En un Estado democrático y una sociedad solidaria, la salud y la vida de cada persona y de la comunidad, son bienes públicos que deben prevalecer, en su protección y promoción, sobre cualquier otro interés.
En tiempos normales y, con mayor razón, en tiempo de crisis por desastres: proteger la salud y la vida de las personas y comunidades es obligación inmediata principal del Gobierno central y de los municipios como gobiernos locales que son también parte de la administración del Estado.
Por eso, es inexcusable el retraso en la vacunación planificada de toda la población y la falta de entrega oportuna de recursos presupuestarios nacionales destinados a la lucha, en los municipios, contra la COVID – 19. Hechos a examinarse también desde el ángulo del cumplimiento de los deberes de los servidores públicos, en el ámbito nacional y en el municipal, a corregirse y a hacerse pronta y debidamente.
Sin embargo, ello no exime, a las municipalidades, de la obligación de actuar más proactivamente, en observancia de la Constitución y leyes y en coordinación con la Secretaría de Salud, tomando responsablemente decisiones propias y actuando en consecuencia, como órganos locales de gobierno y administración, cuya razón de ser es asegurar el bienestar de los habitantes. Lo que comprende, en esta crisis, el deber prioritario de velar por la salud y vida de la gente amenazada por la COVID 19, por lo cual las Municipalidades necesitan priorizar la asignación urgente de los recursos locales para aplicarlos a fin de preservar el bienestar en salud de los habitantes.
Esa asignación debe ser fortalecida con la contribución directa de la sociedad, en especial del sector empresarial, y complementada con cooperación nacional (comprendiendo la de los hondureños en el exterior) e internacional directa. Todo debe ser transparente, sujeto a rendición de cuentas, veeduría social local y auditoría del Estado.
Las comunidades de los municipios requieren ser más ampliamente informadas sobre la alta peligrosidad de la enfermedad pandémica y la urgencia de hacer un frente común contra ella, y sobre la necesaria atención primaria en salud que se debe continuar brindando, para prevenir y atender otro tipo de enfermedades actuales o sobrevinientes. Asimismo, cada vecino o vecina y familia de las comunidades debe estar consciente de la necesidad y del deber de proteger su salud y la de los demás, cumpliendo rigurosamente con su obligación de practicar y promover diariamente las medidas de bioseguridad. Esas comunidades deben igualmente tener participación activa en la adopción y ordenada ejecución de medidas y acciones municipales, planificadas y documentadas, en esta cívica defensa de la vida y el bienestar físico y mental.
Urge que toda la gente o vecinos de todas las edades, promuevan y participen cívicamente en la defensa de sus respectivos municipios contra COVID 19, para reafirmar el significado verdadero de la fraternidad, solidaridad y de la autonomía municipal para el bienestar colectivo del pueblo comunitario, en una patria hondureña por todas y todos compartida.
Por su autonomía, funciones y proximidad a la gente, los gobiernos locales deben hacer hoy historia nueva, como instituciones democráticas obligadas a proteger más directamente la salud y la vida digna de los habitantes para facilitarles construir realmente el futuro de bienestar, para sus comunidades.
Ahora es el momento de la acción unitaria salvadora y constructiva, en todos los municipios, porque la enfermedad COVID 19 está frente y entre nosotros y necesitamos vencerla y transformar también nuestro país. Es el tiempo de atender las enseñanzas de nuestros antecesores mayas quienes nos enseñan que para vencer hoy las amenazas y saber prevenirlas después, es necesario que “Todos se levanten, que se llame a todos, que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se quede atrás de los demás” ( Popol Vuh, Libro de la Comunidad o Libro Sagrado de los Mayas).
Ese mensaje eternamente oportuno de nuestros antecesores aborígenes, es el lema de 36 “Municipios de Bienestar Solidario” diseminados en todos los departamentos de Honduras que, después de cinco años de empoderarse en seguridad humana, están llamados, en estas circunstancias, a aplicar sus prácticas útiles y conocimientos así como los derivados de la buena gobernanza y acción conjunta del gobierno local y su comunidad, para fomentar y proteger el bienestar físico , mental y social de todos (as) los vecinos del término municipal y para apoyar solidariamente a los demás municipios, transmitiéndoles dichas prácticas.
Los actuales y futuros liderazgos municipales, en Municipios de Bienestar Solidario, cuentan con la contribución directa de los Sistemas Locales de protección y promoción de los Derechos Humanos, así como de la comunidad, en especial de las Redes Multisectoriales de grupos y personas en condición de vulnerabilidad; del sector empresarial local y del que, desde fuera, extiende sus actividades a dicha comunidad; de igual manera que de otras expresiones de la sociedad.
Como ciudadano activo y defensor de la dignidad humana, llamo fraternalmente, a autoridades y pueblos de los “Municipios de Bienestar Solidario, a asumir más activamente sus atribuciones y responsabilidades en la defensa de la salud y la vida de cada persona y de la comunidad municipal, haciendo prevalecer esos bienes públicos sobre cualquier otro interés local o partidista, priorizando y asignando urgentemente recursos humanos y financieros para: fortalecer los triajes, brigadas móviles y vigilancia epidemiológica; asegurar el abastecimiento de medicamentos esenciales incluyendo oxígeno e insumos para el funcionamiento de los centros de atención primaria en salud; promover y lograr la comprensión, de todos los vecinos y vecinas, de la razón vital de que cada uno (a) cumpla con las medidas de bioseguridad; e intercambiar solidariamente, prácticas útiles, con todos los demás municipios hondureños y fronterizos.
En esta crisis por COVID – 19 y desde su propia realidad local, cada municipio debe demostrar ser capaz de hacer historia en la protección de la salud y vida de sus habitantes, y de construir una diferente realidad de vida digna para las nuevas generaciones en sus comunidades.