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El colonialismo del carbono, la COP28 y la crisis climática

Amy Goodman

Dubai, Emiratos Árabes Unidos.– Más de 100.000 personas han acudido este año a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebra en Dubai, lo que la convierte en la cumbre climática anual de la ONU más grande de la historia. El objetivo de esta COP 28, o vigesimoctava “Conferencia de las Partes”, es frenar el catastrófico cambio climático. A medida que los impactos de la crisis climática se vuelven cada vez más frecuentes y destructivos —como las sequías, los huracanes y tifones, los incendios forestales, el derretimiento de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar—, los problemas relacionados con el propio proceso de negociaciones climáticas de la ONU se magnifican. Los países productores de petróleo y gas y las corporaciones que obtienen ganancias de los combustibles fósiles lideran las negociaciones y obstaculizan cualquier avance significativo.

Una muestra de ello es que la COP28 se está celebrando en los Emiratos Árabes Unidos, el séptimo país mayor productor de petróleo del planeta. Asimismo, la presidencia de la cumbre la ostenta actualmente el sultán Ahmed Al Jaber, director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi, una empresa estatal de los Emiratos Árabes Unidos.

La decisión de que el director de una empresa petrolera dirija las negociaciones sobre el cambio climático ha sido calificada de orwelliana. Esta semana, el periódico The Guardian difundió comentarios que Al Jaber hizo el 21 de noviembre durante un evento virtual en vivo moderado por la expresidenta de Irlanda Mary Robinson, quien en el pasado se desempeñó como enviada especial de la ONU para el cambio climático.

Robinson le preguntó a Al Jaber si, en lugar de hacer un llamado para una “reducción gradual” del uso de combustibles fósiles, estaría dispuesto a abogar por una “eliminación gradual” completa. Según la ciencia, esta medida es necesaria para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Al Jaber respondió, malhumorado:

“No hay evidencia científica ni ningún escenario que indique que la eliminación progresiva [del uso] de los combustibles fósiles es lo que va a permitir alcanzar [el objetivo] de 1,5 [grados Celsius]. […] Muéstrenme una hoja de ruta para la eliminación gradual de los combustibles fósiles que permita un desarrollo socioeconómico sostenible…a menos que quieran llevar al mundo de nuevo a la [época de] las cavernas”.

El informe de The Guardian se publicó inmediatamente después de otro informe, divulgado por la organización periodística Centre for Climate Reporting, basado en documentos filtrados que indican que los Emiratos Árabes Unidos venían mantenido conversaciones con funcionarios de varios países para utilizar la COP28 como una oportunidad para concretar acuerdos sobre petróleo y gas.

La red de organizaciones ambientalistas denominada Kick Big Polluters Out publicó un análisis que también aviva las críticas a la COP28. Dicho análisis revela que cerca de 2.500 lobistas de la industria de los combustibles fósiles han inundado la conferencia climática y han superado en número a todas las delegaciones nacionales, excepto a dos de ellas.

David Tong, de la organización Oil Change International, expresó al respecto: “Es como invitar a traficantes de armas a una conferencia de paz”. Por su parte, Drue Slatter, una activista procedente de Fiyi y miembro del movimiento Pacific Climate Warrior, añadió: “Es porque tienen miedo. Hay más cantidad [de lobistas] aquí porque saben que la era de los combustibles fósiles está llegando a su fin”.

Mientras los lobistas disfrutan de un acceso prácticamente ilimitado a la COP28, los activistas contra el cambio climático sostienen que, en comparación con años anteriores, en esta conferencia les está resultando más difícil obtener sus credenciales. Si a eso le sumamos la autoritaria y estricta prohibición de las protestas en los Emiratos Árabes Unidos, la cumbre de la ONU sobre el cambio climático parece más “una camarilla de petroleros, que una cumbre climática”, como dijo en redes sociales el climatólogo Kevin Anderson.

Más allá de los amplios y frescos pasillos climatizados donde se está desarrollando la cumbre, la temperatura del planeta sigue aumentando. La Unión Europea dijo el miércoles que este año será el más cálido del que se tiene registro. Un estudio científico sobre los puntos de inflexión ecológicos, elaborado por un equipo de 200 investigadores, advirtió: “Sin una acción urgente para frenar la crisis climática y ecológica, las sociedades se verán desbordadas cuando el mundo natural se desmorone”.

Una “acción urgente” que se está debatiendo en la COP28 es desarrollar los llamados “mercados de carbono”. Un consorcio de organizaciones publicó un informe titulado “La Iniciativa del Mercado Africano del Carbono: un lobo con piel de oveja”, en el que se detallan los muchos problemas que traen aparejados estos mercados, que implican la compra y venta de créditos de carbono. Cuando un Gobierno protege una extensión de bosque, por ejemplo, obtiene créditos que luego puede vender. El comprador puede entonces contaminar en otros lugares y compensar la contaminación con esos créditos.

Mohamed Adow, director del centro de estudios sobre el clima Power Shift Africa, dijo a Democracy Now!: “Se denominan créditos de carbono, pero, de hecho, son solo permisos para contaminar”.

Entre los países que están comprando esos derechos sobre tierras africanas para obtener créditos de carbono se encuentra el anfitrión de la COP28, los Emiratos Árabes Unidos. Hasta la fecha, una empresa privada llamada Blue Carbon, propiedad del jeque Ahmed bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum, miembro de la familia real gobernante de Dubái, ha adquirido derechos sobre el 10% de la tierra de Liberia, el 8% de la de Tanzania, el 10% de Zambia y el 20% de Zimbabue, además de “millones de hectáreas” en Kenia. Aunque estos acuerdos podrían proteger tierras vírgenes, también podrían obligar a los pueblos indígenas a abandonar sus tierras o perder sus derechos de uso.

En su conversación con Democracy Now!, Mohamed Adow agregó: “Hace sesenta años, los países africanos lograron su independencia. Pudimos expulsar a los colonizadores de nuestras tierras. Lo que están haciendo ahora es básicamente introducir esta nueva forma de colonialismo”.

El colonialismo del mercado de carbono solo asegura el agravamiento de la catástrofe climática. La comunidad científica y los activistas contra el cambio climático de diversas partes del mundo están de acuerdo: lo que se necesita es una eliminación rápida, total, justa y financiada de todos los combustibles fósiles.

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