Dos informes, dos patrones y una impunidad espantosa

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa. En las últimas tres semanas el país ha conocido dos informes de auditoria social a la ruta del dinero en la actual pandemia de la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, ambos informes revelan patrones comunes de la opacidad con que operan los responsables de la compra de insumo y equipos biomédicos. Son documentos que no dejan dudas para una investigación más profunda y remociones de personajes, si fuese el caso.

El primero de esos informes lo presentó el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) que se ha convertido en el auditor de sociedad civil incómodo para el gobierno y quienes lideran la actual emergencia sanitaria. Su reporte se centró en dos hechos: la compra de ventiladores mecánicos y la reparación de una sala de un hospital público para acomodar una especie de centro de triaje para atender los casos de Covid19. El perjurio en contra del Estado fue por un poco más de 19 millones de lempiras según el CNA.

La institución señalada en este trabajo de auditoria es la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), la misma que fue a montar en Villanueva, Cortés, un hospital móvil, similar a una carpa de circo, que no podía funcionar porque carecía de electricidad y servicios básicos de atención. Fue el alcalde de Villanueva quien se echó el trompo a la uña, al ver tirado ese hospital y comenzó a unir esfuerzos con el sector privado de la zona para echarlo a andar como centro de triaje, a medias.

COPECO, que también salió salpicada en la compra de insumos a precios exorbitantes y por lo cual fue removido del cargo su entonces responsable, Gabriel Rubí, sigue ahora en este nuevo informe del CNA arrastrando polvo de viejos lodos.

En este tercer informe del Consejo Nacional Anticorrupción se detalla que los ventiladores mecánicos adquiridos (40 en total) a un poco más de 387 mil lempiras, cada uno, equivalente a más de 15 mil dólares, están tirados en una bodega porque llegaron incompletos. Les faltan accesorios fundamentales y a la fecha se desconoce si esos accesorios vendrán, si ya llegaron y cuándo empezarán a funcionar. Miles de recursos de los hondureños—cuya faja no da más—están ahí tirados como recuerdo de impunidad.

A esa “irregularidad” se suma la construcción de lo que sería el centro de triaje, pagaron por adelantado por un trabajo inconcluso, por algo que no sirve, pero cuyo costo ya fue cobrado por la empresa contratada. Aquí el informe señala que se desconoció el plan de emergencia alternativa que tenía el hospital cardiopulmonar de El Tórax para construir esa sala. Ellos desde el mes de enero habían trabajado en sus opciones, pero todo fue ignorado, no les consultaron y construyeron donde les dio la gana. Ahí lo documenta y detalla el CNA.

¿Qué ha pasado con esa denuncia, con esa difusión, con esa ofensa a la salud y a la dignidad de los hondureños?, nada, nadie reacciona, el gobierno se hace el ciego, sordo y mudo; solo en sus cadenas pregona una transparencia de la cual, si se expurga, es probable que se halle más opacidad.

El otro informe, lo presentó la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) al hacer una auditoria social a Invest-H, la joya de la corona en la actual pandemia, donde se concentra el mayor número de recursos públicos asignados por la administración central.

La adquisición de ventiladores mecánicos—que llegan probablemente antes de diciembre—y las llamadas prueba PCR para detectar el coronavirus, fueron dos de los hechos investigados, y el desastre es similar al del CNA.

Invest-H—al igual que Copeco con la construcción del centro de triaje—ignoró a su Consejo Directivo (CNA, es parte de ello) y decidió comprar lo que quiso y como quiso, a discreción, es decir, dio la espalda a sus propios reglamentos y procedimientos establecidos. Difícil pregonar la transparencia cuando se salta la valla para ejecutar prácticas de opacidad e impunidad.

La ASJ detalla que los ventiladores mecánicos tienen un costo de un poco más de 31 mil dólares, que reúne requisitos de calidad y precio, pero no están en el país, y de remate, ya se les pagó el 80 por ciento del costo a las empresas ganadoras del proceso; empresas, que valga la redundancia, no tienen entre su perfil de competencia ofertar ventiladores mecánicos. Y una de esas empresas, según la investigación, está ligada a la adquisición de ambulancias hechizas que detonó el desfalco en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). Mire usted qué nivel de conexiones.

Sobre las pruebas PCR, tan necesarias para poder detectar los contagios y los escenarios que ofrece la pandemia, éstas llegaron, pero están ahí botadas, pues vinieron incompletas. Son 250 mil pruebas y no se pueden usar, ha pasado un mes de ello, y nadie dice nada, si viene el complemento, si va a llegar o se van a perder como se están perdiendo ya más de un centenar de vidas.

Pero en el gobierno, en quienes dirigen esta emergencia, no hay ni siquiera una reacción de indignación o un decir: vamos a corregir, vamos a actuar, no hay nada de eso, porque sus comparecencias controladas impiden que se hagan las preguntas de rigor básicas que siguen a un periodista. La modalidad es enviar en un papelito la pregunta al staff para responder: vamos bien, no es fácil, hay una competencia mundial de compras, pero estamos trabajando. Y qué decir de las cadenas, ahí está el mundo de lo ideal, de la Honduras de futuro, aunque el presente les estalle enfrente.

Uno se pregunta, ¿por qué el gobierno no puede traer las cosas completas? Y compara las donaciones hechas por el sector privado: equipos completos de alta calidad, entrenamiento al uso del personal para ser utilizado y otras acciones que llevan a repreguntarse: ¿acaso el mercado no es el mismo?

Esa modalidad de comprar cosas incompletas, de evadir controles y de tirarse la pelota en este despelote, se va repitiendo ya en el tema de las bolsas solidarias, a la luz de un informe preliminar del Tribunal Superior de Cuentas, hecho a Banasupro.

La transparencia que pregona la actual administración será en la Honduras digital, quizá, porque en el de aquí, aunque se conozcan las irregularidades, los orquestadores de la pandemia prefieren hacer la mirada a un lado y aupar a quienes incluso, ya nos avisaron, que por problemas de tráfico internacional, los hospitales móviles que llegarían a fines de mayo y luego en julio, ya no vienen en el plazo estipulado por retrasos, pero llegaran porque sus promotores están comprometidos con la transparencia y la rendición de cuentas, aunque ésta sea en un idioma que no es el oficial. Así de grande y relajante es el cuento.

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