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El Museo de Bellas Artes de Amberes reabre con más espacio para arte moderno

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Bruselas.– El Museo Real de Bellas Artes de Amberes (KMSKA) reabre sus puertas este sábado tras una renovación que ha durado once años y alumbrado una nueva galería, de blanco reluciente, que amplía el espacio para exponer una colección de arte moderno que representa casi el 80 % de sus fondos.

El estudio de arquitectura KAAN ha utilizado los patios del edificio histórico del museo belga, que data de 1890 y casi desde el principio ha adolecido de falta de espacio para una colección creciente, para crear una nueva ala muy alejado del estilo neoclásico original, que se ha preservado para el resto del edificio.

Esta galería ha permitido ganar un 40 % de espacio adicional al museo, que tras unas obras que han costado cien millones de euros cuenta ahora con 21.000 metros cuadrados para una colección de más de 8.400 piezas, desde los maestros flamencos del siglo XIV hasta obras del siglo XX.

Para el presidente del museo, Luk Lemmens, la institución «todavía se asocia con demasiada frecuencia solo con los maestros antiguos», por lo que el espacio ganado permitirá dar «el lugar que merece» a la colección de arte moderno del museo que ha crecido con donaciones y con adquisiciones de los diferentes equipos directivos.

El 78 % de las obras del museo, en su mayoría pinturas y esculturas, son posteriores a 1880 y entre ellas destacan las principales muestras de los pintores belgas flamencos Rik Wouters y James Ensor, que tendrá su propia ala en el renovado museo.

«Hemos decidido presentar la colección en dos grandes periodos. Mostramos los maestros antiguos en la parte histórica y los modernos en el nuevo volumen y en la bisagra (entre los dos mundos) está situado el artista James Ensor», explica en un comunicado la directora general del museo, Carmen Willems.

La nueva galería, de un blanco impoluto de suelo a techo y superficies que casi reflejan al visitante, se ha convertido en el espacio para mostrar una «indiosincrática» colección dejando todo el protagonismo a los tres ejes en que se divide la muestra: «Luz», «Forma» y «Color».

En la primera figuran así «El Dieciséis de Septiembre» del belga René Magritte, que juega con la luz de la luna a través de los árboles, para ilustrar la importancia de la forma se ha elegido «Composición» de Jozef Peeters, mientras que el «Gran Sol» de Otto Piene hace honor a la idea de «color» con su esfera negra y blanca sobre llamativo fondo rojo.

Expresionismo, abstracción, surrealismo y los movimientos posteriores a 1880 quedan así separados de los grandes maestros flamencos, como Jan Van Eyck, Peter Paul Rubens o Rogier van der Weyden, que permanecen en las alas históricas del edificio. Solo puntualmente comparten espacio obras extemporáneas.

El vaso comunicante entre ambos bloques lo ha querido poner el museo en Ensor (1860-1949), uno de los pintores belgas más célebres, que abrazó el expresionismo y surrealismo en obras coloristas con especial gusto por lo grotesco y los motivos carnavalescos.

Además de para recuperar el color original de las fachadas, la década de cierre ha permitido al museo «investigar sobre su pasado colonial» ya que si bien no se construyó con fondos procedentes de las colonias que Bélgica tenía entonces en el Congo, muchos de sus donantes si participaban del comercio colonial, lo que hace que probablemente 57 piezas hayan sido financiadas con fondos procedentes del mismo.

La organización reconoce además que la historia del museo esta ligada a la celebración de un «zoo humano» en el que se exhibió a personas del Congo en la explanada delante del museo durante la Exposición Universal de 1894, aunque el museo no participó en la organización, por lo que en 2024 prevé una jornada de estudio para analizar este episodio cuando se cumplirán 130 años, así como dar cuenta de la historia colonial de algunas de sus piezas. 

(ir)

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