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El ritual funerario maya con piedra de jade recobra en París su esplendor

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París – Los rituales realizados en las sepulturas de los líderes mayas con la creencia de que les facilitaban el ascenso al plano celestial recobran en París su esplendor con una exposición que reúne, por primera vez, esas piezas arqueológicas fuera de México.
 

La muestra «Las máscaras de jade mayas» se abre al público desde mañana y hasta el 10 de junio en la Pinacoteca de la capital gala y tiene como eje central 13 máscaras fabricadas con mosaicos de esa piedra verde a la que asignaban un valor sagrado.

La restauración de esos objetos es fruto de diez años de investigación, encabezada por la experta mexicana Sofía Martínez del Campo, cuya labor ha permitido comprender su simbología y calificarlos como el descubrimiento arqueológico más importante de México en el último decenio.

La reconstrucción que hace posible imaginarlas en su contexto original no fue precisamente fácil, porque las condiciones de humedad y de temperatura de las sepulturas había disgregado las piezas que las componen.

«Estaban totalmente derrumbadas sobre el suelo de las tumbas, porque perdieron su soporte de madera y estuco. La dificultad radicó en encontrar el lugar de cada una dentro del mosaico de jade, dentro de la máscara en sí, porque están hechas con entre 20 y 250 piezas», explicó Martínez del Campo, comisaria también de la muestra.

Superado ese paso, a París han llegado 13 de las 35 descubiertas hasta la fecha, que se acompañan de relieves, cabezas esculpidas, esculturas y otros objetos con los que fueron sepultados nobles mayas del periodo clásico de esa cultura, situado entre el 250 y el año 900 después de Cristo.

La exposición, según su comisaria, «no es muy grande en extensión, pero sí en importancia, porque es la primera vez que se reúnen las máscaras restauradas (expuestas hasta ahora en diferentes museos) para ser exhibidas en un mismo espacio».

El recorrido acerca al visitante a una parte de esa cultura menos conocida y grandiosa que ruinas como las Palenque, Uxmal y Chichen Itzá, pero que posibilita profundizar, según sus responsables, en su «sofisticada y misteriosa cosmogonía».

Algunas de esas máscaras representaban los rostros de los dirigentes, como el del rey Pakal, mientras que otras reflejaban a divinidades del panteón maya, que al igual que hicieran los incas, combinaban rasgos humanos, animales y vegetales, y eran portadas por los mandatarios en ceremonias rituales.

Esas obras, que comenzaron a descubrirse hace 60 años, alían por tanto el prestigio político con la representación de lo sagrado, y tienen en común su elaboración en jade, el material más preciado para los mayas.

Esa piedra, según Martínez del Campo, tenía «una característica muy importante: la selva del Yucatán es muy húmeda y el jade es muy frío. Cuando le daba los primeros rayos del sol surgía vapor de la piedra y los mayas creían que estaba viva. Ese humo significaba la presencia de las fuerzas sobrenaturales dentro de la piedra y la utilizaban para crear objetos sagrados».

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