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Diez años del Maidán, la revolución inconclusa por la que se sigue vengando Rusia

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Kiev – Ucrania se acerca al décimo aniversario de la Revolución del Maidán inmersa en una guerra por su independencia que muchos ven como una continuación de aquellas protestas callejeras brutalmente reprimidas por la Policía que acabaron derrocando al último presidente prorruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich.

“Lo que vemos hoy es la continuación de nuestra lucha por nuestra memoria histórica, por nuestra identidad cultural, por nuestra libertad y por nuestro futuro”, dice a EFE el historiador Igor Poshivailo, a pocos días del décimo aniversario del inicio, el 21 de noviembre de 2013, de la revuelta que forzaría a huir del país a Yanukóvich.

Una promesa incumplida

Las manifestaciones más multitudinarias tuvieron lugar en la Plaza de la Independencia del centro de Kiev, popularmente conocida como el Maidán, que significa plaza o espacio público en ucraniano.

El desencadenante de las protestas fue el incumplimiento, por parte del presidente Yanukóvich, de la promesa de firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (UE).

Bajo la intensa presión del presidente ruso, Vladímir Putin, Yanukóvich desechó firmar con Bruselas y optó por seguir bajo el patronato del Kremlin.

Millones de ucranianos vieron el volantazo de Yanukóvich como un revés cuasi definitivo a sus aspiraciones de vivir en una sociedad democrática y próspera de corte occidental.

“Una elección civilizacional”

“Durante el Maidán los ucranianos realizaron una elección civilizacional”, afirma Poshivailo, el historiador, que es director del Museo de la Revolución de la Dignidad, dedicado al estudio y la promoción de la memoria de la revuelta.

Para el historiador el detonante de la promesa traicionada por Yanukóvich era sólo la punta de un iceberg en el que había muchos otros motivos para salir a la calle a protestar.

“La corrupción; las libertades, que estaban siendo limitadas; el descenso de Ucrania en los ránkings económicos después del mandato del presidente (pro-occidental Víktor) Yushenko y lo más peligroso: que la administración de Yanukóvich hacía todo lo posible para hacer de Ucrania un país dependiente de Rusia económica, política y militarmente”, explica.

El precio de sangre

Yanukóvich se vio obligado a huir a Rusia en febrero de 2014, después de 92 días de protestas en las que más de un centenar de manifestantes murieron a manos de los antidisturbios y miles de personas sufrieron agresiones por los agentes o los infames ‘titushski’, delincuentes comunes a sueldo del poder para intimidar a los manifestantes.

Ante los intentos repetidos de la Policía de desalojar por la fuerza el campamento cívico en que se había convertido la plaza de la Independencia, los participantes organizaron sus propias unidades de autodefensa para proteger a los manifestantes más pacíficos y vulnerables.

Muchos de estos grupos se inspiraban en su nombre, composición y organización en los llamados ‘sotnia’ (centena), las unidades militares cosacas formadas por un centenar de combatientes que durante siglos lucharon contra los imperios que asaltaban el territorio de la actual Ucrania.

El Maidán se convirtió en aquellos días en un “espacio democrático abierto” en el que la gente se organizaba por sí misma y no aceptaba la dirección de los políticos de oposición, que tuvieron que renunciar a liderar la protesta.

Para el historiador Poshivailo lo ocurrido entonces en la plaza es, por la transversalidad de la movilización y la iniciativa propia de quienes participaron en ella, un “modelo de sociedad abierta” que refleja la tradición libertaria ucraniana y ha vuelto aplicarse en la resistencia militar y cívica a la invasión a gran escala rusa.

La venganza del Kremlin

Una década después del estallido, el Maidán sigue siendo un acontecimiento histórico central en el conflicto ruso-ucraniano.

El triunfo de la revuelta suponía para el Kremlin perder el control sobre su satélite más preciado. Consciente de ello, Putin reaccionó anexionándose la península de Crimea y activando a guerrillas separatistas que declararon dos repúblicas independientes en el este de Ucrania.

Muchos voluntarios de las unidades de autodefensa del Maidán -vinculadas a menudo a movimientos de derecha y nacionalistas- fueron al este a luchar con el Ejército en defensa de la integridad territorial de Ucrania.

Uno de los proyectos del museo que dirige Poshivailo recaba información sobre los “crímenes culturales rusos” en territorio ucraniano.

En las paredes de escuelas y museos de los territorios recuperados por Kiev no es raro encontrar pintadas en que los soldados rusos dejan por escrito sus razones para haber ido a la guerra contra Ucrania. “‘Por el Maidán’ es una de las habituales; es como una venganza”, dice el historiador. EFE

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