, Juan Manuel Gálvez y Ramón Villeda Morales. Una Honduras para todos con respeto, justicia y paz.

  1. El Pacto del Bicentenario.

La respuesta a la crisis requiere un Pacto Social integrador o Pacto del Bicentenario a fin de cambiar la dinámica entre Estado, empresarios y sociedad, centrado en transparencia, lucha anticorrupción y fortalecimiento de la democracia. Más que modernización del estado, es la transformación del estado. En este pacto, el funcionamiento del Estado de derecho y el apoyo hacia la política social, emergen como rectores de la gestión pública orientada al bienestar y seguridad de la población, y deben ser repensados como elementos principales de transformación. No debe haber una agenda económica y otra social. Hay una sola agenda: la del desarrollo, y los pobres y vulnerables son el centro de esta agenda

  1. Prioridad nacional: reducir las desigualdades.

Se requiere de una visión integral del desarrollo humano con un enfoque multidimensional. En esta línea de pensamiento, existen tres elementos relacionados al considerar la respuesta a la crisis del país. Primero, fortalecer la educación y la salud integral como bien público. Segundo, repensar la protección social inclusiva como un derecho humano fundamental consistente con la justicia, la convivencia y la dignidad humana a fin de reducir desigualdades en el corto y mediano plazo. La protección social universal como política pública debe de responder a los más pobres y vulnerables del país. Tercero, la política económica, especialmente la fiscal, debe reorientarse para financiar el déficit social estructural y de empleo que afectan a la población históricamente excluida.

  1. Tiempo de imaginar con una mirada de futuro.

Las prioridades de desarrollo inmediatas de esta multicrisis debe emprenderse con la mirada puesta en el futuro. La gestión de desarrollo será afectada por las decisiones que el país tome. Una nueva mirada sobre viejos problemas. Necesitamos imaginar nuevas posibilidades y hacer un llamado colectivo por la transformación. 200 años de historia en un caminar sinuoso de aprendizaje, que, como sociedad debemos valorar con integridad y humildad a fin de superar los errores que nos han alejado del desarrollo, la justicia y la paz.

  1. El poder de la esperanza y el liderazgo transformador.

El Bicentenario es un tiempo de reconstruir una Honduras transformada. De unir esfuerzos, de buscar en el amor, la solidaridad y el servicio como principios vivos de un liderazgo renovador en la gestión pública y en la actividad privada. Es imprescindible desestructurar el caudillismo político, herencia histórica y transgeneracional de esos dos siglos de historia que dejamos. Debemos forjar una nueva generación centrada el liderazgo transformador que la ciudadanía demanda. El poder de la esperanza es creer que lo imposible es posible.

  1. Aporte a la Patria.

El nuevo Informe Nacional de Desarrollo Humano 2021, publicado por el PNUD, centrado en el Estado de Derecho, es una contribución al país después de 10 años de no elaborarse. Esperamos, humildemente, que sea un esfuerzo comprometido de académicos, intelectuales, empresarios, obreros, campesinos, líderes sociales, mujeres, jóvenes, niñez y pueblos indígenas y afrodescendientes y migrantes. Que este Informe sea un instrumento de esperanza para la ciudadanía y una oportunidad de construcción colectiva y compromiso por una Honduras transformada.

  1. La Honduras que imaginamos.

Vivimos en un tiempo desafiante pero que abre nuevas posibilidades y nos convoca a guiarnos por la esperanza y pequeñas luces de esperanza en un panorama sombrío. Para que nos ilumine y soñemos que es posible construir una nación transformada: Los y las jóvenes son parte de los cambios que vienen. El Bicentenario es un hito histórico, pero también es un reencuentro con el futuro: un caminar hacia la tierra prometida. Lo que construyamos ahora es un legado para nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos.

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