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¿Es importate el marco macro?

Julio Raudales

El miércoles recién pasado, Los Estados Unidos de América, la economía que ha sido de forma sostenida, la más desarrollada del mundo durante el último siglo, estuvo a solo 12 días de declarar por primera vez en su historia, un “default”, es decir, incapacidad para el pago de sus deudas. Eso sería catastrófico ya que hundiría a ese país -y con el a todo el planeta- en una grave recesión.

El presidente Biden, quien no cuenta con suficiente respaldo del Senado para conseguir que éste autorice a su gobierno a tomar nuevo endeudamiento, para cubrir los compromisos que deberá afrontar después del 18 de octubre, apeló a la sapiencia de su secretaria del tesoro, la señora Janet Yellen, quien además presidió la Reserva Federal en las administraciones de Obama y Trump, para que pudiera convencer a los senadores y que estos accedieran a romper dicho techo por dos meses y así alejar el fantasma de una nueva crisis.

El presidente norteamericano tiene entonces hasta diciembre para maniobrar arduamente, a fin de convencer a los legisladores de ambas cámaras, para que aprueben su plan de endeudamiento y gastos copiosos por 3 billones y medio de dólares. Así que, de momento, la situación está controlada, aunque para algunos analistas, solo ha sido un atajo momentáneo al desastre que se avecina, si es que la potencia del norte continúa incrementando su nivel de gasto público de forma incontrolada.

La deuda actual de los Estados Unidos sobrepasa ya los 28 billones de dólares. El Departamento del Tesoro de aquel país supervisa la emisión el dinero (a diferencia del resto del mundo en donde son los bancos centrales quienes se encargan de ello) y lo pone en circulación mediante la venta de los famosos Bonos del Tesoro, que en su mayoría son comprados por China. Este detalle es quizás el asunto que en la actualidad genera el mayor debate en torno a si se debe o no autorizar elevar el techo de la deuda de ese país.

El asunto es que el presidente norteamericano quiere elevar el gasto público en 3.5 billones, para construir obras de infraestructura, mejorar la atención en las escuelas y centros de salud y también la atención a los ancianos. Todo esto parece muy bien. La pregunta que muchas personas se hacen es obvia: ¿Es inteligente que el dinero para mejorar el nivel de vida actual salga de un mayor endeudamiento, sobre todo con China? Ahí está el detalle como decía Mario Moreno.

Hace una semana, en este mismo espacio, destaqué la importancia del Marco Macroeconómico en la programación económica de Honduras (y de los Estados Unidos), si es que se desea proyectar de manera realista el desarrollo del país en el mediano plazo. También dije que lamentablemente, ninguna de las propuestas de gobierno presentadas hasta ahora por los candidatos presidenciales y sus equipos, está enmarcada en este instrumento.

El debate que se plantea en los Estados Unidos es similar al que tenemos hoy en Honduras. En los últimos años, el nivel de endeudamiento de nuestro país se ha disparado en circunstancias similares que el de los norteamericanos. La diferencia es que, en el país del norte, la población sin duda ha mejorado su nivel de vida luego de la crisis de 2008. En nuestro país, pese al control de las variables macroeconómicas observado en los últimos años, las cosas con la gente han ido para peor. Los ingresos por trabajo son precarios, los servicios públicos de peor calidad, la infraestructura inadecuada.

Entonces ¿De que nos sirve que las tasas de interés estén bajando, que la inflación sea menor al 5%, que los déficits públicos estén controlados y el tipo de cambio se mantenga estable?

Bueno, seguro que las cosas irían mucho peor si el marco macro no fuera el actual. Venezuela, Argentina y Haití son claros ejemplos de que nunca se toca fondo. Sin embargo, la política es el arte que los seres humanos usamos para tratar de mejorar nuestras vidas colectivamente y si eso no sucede, entonces los políticos fracasan.

En el país del norte se alimenta un debate que hoy trasciende al del equilibrio macroeconómico. Biden se ha rendido al ala izquierda del Partido Demócrata, quienes se mueven alrededor de una idea innovadora: La Teoría Monetaria Moderna. Los académicos que defienden esta tesis, plantean que es un mito el control del gasto público per sé y que este se puede incrementar para mejorar las condiciones de vida de la gente, sin temor a defaults u otros problemas.

Probablemente el debate se traslade también a nuestros países en el corto plazo y habrá que afrontarlo con inteligencia para no caer en las trampas del pasado. Ojalá.

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