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El acuerdo

Los problemas ingentes de Honduras están lejos de la política monetaria, cambiaria y fiscal, instrumentos coyunturales necesarios, pero no suficientes para garantizar el bienestar.

Los retos sobre los que hay que trabajar con mayor decisión, son la reactivación y mejora profunda del sistema educativo y de salud, la seguridad jurídica, el clima de negocios, la detención de la violencia, la reducción de los costos de transacción y producción en los negocios, la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático y sobre todo, una reforma al estado para que facilite, más que estorbar, los esfuerzos que hace la ciudadanía por conseguir sus objetivos.

No significa, por supuesto, que debemos olvidarnos del tipo de cambio, el déficit fiscal, la inflación y las tasas de interés. Lo que sucede es que estos son los asuntos fáciles de resolver y gastamos demasiado esfuerzo discutiendo asuntos que, a estas alturas, deberían estar ya zanjados.

¿Qué necesidad teníamos, por ejemplo, de que el acuerdo firmado con el FMI en noviembre de 2023 no fuese revisado en tiempo y forma, debido a la indolencia -o cálculo acomodaticio- de nuestras autoridades monetarias y fiscales?

¿Por qué procastinaron durante 10 meses evitando así que las variables macroeconómicas se encarrilaran y que la misión que debió venir en marzo y septiembre tuviese que retrasar sus visitas debido a sus  incumplimientos?

Pacta sunt Servanda decían los romanos: Los acuerdos son para cumplirse. Pero a las autoridades no les pareció acorde a su prurito y decidieron retrasar el cumplimiento, ya sea por desidia o mala intención.  

Con ello solo demostraron su falta de seriedad y dejaron en claro que lo prioritario para su administración, no es tanto mantener el equilibrio macroeconómico, sino acceder a los 234 millones de dólares que se acordaron serían desembolsados y que servirán para cerrar el presupuesto 2024.

Si con dicha conducta demuestran que no les importa mucho o no creen en la necesidad de ajustar los instrumentos de política económica, para que nuestros productores se integren en mejores condiciones a la realidad que vive el planeta, mucho menos ha de importarles que las niñas y niños no se estén preparando para los retos de la Inteligencia Artificial o los desafíos de la biología sintética que tienen a la humanidad en vilo.

La misión del FMI que visitó al país durante las últimas dos semanas parece actuar más constreñido por la necesidad de asegurar que no vaya a suceder una debacle si no se entregan los fondos que el gobierno requiere para financiar el presupuesto nacional.

En su comunicado dejan en claro la necesidad de que las autoridades retomen este asunto con seriedad y aparentemente están dispuestos a creer que, ahora sí, existe la voluntad, por parte del Banco Central y SEFIN,  de mantener el acuerdo vigente.

La ausencia de las visitas pactadas al momento de firmar el acuerdo en 2023 evidenciaba el descarrilamiento del acuerdo y, aunque no estemos cerca de una crisis que desemboque en una turbulencia fiscal o monetaria, es esencial vigilar de cerca la situación para evitar problemas en el mediano plazo.

La pregunta obligada es: ¿Van a continuar cumpliendo lo pactado o volverán de nuevo al desorden en que han estado trabajando los últimos 32 meses?

Bueno, la respuesta la tendremos pronto, al seguir examinando el comportamiento de las reservas y el manejo de la asignación de moneda extranjera, que tantos dolores de cabeza provoca a la opinión pública.

Pero, sobre todo, es crucial que nos pongamos serios y comencemos a trabajar por resolver los asuntos estructurales que nos han mantenido en la cola del mundo durante los últimos 200 años. Las nuevas generaciones lo exigen y la ciudadanía activa debe continuar vigilante.

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