Doha – Olivier Giroud hace su camino. Al margen del brillo que desprende Kylian Mbappé, el atacante ha logrado ya tres dianas en el Mundial de Qatar que le han colocado como máximo goleador histórico de Francia, por delante de Thierry Henry.
Pero el veterano jugador del Milan se ha revelado también como un complemento perfecto para la estrella del París Saint-Germain, el pivote sobre el que reposa buena parte de su peligro.
Mbappé tiene claro que su talento se sublima cuando juega con un «9» a su lado, lo que le permite aprovechar su velocidad y potencia desde la banda izquierda, su posición preferida.
Ese papel lo juega a la perfección Giroud, que gracias a su imponente figura de casi dos metros, su corpulencia y su astucia permite fijar a las defensas y sirve de parapeto para los balones que llegan desde el ataque.
«Casi me gusta tanto por los goles que marca como por las opciones que da al equipo», asegura el seleccionador, Didier Deschamps, que obligado por la ausencia de Karim Benzema ha rehabilitado a un delantero que, tras la pasada Eurocopa, parecía ya defenestrado.
CONEXIÓN RECOBRADA
«Ya sabemos que Mbappé puede marcar diferencias él solo, pero tener un atacante de apoyo es algo que le gusta», agrega el técnico, encantado de haber recuperado la conexión entre dos futbolistas que en el pasado no siempre han tenido unas relaciones fluidas.
Ahora, la corriente pasa entre ambos y en lo que va de Mundial Mbappé suma cinco goles y dos asistencias y Giroud, tres tantos.
El delantero del PSG, que justo antes de la pasada Eurocopa criticó duramente a Giroud, ha aprendido que un jugador de sus características le ofrece nuevas oportunidades.
De hecho, Mbappé pidió el pasado verano un delantero centro para el PSG, era una de las exigencias para renovar su contrato, contar con un «9» de garantías. El propio Mbappé se entrevistó personalmente con el polaco Robert Lewandowski, pero el del Bayern Múnich prefirió la oferta del Barcelona.
Tampoco llegó el noruego Erling Haaland y por exigencias del guion Mbappé se vio obligado a actuar de «pivote» en su equipo, para ceder el juego de bandas a Neymar y Leo Messi.
En septiembre pasado ya dejó claro que en la selección se sentía más cómodo que en el PSG.
«Aquí me piden cosas diferentes que en el club. Tengo mucha libertad aquí. El entrenador sabe que hay un número 9 como Olivier (Giroud) que se ocupa de las defensas y yo puedo buscar los espacios, pedir balones. En París eso no pasa, me piden que haga de pivote, es diferente», aseguró.
Muchos vieron en esas palabras la confesión de que se arrepentía de haber renovado con el PSG e, incluso, aseguraban que había pedido salir en enero.
El futbolista lo desmintió, pero aseguró que jugar de «pivote» era «un sacrificio».
Con Giroud en el campo tiene libertad para expresar todo su talento y la complicidad entre ambos se nota también en la forma en la que celebran juntos los goles.
«Nos divertimos mucho juntos. No hay más que ver las fotos de la celebración, creo que hablan por si mismas», asegura el jugador del Milan, que asume bien el rol que le ha tocado vivir en una película en la que no es el protagonista. (RO)