Tegucigalpa, Honduras. Así se están moviendo los poderes en Honduras. Con una agenda política de la presidenta Xiomara Castro que no corresponde con la agenda de sus políticos, quienes pasan más a la garduña que orquestados hacia un plan que se hace cada vez más difícil alcanzar.
Con el papel como estrella en las instituciones del Estado, y el papel moneda guardadito y sin ejecutar; con un Ejecutivo promotor de marchas, porque es necesario decirse a ellos mismos que no es cierto que quieren demorar el proceso de elección del fiscal general y el adjunto.
Y, hablando de fiscales, ¿para qué lo quieren ser? Acaba de confesar Luis Javier Santos que le ha dejado un riñón, la tercera parte de su hígado, la vesícula, un hijo asilado y siete días casi muerto en un hospital. ¡Ah!, pero está la vocación, ¿cuántos más podrán decir lo mismo?
Y en otro punto de ciudad Tegucigalpa, las vuvuzelas y alaridos se imponían en un parlamento cuya crónica se volvió reiterativa, y que celebraba la misa legislativa en medio de las lágrimas inconmovibles de una ministra de segunda. ¡Vítores para el pueblo que soporta el show!
En la “casa de la justicia”, la tardía reacción de la mujer al frente refleja el abandono de las víctimas de atentados feminicidas, porque solo responden ante el escándalo, repudio e indignación de los medios de comunicación, que retratan la desesperanza e injusticia que a diario viven las mujeres sometidas a su pareja y revictimizadas ante las y los operadores de justicia.
Y así avanzó la semana (o se estancó), con planes de refundación que se volvieron candados ante un liderazgo que gobierna para las sagradas familias.
En medido de la fragilidad e inconformismo social, ¡ojalá! que humanizar el Ejecutivo, Legislativo y Judicial no solo siga siendo prosa y panacea.
Como bien lo dijo Gabriel Boric, es más fácil criticar desde la oposición que gobernar. El reloj avanza.