Tegucigalpa – Un mensaje de optimismo y de ganas de levantar a Honduras, una nación centroamericana sumergida en una profunda crisis, fueron las palabras que resonaron en el hemiciclo legislativo, cuya concurrencia pareció sacudirse ante la perplejidad de quienes estiman que el país está a punto de convertirse en un Estado fallido.
No es momento para lamerse las heridas, es momento de ver hacia delante y pensar en el país, deponer actitudes individualistas, forjar la unidad nacional y tener una visión integral de la ruta de la nación, fueron algunos conceptos vertidos por el embajador de Honduras en Washington, Jorge Ramón Hernández Alcerro, al momento de ser honrado por el Parlamento de su país.
El jefe de la misión diplomática de Honduras ante la Casa Blanca, fue condecorado por el Congreso Nacional con la Gran Cruz con Placa de Oro.
Hernández Alcerro es un brillante hondureño, polifacético, empresario, jurista, político, diputado constituyente y un diplomático de carrera que ha sabido defender los intereses de Honduras en lo doméstico y en diversos escenarios en el exterior.
Al momento de recibir la presea el diplomático expresó sentirse en casa, entre colegas y amigos. “El Congreso Nacional fue una gran escuela para mí y tuve la feliz oportunidad de hacer muchas amistades en todas las bancadas aquí representadas”.
Y agregó: “Cuando el diputado Chang Castillo me comunicó que el Congreso Nacional había decidido entregarme de manera unánime esta condecoración, me sentí colmado por la generosidad. Por eso no puedo decir en palabras lo que siento”.
“Es en momentos difíciles donde salen los grades pueblos. La determinación y el empeño de los pueblos y de sus líderes son los que le dan carácter a las naciones. La solución a los problemas que enfrentamos está en nosotros mismos… Es más fácil señalar a otros de la culpa, en lugar de ser parte uno mismo parte de la solución”, dijo. | Discurso completo |
El ilustre hondureño añadió que “sobran quienes digan que somos un Estado fallido… Esa aseveración es una falsa profecía para asustar a los débiles de espíritu. No estamos los hondureños para lamernos las heridas. Los grandes problemas requieren de soluciones y los pueblo y sus líderes deben ser determinados”.
