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Gritos de la primera infancia hondureña.

Dr. Ignacio Alonzo

En realidad, los niños de Honduras no solo lloran al nacer cuando salen del claustro materno, lo siguen haciendo debido a la falta de la implementación de una política pública tendente a establecer los cuidados que pertenecen a los infantes hondureños. Según el Segundo Informe de Progreso de Políticas de Primera Infancia (2024) patrocinado por FEREMA, OEI y El DIÁLOGO Interamericano, presenta una situación con escasos cambios con respecto al primer informe que se presentó en el año 2019. Las áreas estratégicas que apunta dicha política se encamina a salud, educación, seguridad alimentaria y nutricional, protección, recreación y formación de valores. Lo cual parecen excelentes. Como siempre en nuestro País los temas más ingentes se tratan con mucha emotividad, al comienzo, para luego irlos postergando, como si el hambre espera, como si la educación es un gasto y no meramente una inversión, o el tratamiento de los infantes no es tan importante, como si la nutrición no afectara el desarrollo físico e intelectual de los niños. Los esfuerzos del Estado de Honduras deben volcarse a rescatar y sacar a la superficie a un segmento de la población hondureña como son los infantes entre los cero y seis años, edad crítica a la que se le debe brindar una atención sin escatimar esfuerzos de ninguna naturaleza.

El cometido de instituciones y programas impulsados desde el gobierno de la República como es el caso de la Red Solidaria, que por mandato legal lo hace mediante el Decreto Ejecutivo Número PCM-08-2022, citado en el Segundo Informe (2024). La SEDESOL, SENAF, SEDUC, entre otras secretarías tienen una gran responsabilidad de rectorar, formular, coordinar, gestionar, monitorear y evaluar esta política pública que de llegar a tener éxito en todos los procesos, sin duda le estarían garantizando a Honduras, una generación de niños y niñas capaces de afrontar una sociedad sumamente competitiva, pero, como de todos es sabido, siempre estamos viendo y extendiendo la mano a países cooperantes que se apiaden de nuestros niños y niñas con la implementación de programas que alivien y apaleen un poco el destino incierto que les espera.

El financiamiento siempre es como el principal obice que sale al frente al momento de la implementación de los programas sociales de atención, en este caso, a los hondureñitos que están en la primera infancia, pues los estudios dicen que si no hay una debida atención en esta edad, estos niños comprendidos en esa etapa decisiva de la vida, podrían ser los próximos indigentes no solo de pan, sino del conocimiento, expuestos a ser torpedeados por los cambios violentos a que esta sociedad experimenta en este Siglo XXI.

Sin lugar a duda, existen en Honduras organismos nacionales e internacionales que atienden la primera infancia entre otros, UNICEF, Childfund, Ayuda en Acción, Visión Mundial, Save The Children,
USAID, Banco Mundial, BID, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, sin dejar de mencionar a organizaciones de la sociedad civil y fundaciones privadas como Ficohsa y Fundación Terra. (IPIH, 2024).
La atención que brinda el Nivel de Prebasica del Sistema Educativo Nacional, queda a deber siempre, pues las condiciones en que los niños reciben sus primeras letras no son las mejores, ni las más apropiadas y casi rayan con la improvisación de los espacios físicos. Pese a que hay excelentes intenciones y planes de mejora no son para el corto plazo, más están planteadas para alcanzarlos en los próximos veinte años. Así que este informe muestra que “ no existen criterios y mecanismos para asegurar la calidad de los servicios prestados a la primera infancia. Especial precariedad se revela en situaciones de crisis.” (IPIH, 2024, p.11).
De esta manera constituye un enorme desafío esta Agenda Regional la cual es ambiciosa pero necesaria, pues recoge las aspiraciones legítimas de toda una región que adolece de situaciones similares. Está cruzada y hazaña de los gobiernos latinoamericanos abarca lo financiero, servicios y medición de desarrollo infantil, colaboración y alianzas. De ahí, que los países firmantes están llamados a priorizar e implementar políticas educativas y sociales a efecto de cambiar los gritos de desesperanza de millones de infantes de estas latitudes latinoamericanas, por cánticos de esperanza y de mejores oportunidades para esta generación mal llamada “de cristal y líquida” distintivos muy marcados y hasta peyorativos en nuestros días. Por lo tanto, no es de esperar, es ahora, de lo contrario tendremos ya no “ciento veinte millones de niños en medio de la tormenta” como exponía Eduardo Galeano en su célebre libro “Las venas abiertas de América Latina” sino, que a lo mejor será el triple o cuádruple la cantidad de niñas y niños expuestos sin destino ni rumbo seguro de ser mejores ciudadanos en condiciones de igualdad y con las mismas o mejores oportunidades.
Ante los gritos de la primera infancia hondureña, Salvemos la infancia de hoy, para tener hombres y mujeres desarrollados, capaces de dar cuenta de su historia y de su destino.

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