Doha – «Es el bromista del grupo», asegura Adrien Rabiot sobre Ousmane Dembelé. Ese papel, que viene jugando hace años en la selección francesa, se le queda ahora pequeño al jugador del Barcelona, que aspira a dar un paso al frente y aprovechar el Mundial de Qatar para hacer crecer su figura.
El extremo tiene la difícil tarea de brillar en medio de una constelación, hacerse notar al lado de Kylian Mbappé, la auténtica estrella del equipo y llamado a ser una de las del Mundial.
Fuera del campo, Dembelé pasa por ser uno de los mejores amigos de Mbappé y la baja de Karim Benzema le ha abierto la puerta a una indiscutible titularidad que comparten entre camaradas.
El partido contra Australia ya fue una muestra de lo complejo de su misión. Dembelé comenzó bien, llevó peligro por la banda derecha, pero con el paso de los minutos vio cómo el eje del ataque iba basculando hacia la izquierda, donde estaba el jugador del PSG.
El barcelonista compartió durante muchas fases del juego posición con su excompañero Antoine Griezmann, que en el esquema de Didier Deschamps goza de una total libertad de movimientos.
Pero, en conjunto, la banda derecha produjo menos peligro que la izquierda, hasta el punto de que el seleccionador se plantea renovar esa zona del esquema para el segundo partido contra Dinamarca.
En todo caso, el nombre de Dembelé no está en duda. El jugador completó un buen partido contra Australia, todo lo contrario de lo que sucedió hace cuatro años en Rusia. Entonces jugó el primer partido, también frente a Australia, pero su prestación no convenció a Deschamps, que le sacó de su once para el resto de la competición.
Las cosas han cambiado desde entonces. Dembelé aparece como un futbolista más asentado. Su juego ha ganado peso y sigue siendo tan imprevisible como antes.
Goza de una confianza total de Xavi Hernández en el Barcelona y esa es una garantía para Deschamps.
«MÁS MADURO»
«Es un jugador más construido, más maduro, aunque sigue siendo un bromista. Gracias a la exigencia cotidiana con su club ha mejorado. El hecho de que haya jugado el primer partido no significa que lo vaya a seguir haciendo, pero contamos con su capacidad de crear problemas al rival por su velocidad», señaló el seleccionador.
Una cosa tiene clara el técnico, cuenta con la inspiración de Dembelé. «Hay que darle libertad y tiene que ser lo más eficaz posible. Aunque no marcó, dio un gran pase a Kylian».
Fue el gol del parisino, que se llevó los laureles y fue elegido mejor jugador de aquel partido.
Otra de sus virtudes es que Dembelé ha aprendido a defender. No es todavía ese su punto fuerte pero el progreso es evidente, porque en el Barça se le exige que aporte en ese sector.
«Hay jugadores ofensivos que saben defender y Ousmane ha progresado mucho en ese terreno porque se lo piden en su club», afirma el seleccionador.
Reforzarle en esa zona le permitiría tener que dedicar menos esfuerzos a la presión y concentrarse más en el ataque, lo que exige un rigor táctico que el jugador no siempre tienen
«Tuve que corregirle dos o tres veces contra Australia», asegura el seleccionador, que no oculta que un tridente ofensivo necesita que sus dos extremos generen peligro.
«Prefiero que haga los esfuerzos hacia la portería contraria, pero si la situación le obliga a otra cosa tendrá que sacrificarse», señaló.
Dembelé no quiere dejar pasar la ocasión. En Rusia 2018 no estuvo a la altura y la Eurocopa de 2021 se la perdió por una lesión justo antes del inicio.
«Quiero que este sea mi Mundial», afirmó hace unos días el barcelonista, que nunca antes había afrontado una gran competición en tan buenas condiciones.
Lleva un año y medio sin problemas físicos y parece haber dejado atrás la odisea de lesiones.
En seis años y medio acumuló más de 700 días de baja por lesión y se perdió 102 partidos con la camiseta blaugrana y unas cuantas convocatorias internacionales.
Dembelé ha recuperado la sonrisa. Sus compañeros aseguran que nunca la perdió, que hasta en los momentos más bajos, hasta cuando se le puso cuesta arriba, siguió siendo el bromista del grupo. (RO)