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Entre el «¿hay café?» y la larga espera: 400 periodistas en vilo por la Celac

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Buenos Aires.– «¿Hay café?». Buena parte de los casi 400 comunicadores acreditados en la Cumbre de la Celac celebrada este martes en Buenos Aires se preguntaba lo mismo. Y no es para menos: la necesidad de estar alerta y lograr una jugosa declaración en medio de la hermética y extensa sesión plenaria se torna una proeza.

Los alrededores del exclusivo Hotel Sheraton de Buenos Aires, elegido para alojar la séptima reunión de jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, amanecieron hoy repletos de vallas y efectivos de seguridad para blindar la cita.

Una situación que, más allá de que sea habitual en este tipo de eventos, complicó el acceso y puso los nervios de punta -aunque sea un poco- a los periodistas acreditados, necesitados de llegar antes de las 8.15 horas (11.15 GMT) y cumplir con los rígidos requisitos impuestos por la organización: quien no llegara a tiempo, ya no podía entrar. Y una vez dentro… ya no se podía salir.

Una vez hecha la fila para entrar al hotel y traspasar el escáner de seguridad -los camarógrafos y fotógrafos que cubrieron la bienvenida oficial a los líderes tuvieron que hacerlo dos veces-, el objetivo era llegar a la zona de prensa, en el primer piso.

Y aunque al principio se hizo esperar, había café. También las típicas medialunas (croasanes) argentinos, tanto de manteca como de grasa …pero volaron rápido.

LAS ENTREVISTAS PASILLERAS

En total, dos salas de prensa: una de ellas llena de mesas para trabajar -elegida por la mayoría y por ende, bastante calurosa-, y la otra dispuesta para celebrar conferencias de prensa de toda aquella delegación, de los 33 países presentes, que deseara contar algo al margen del cónclave a lo largo del día.

Sin embargo, como no pocos aventuraban, finalmente esa estancia sirvió más para trabajar de forma ‘fresquita’ que para hacer preguntas a políticos, ya que gran parte de los pocos que optaron por hablar, antes de la conferencia de prensa final -organizada por Argentina-, lo hicieron en medio de una guerra de periodistas en el pasillo.

Es el caso, por ejemplo, del embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, que dio un breve ‘canutazo’ rodeado de una multitud de cámarógrafos -todos amontonados-, con muchos periodistas quedando fuera por falta de espacio.

UNA CUMBRE CERRADA, PERO NO TANTO

Una vez comenzado el cónclave de presidentes en otro ala del hotel, que salvo las palabras iniciales fue a puerta cerrada -según estableció la organización de Presidencia-, la duda asaltaba: ¿Qué vamos a escribir antes de la conferencia de prensa final de las 17.00 horas (20.00 GMT)?

Por suerte, casi todos los Gobiernos difundieron de una u otra forma, y por su cuenta, los vídeos con los discursos de sus presidentes. Por tanto, una preocupación menos.

En tanto, con el cansancio de tanto escribir, fotografiar y grabar, la tensión y el trabajo de toda la mañana acumulados, sin olvidar los repentinos problemas de «¿se ha cortado internet?» y teniendo en cuenta la dificultad para salir y entrar del hotel, la pregunta por el café derivó en «¿no hay nada de comer?».

En torno a las 14.00 horas (17.00 GMT), en el mismo pequeño vestíbulo que divide una sala de prensa de la otra, el personal a cargo del cáterin empezó a distribuir pasta, empanadas y sándwiches, que muchos saborearon sin dejar de teclear.

Con el estómago lleno, la tarde fue trascurriendo con las especulaciones habituales sobre qué se estaría viviendo entre bambalinas, puertas adentro de la sala de presidentes.

Casi a la misma hora en la que debería estar celebrándose la rueda de prensa final -que como era de esperar se demoró varias horas-, las apariciones ‘pasilleras’ animaron el clímax informativo entre el silencio oficial.

Después de que empezara a hablar entre flashes en el pasillo, y por clamor popular de los comunicadores, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, aceptó acudir a la sala de conferencias para hablar de forma más ordenada. Poco después de la intervención del gobernante uruguayo, apareció en la misma sala el colombiano Gustavo Petro.

Una jornada intensa en la que no faltaron protestas a las puertas del hotel por la situación de países como Venezuela y Perú y que, pese a la intensidad informativa, dejó infinidad de anécdotas y risas entre los periodistas y por los reencuentros de muchos colegas de prensa en la primera gran cumbre latinoamericana presencial desde antes de la pandemia. EFE

(ir)

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