El obispo William Barber se ha parado firme después de que se le negara un lugar para sentarse. El hecho sucedió el día después de Navidad.
Barber es un reconocido activista por los derechos civiles, copresidente de la Campaña de los Pobres, teólogo y predicador. Es profesor de la Universidad de Yale y director fundador del Centro de Teología Pública y Políticas Públicas de la Escuela de la Divinidad de esa institución universitaria. Además, sirvió durante 30 años como pastor de la Iglesia Cristiana Greenleaf de la ciudad de Goldsboro, en el estado de Carolina del Norte.
La madre de Barber, de 90 años, quería pasar la Navidad con él. Ambos deseaban ir al cine a ver la nueva versión, recién estrenada, de “El color púrpura”, una película de 1985 basada en la novela homónima de Alice Walker, ganadora del premio Pulitzer. Para ello se dirigieron a una sala de cine de la cadena AMC en la ciudad de Greenville. Fue ahí cuando empezó su problema.
En una conferencia de prensa que brindó días después, Barber, cuya elocuente y vibrante oratoria ha sido comparada con la de Martin Luther King, se conmovió al describir lo sucedido:
“Tuvimos que venir a Greenville porque, como saben, no hay muchas salas de cine en el este de Carolina del Norte, en nuestras pequeñas localidades rurales como Roper, Piney Woods, Jamesville, Bertie, Chocowinity, Plymouth… Vinimos con la intención de disfrutar de la música y de la historia de esta película, que es una historia de superación ante la adversidad. […] La película era un regalo para mi madre, quien llegó a Carolina del Norte en la década de 1960 como profesional administrativa del Gobierno federal, con el propósito de contribuir, junto con mi padre, a la integración de las escuelas públicas. Quien pidió a mi padre que viniera aquí fue E. V. Wilkins, el exdirector de lo que en ese entonces era la Union School de Roper, en Carolina del Norte, una escuela a la que solo asistían estudiantes negros. Se suponía que ir al cine esta semana para ver esta película sería un regalo tanto para mí como para ella”.
El hermano menor de Barber murió de cáncer de páncreas hace varios años, lo que lo convirtió nuevamente en hijo único. Esto hizo que el tiempo que comparte con su madre adquiriera una importancia aún mayor. Barber describió su lucha contra su propia discapacidad:
“Desde hace más de 30 años sufro de artritis. Es un tipo de artritis inusual, pero es una de las formas más peligrosas y debilitantes de la artritis, llamada espondilitis anquilosante. […] Ahora camino con dos bastones y necesito llevar una silla alta siempre conmigo. […] No puedo sentarme en una silla baja o levantarme de una posición baja”.
El personal del cine AMC de Greenville, Carolina del Norte, no permitió que Barber utilizara su silla especial en la sala de cine. Las autoridades de la sala llamaron al personal de seguridad y a la policía, quienes sacaron a Barber del cine por la fuerza.
Barber se puso entonces morado, pero no vio “El color púrpura”.
En conversación con Democracy Now!; el obispo expresó: “Pienso en otras personas en el mundo que, por temor, optan por no salir ni intentar disfrutar de lugares públicos. La ley dice que hay que contemplar [las necesidades de las personas con discapacidad] y ofrecer adaptaciones razonables. No hubo ninguna intención de ofrecerme una solución adecuada, solo se me dijo que no, que no podía quedarme [en el cine], punto, fin de la historia”. Barber ha llevado su silla especial consigo a todas partes, desde la Universidad de Yale hasta los confines de la cárcel, desde Broadway hasta el Vaticano y los pasillos de la Casa Blanca… Hasta el momento nunca había tenido ningún problema al respecto.
La llamada Ley para Estadounidenses con Discapacidades, también conocida como Ley ADA, por sus siglas en inglés, prohíbe actos discriminatorios contra personas con capacidades diferentes en el ámbito laboral. Asimismo, prohíbe la discriminación por parte de los Gobiernos estatales y locales —antes de la Ley ADA ya regía una prohibición similar en instalaciones federales y programas financiados por el Gobierno federal—. La ley también prohíbe la discriminación en lugares públicos, como cines y restaurantes, y establece requisitos de accesibilidad para los sitios web.
Sin embargo, más de 33 años después de la aprobación de la ley y su promulgación por parte del expresidente republicano George H.W. Bush, las personas con discapacidad continúan enfrentando diariamente situaciones de discriminación y exclusión.
Durante la entrevista que mantuvo con Democracy Now!, Barber agregó: “De todas las cosas contra las que tenemos que luchar en estos tiempos de guerra —el antisemitismo, la islamofobia, la homofobia, la lucha por el derecho al voto, por un salario digno, por el acceso a la atención médica—, estas dos personas optaron por luchar contra mí, contra alguien que tiene una discapacidad visible. Me privaron de ver una película sobre la superación y la familia, que es lo que mi madre tenía realmente ganas de ver ese día”.
Resulta irónico que el obispo Barber haya sufrido discriminación al intentar llevar a su madre, una activista por los derechos civiles, a ver “El color púrpura”, una película que ahonda en las experiencias de la comunidad negra en el sur de Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo XX, cuando las leyes segregacionistas de Jim Crow estaban vigentes…experiencias que dejaron una marca profunda en Barber y su familia.
Pero el reverendo Barber es un referente social. Tras el incidente, Adam Aron, director ejecutivo de AMC Theaters, la cadena de cines más grande del mundo, viajó en avión hasta Greenville para reunirse con Barber. Barber afirma que la conversación que mantuvieron es solo un comienzo.
En su conferencia de prensa, el obispo expresó: “Hay que analizar qué cambios sistémicos y de políticas de capacitación son necesarios para garantizar que esto no le ocurra a nadie más. […] En el futuro, la sigla AMC debería significar ‘Acomódame con Mucho Cuidado’”.