Fráncfort – El Banco Central Europeo (BCE) bajó este jueves el tipo oficial de referencia 25 puntos básicos hasta el 2.75 %, con lo que encadena cuatro descensos consecutivos, una racha con la que el organismo se encuentra «cómodo» sin barajar ni recortes más pronunciados ni un frenazo.
Así lo explicó la directora gerente del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior a la reunión de política monetaria celebrada este jueves, en la que insistió en que la decisión se adoptó «sin discusiones y de forma unánime», sin que, en ningún momento, se barajara ni la posibilidad de un recorte más intenso, de 50 puntos básicos, ni de detener las bajadas.
El Consejo de Gobierno del BCE, reunido por primera vez este año, también rebajó las operaciones principales de financiación (OPF) -las inyecciones semanales de dinero- y la facilidad de crédito -la que presta a los bancos a un día-, hasta el 2.9 y el 3,15 %, respectivamente.
«Sería muy prematuro discutir cuándo tenemos que parar», indicó Lagarde, porque la institución ni siquiera está cerca de la tasa de interés neutral, aquella que es consistente con el crecimiento económico y el control de la inflación.
La inflación evoluciona conforme a lo previsto, lo que permite confiar en que se situará en el objetivo del 2 % a medio plazo a lo largo de este año, gracias a la moderación de los salarios y a que los beneficios están amortiguando en parte el impacto sobre los precios.
El BCE tomó esta decisión después de que la inflación de la Eurozona subiera dos décimas en diciembre del pasado año, hasta el 2.4 %, con la inflación subyacente -que excluye los elementos más volátiles, la energía y los alimentos- estable en el 2.7 %
Todavía «estamos en territorio restrictivo», afirmó Lagarde, y, por ello, aseguró sentirse cómoda en la «pendiente descendente» actual, aunque el ritmo y la magnitud de los futuros recortes dependerá de los datos.
Las sucesivas bajadas de los tipos de interés están abaratando gradualmente los créditos nuevos para las empresas y los hogares, lo que, en la práctica, supone que la combinación de «desaparición gradual» de los efectos de la política monetaria restrictiva y la recuperación de las rentas reales debería propiciar respaldar una recuperación de la demanda, a pesar de los factores adversos que persisten en la economía europea.
Entre ellos, Lagarde se refirió a la «injustificada» guerra de Rusia en Ucrania o las tensiones comerciales a las que apuntan las amenazas de la Administración estadounidense de Donald Trump de imponer aranceles a las exportaciones.
En todo caso, es todavía muy pronto para evaluar el efecto que puedan tener estos aranceles.
Sí que avanzó que el BCE publicará, el próximo 7 de febrero, un análisis sobre las tasas de interés neutral, que no será una guía, sino un conjunto de modelos. Dar una guía «sólida» de cómo será la bajada no sería realista dada la incertidumbre actual, añadió Lagarde.
«Haremos todo lo que sea necesario para alcanzar el objetivo» de situar la inflación en el 2 % a medio plazo, reiteró.
Lagarde se refirió también al anuncio del gobernador del banco central de la República Checa sobre la posibilidad de invertir parte de las reservas del organismo en bitcoines, algo que espera que «no ocurra en ningún banco central», ya que las reservas deben ser «líquidas y seguras» y libres de sospechas de blanqueo. EFE
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