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El gran salto adelante

Julio Raudales

El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) que se lleva a cabo en la pequeña y montañosa ciudad de Davos, Suiza, cada comienzo de año desde 1979, tuvo en este 2024, connotaciones especiales.

Aparte de la presencia de líderes disruptivos como Javier Milei de Argentina, quien espoleó a los presentes con un impactante discurso, se tocaron temas de punzante actualidad como el crecimiento y empleo, naturaleza y energía e inteligencia artificial.

Se examinaron los riesgos globales más inminentes como el lastre de la pandemia 2020 y un análisis exhaustivo de cuatro fuerzas estructurales que configuran un cambio para los años venideros.

Dichas fuerzas abarcan desde el impacto del calentamiento global en los sistemas terrestres hasta los cambios demográficos a nivel mundial, la aceleración tecnológica y la dinámica en constante evolución de la concentración y las fuentes de poder geopolítico.

Aunque parece que reuniones como esta captan mayormente la atención de los países ricos, quienes estamos en la periferia no deberíamos desatender los llamados realizados desde la nevada Suiza. Los temas resaltados allí no nos son ajenos y requieren del empeño, tanto de los estados como de empresarios, academia y ciudadanía en general.

Honduras, por ejemplo, muestra severos retrasos si se examinan los doce indicadores que califica el WEF. Ya la última medición realizada en 2019 nos dejaba en el lugar 101 de 147 países y aunque en los últimos años no hemos sido objeto de la evaluación, basta un ligero sondeo en nuestras cifras para saber que el último lustro no ha mostrado mejoras notables.

Mencionemos las cuatro áreas que engloban los doce indicadores que conforman el índice: Desempeño Macroeconómico, Eficacia del Gobierno, Facilidad para hacer Negocios e Infraestructura.

El primero es el desempeño económico que muestra un comportamiento similar al de 2019. Tenemos como entonces un acuerdo con el FMI y las cifras macro se han estabilizado en el mismo nivel previo a la pandemia.

Es importante resaltar siempre que, aunque no exhibimos problemas graves e la producción: la inflación es manejable, que nuestro tipo de cambio real, levemente apreciado no muestra aun visos de una crisis, somos un país con enormes problemas en el mercado laboral y nuestra imagen internacional es aún precaria, de tal forma que no somos capaces de generar ingresos adecuados a la población.

La eficiencia del gobierno, el segundo lote de indicadores de competitividad es quizás el mayor reto por enfrentar. Ya en 2019, con un gobierno ilegítimo, con un liderazgo bajo investigación por sus nexos con el narcotráfico, las cosas no se mostraban bien. Sin embargo, los primeros dos años de la actual administración no dan las señales del cambio radical que el país necesita. Si bien es cierto han parado los escándalos de corrupción, la llegada de la CICIH que podría generar alguna confianza interna y foránea ya demoró demasiado precisamente por el incumplimiento de algunos requerimientos que la Misión de la ONU considera necesarios

Aparte de eso, urgen, para hacernos más competitivos, profundas reformas que hagan eficientes los servicios gubernamentales, abaraten el costo de invertir y hagan atractivos los fantásticos recursos naturales que el país posee.

El tercer juego de indicadores tiene que ver con las facilidades para hacer negocios y en ello tampoco se ven mayores cambios con respecto a 2019. De hecho, la pandemia dejó severos lastres sobre todo en las pequeñas empresas y lamentablemente, algunas políticas adoptadas últimamente más bien han provocado la salida de muchos negocios. Ojalá que el esfuerzo que se realiza para reducir el costo de la energía muestre resultados en poco tiempo.

Por último, aunque no menos importante, está la infraestructura. Por ahí pudiese haber algunos cambios destacables sobre todo en lo referente a la red vial. Deberá trabajarse aún para hacer más atractivos los puertos y aeropuertos si es que se quiere avanzar con mayor ahínco.

A la luz de los esfuerzos realizados en lo que va de la década, parece poco probable que Honduras haya ganado competitividad si nos atenemos a la medición del WEF. Hará falta un bien pensado programa integral de mejoras si se quiere dar el gran salto. Las señales están dadas, solo falta voluntad.

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