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Debate acerca del bienestar

Roldán Duarte Maradiaga

Tegucigalpa. – El debate académico sobre el bienestar de la gente ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, pasando de una visión centrada en el crecimiento económico (medido tradicionalmente por el Producto Interno Bruto, PIB) hacia una perspectiva más holística que incorpora dimensiones sociales, ambientales y de calidad de vida.

El debate acerca del bienestar se ha intensificado, porque muchos académicos argumentan que el PIB no captura aspectos clave del bienestar, tales como: 1) La desigualdad en la distribución del ingreso. 2) La calidad de los servicios de salud y educación. 3) La sostenibilidad ambiental y la degradación de recursos naturales. 4) El costo de las externalidades negativas, como ser la contaminación de aire, agua y suelo, y las emisiones de gases de efecto invernadero. 5) El valor del trabajo doméstico de las mujeres y ancianos. 6) La calidad de las relaciones sociales y la seguridad.

Un buen intento de remediar las limitaciones del PIB ha sido la publicación del Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al cual paulatinamente se le han introducido correcciones acerca de la concentración del ingreso y la desigualdad de género.

En términos estrictamente científicos, el bienestar humano se ha abordado desde distintas disciplinas, generando enfoques diversos como: 1) Enfoque económico tradicional: Se basa en indicadores como el PIB per cápita, la tasa de empleo y el consumo, bajo la premisa de que el crecimiento económico es un reflejo del bienestar. 2) Enfoque del desarrollo humano: Propone que el bienestar depende de las capacidades y oportunidades de las personas para llevar la vida que valoran, como plantea Amartya Sen en su teoría de las capacidades. 3) Bienestar subjetivo: Evalúa la percepción de las personas sobre su propia vida, mediante encuestas sobre felicidad, satisfacción y estado emocional. 4) Enfoque sostenible: Integra la dimensión ecológica para garantizar que el bienestar actual no comprometa el de las generaciones futuras.

Partiendo de las limitaciones del PIB y de los diversos enfoques relativos a la vida de la gente, se han desarrollado índices multidimensionales para medir el progreso del bienestar de las personas y las sociedades, entre los cuales destacan: 1) Índice de Desarrollo Humano (IDH): Desarrollado por el PNUD, mide el bienestar a través de tres dimensiones: salud (esperanza de vida), educación (años de escolaridad) e ingreso per cápita. 2) Índice de Progreso Social (IPS): Evalúa tres dimensiones principales: necesidades básicas, fundamentos del bienestar y oportunidades. 3) Índice de Felicidad Mundial (World Happiness Report): Basado en la percepción subjetiva de la población sobre su bienestar, considerando factores como apoyo social, libertad y corrupción. 4) Índice de Bienestar de la OCDE (Better Life Index): Analiza 11 dimensiones clave, como ingresos, empleo, educación, salud, balance vida-trabajo, comunidad y medio ambiente. 5) Índice de Planeta Feliz (Happy Planet Index – HPI): Desarrollado por la New Economics Foundation, mide el bienestar en función de la satisfacción de vida, esperanza de vida y huella ecológica.

¿Cómo elaborar un índice novedoso de bienestar para Honduras? Creo que el mismo se puede construir a partir de las diez recetas que el periodista Andrés Oppenheimer proporciona en su libro “¡Cómo salir del pozo!” (2023), las cuales se refieren a: 1) Hacer crecer la economía. 2) Vivir en democracia. 3) Combatir la corrupción. 4) Dar clases de felicidad. 5) Medir la felicidad. 6) Tener un propósito. 7) Aumentar las actividades comunitarias. 8) Más espacios verdes. 9) Estar menos obsesionados con el estatus. 10) Mirar para adelante.

Haciendo operativas esas recetas se podrían transformar en: 1) Situación económica personal. 2) Simpatía por la democracia. 3) Grado de rechazo de la corrupción. 4) Tiempo dedicado a mejorar la autoestima. 5) Satisfacción con las condiciones de vida. 6) Grado de aspiraciones personales. 7) Participación en actividades comunitarias. 8) Visitas a parques y áreas verdes. 9) Opinión sobre el bienestar de otras personas. 10) Nivel de superación profesional. Cada uno de estos componentes se puede medir empleando una escala de uno al diez, indicativos de una menor (1) o mayor importancia/satisfacción (10).

El debate académico acerca del bienestar continúa evolucionando hacia una visión integral o holística, reconociendo la importancia de factores no monetarios y promoviendo la creación de índices más completos y ajustados a la realidad social, económica y ambiental de cada país. Debido a esas complejidades, algunos estudiosos han sugerido que una manera simple de medir el bienestar, consiste en emplear la medición de la pobreza mediante el método de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), en la cual Honduras ya tiene experiencia. Con todo, el método de las NBI tiene sus propias limitaciones, tales como: 1) No mide la pobreza coyuntural: Al centrarse en aspectos estructurales, no captura fluctuaciones en la pobreza a corto plazo debido a crisis económicas o desastres. 2) Desactualización de indicadores: Puede no reflejar cambios rápidos en las condiciones socioeconómicas de la población, ya que los censos y encuestas nacionales se realizan con poca frecuencia. 3) Enfoque limitado a la oferta: Se centra en la disponibilidad de servicios, pero no considera si la población tiene los medios sociales o financieros para acceder o aprovecharlos plenamente. 4) Dificultad para comparaciones entre países: Las definiciones y umbrales de necesidades básicas pueden variar entre regiones geográficas, lo que dificulta la comparabilidad internacional.

En resumen, el método NBI es útil para identificar privaciones estructurales en la población, que a su vez sirven para diseñar políticas de desarrollo social; sin embargo, las NBI por si solas son insuficientes y requieren ser complementadas con otros enfoques económicos y sociales, tales como la desigualdad del ingreso y género, el desempleo y la informalidad, para lograr obtener una visión más completa del bienestar y de la misma pobreza.

¿Quién debería construir un índice para medir el bienestar en Honduras? La tarea podría ser una iniciativa de la academia, buscando involucrar al sector privado y las entidades gubernamentales pertinentes; sin embargo, ese tipo de colaboración es una “rara avis” (ave rara) en este país, donde parece que todos estamos contra todo.

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