Madrid.- Fue Cecil B. De Mille quien dijo que una película debía empezar con un terremoto y de ahí ir hacia arriba. El cineasta mexicano (y muchas cosas más) Horacio Alcalá cumple literalmente con este «mandamiento» del maestro y comienza su fascinante «Finlandia» por el final: el rugido de la tierra y una ‘muxe’ bajo los escombros.
La cámara sigue a una mujer que contempla un cadáver sepultado en los restos de una casa: es claramente la cara de un hombre muy maquillado y envuelto en una toca blanca primorosamente bordada.
«Las muxes no son hombres, ni mujeres, son un tercer género», explica en una entrevista con EFE el director mexicano, que muestra por primera vez en el cine a esta comunidad tan especial por dentro, como por fuera. Mística, espiritual, de componentes ancestrales y a la vez, la realidad más moderna y actual, «Finlandia» habla de la aceptación.
Al principio del tiempo, sobre todo en las poblaciones primitivas de América, del norte y del sur, antes de que llegase la Iglesia católica, existían más sexos que masculino y femenino, cuenta el realizador, que ha paseado su película por diferentes festivales del mundo con gran éxit y que el viernes 10 de junio la estrena en España.
«Los indios navajos, por ejemplo, tenían seis géneros, pero podía haber tres o cuatro. Aquí, en la zona de Oaxaca (México) -donde ocurre «Finlandia»- están las muxes y hay otro género más, las nguiu».
UNA HISTORIA DE AMOR IMPOSIBLE
Alcalá cuenta a EFE que, aunque él buscaba un proyecto para hablar de la moda, un amigo suyo le propuso «humanizarlo» a través del trabajo de las muxes. «Esa noche no dormí, era la primera vez que oía el término, y no pude parar de buscar en internet y ver documentales, fotos…al día siguiente, el productor Aitor Echeverría tenía una propuesta para hacer la película».
Las muxes que elige Alcalá son bordadoras de telas exquisitas, artesanales, muy coloridas, que llaman la atención de una «tiburona» de la moda, una española que envía a su mejor diseñadora, Marta (Andrea Guash), para que «adapte» (piratee) los motivos de sus telas.
Ella no está pasando por su mejor momento y descubrir a las muxes, su vida espiritual, su curioso modo de interrelacionarse con el pueblo y el cariño incondicional de una de ellas, que la introduce en la comunidad, hace que se replantee muchas cosas. «Finlandia» es también una historia de amor imposible, el descubrimiento de muchos secretos y el latido de la tierra que enjuga lágrimas y protege como una madre.
«Nos fuimos a Juchitán (centro neurálgico de la cultura zapoteca), las conocimos, pasamos tiempo con ellas, las entrevistamos y guardamos mucho material para compartirlo con el guionista; así, el resultado es una película hecha con pequeños fragmentos de cosas que han vivido las muxes, y mías también», apunta Alcalá.
Recuerda que fue monaguillo de pequeño, como lo es el protagonista. «Soy católico, fui a un colegio marista y viví todo ese adoctrinamiento religioso que al final es lo que empuja a este chico a hacer no lo que él quiere, sino lo que la madre le tiene reservado para él: que fuera sacerdote.
Mariano (Erik Israel Consuelo) es un chaval que empieza a definirse como muxe. Delirio (Noé Hernández) «es como la madre o la abuela de todas, que tiene la obligación de ayudarles a aceptarse». Alcalá mezcló estos rostros tan conocidos (ambos, actores de «Narcos: México») con muxes autenticas.
UN TEMA DESCONOCIDO
Cuando se mostró la película en México, en festivales y eventos, «fue como poner un espejo y mostrar la doble moral de la sociedad, pero también hablar de un tema desconocido y del que no se habla». Curiosamente, explica a EFE, fue criticado por hacer cine sobre muxes no siendo muxe.
El hasta ahora documentalista, autor, entre otros, de «A ras de cielo», sobre sus años en El Circo del Sol, reivindica su derecho a hacerlas protagonistas de su primera historia ficcionada. «He tratado de endiosarlas, de empoderarlas», apunta, y anuncia que la cinta llegará a las salas en México el 7 de septiembre.
¿Cómo se sabe que uno es muxe?. «Asumimos que es más una cosa emocional que sexual, es muy difícil describir algo tan antiguo», señala. Porque «Finlandia» habla de un pasado muy antiguo, pero paradójicamente moderno.
«¿El futuro? Antes de la pandemia yo creía que había un futuro que podíamos escribir, planear. Durante la pandemia me di cuenta de que no, que en realidad somos pequeñas gotas en el mar. Nuestro futuro es lo que construyamos ahora», considera Alcalá.
(ir)