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Descolonización Irresponsable

José S. Azcona

El principio de soberanía como responsabilidad indica que, independientemente como se tomó posesión soberana de un territorio, existen una serie de obligaciones que se tienen con su población.  Aparte de dar paz, justicia, y procurar el bienestar es importante no dejar un vacío al momento de abandonarlo.

El proceso de colonización y descolonización es un ejercicio en arrogarse derechos soberanos sobre territorios, y luego abandonarlos a una nueva autoridad.  Si bien (a excepción de Indochina) ninguna guerra de descolonización fue exitosa por las armas, la voluntad se había extinguido después de la Segunda Guerra Mundial de mantener otros pueblos bajo una soberanía colonial.  La salida fue, en la mayoría de los casos, un ejercicio de ligereza agravado por la falta de preparación.

Donde hubo preparación hubo más éxito.  Gran Bretaña en algunos casos se dedicó a implantar su sistema legal y formas de representación para preparar sus territorios para la independencia.  Con planificación, gradualismo, y paciencia (sus colonias de poblamiento, La India) pudieron dejar sistemas funcionales democráticos de gobierno. 

El enfoque en las formas políticas de organización de la sociedad no coincide con democracia.  Al definir como contraparte a las clases políticas emergentes- las cuales tenían poca formación, les dio a estas el poder (a expensas de la población).  La primera generación de gobernantes era “políticos de oficio” sin experiencia en una sociedad democrática, por lo que tendían a actuar como caudillos.

Atrás de estos venían los militares (la otra institución que dejaron), los que en unos pocos años tomaron el control de los nuevos estados.  Estos no eran ejércitos profesionales (como el de La India), sino personas sin educación a la que se dio grados militares de forma apresurada.  Al haber limitado la oficialidad a europeos, hicieron imposible que la Fuerza Armada absorbiera ideas de constitucionalismo y respeto a la ley. 

El General Cariappa (primer líder militar de la India independiente) tenía 30 años de experiencia como oficial en el ejército británico indio al momento de la independencia, por lo que las tradiciones constitucionales estaban muy arraigadas.  Idi Amín y Mobutu no tenían formación militar profesional, y una experiencia muy básica, al ser dejados a cargo de los nuevos ejércitos nacionales.  No es de extrañarse que esa ausencia de formación haya conducido al despotismo.

A los políticos y militares sin experiencia hay que sumarle la escasez de profesionales de todas las ramas.  Médicos, educadores, y técnicos nativos eran escasos, ya que el sistema colonial había premiado traerlos formados de la madre patria.  Aunque se hiciera un esfuerzo tardío, el historial de discriminación no se podía trascender en unos años.

Francia tenía la visión de volver a sus colonias en estados con elementos culturalmente franceses.  Esta asimilación era más que todo superficial y minoritaria, pues no se le dedico grandes recursos.  Al llegar la independencia se dedicó a dejar “hombres grandes” gobernando sus excolonias africanas, con una relación personal de patrono con el General De Gaulle y sus sucesores.  Por Argelia, que era una colonia de poblamiento, peleó. El costo de sostenerla estuvo a punto de derrocar su propia democracia, por lo que optaron por dejarla ir.

Bélgica heredo el Congo de Leopoldo III, sin pretender construir un imperio.  Aunque en los últimos años comenzó un proceso de preparación, al final solo abandono el territorio, e intervino en el triste ciclo de destrucción que los sucedió solo para proteger sus intereses empresariales.

Otros optaron por pelear hasta el fin.  España y Portugal solo abandonaron sus imperios residuales hasta 1975, coincidiendo con sus procesos de democratización.  Estos casos fueron de los de abandono más extremo, dejando cruentas guerras civiles con injerencia extranjera (Angola, Mozambique), abandono a un vecino poderoso (Sahara, Timor Oriental), o a un terrible dictador nativo (Guinea Ecuatorial)- con muy poca previsión. 

Por tanto, el proceso de descolonización acelerado entre 1945 y 1975 estuvo marcado por una ligereza de parte de las potencias coloniales.  Aunque las poblaciones querían también una salida acelerada, haber conquistado y anexado por la fuerza territorios crea una obligación que no se extingue con haber dado una independencia formal.   Esa falta de previsión de parte de quienes debieron tenerla ha tenido un alto costo.

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