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De narcos y política

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa.-  El año que concluyó y el que ha iniciado parece que será fuerte en el tema del narcotráfico y su penetración en la política.

En Nueva York, en el llamado “juicio del siglo” en contra de Joaquín, “el Chapo” Guzmán, uno de los líderes del cartel de Sinaloa, el nombre de Honduras sale a luz en el relato de uno de los testigos que contó el manejo de rutas desde Colombia, México, Honduras y Belice.

Lo que aquí han negado las autoridades, en Nuevas York lo revelan los testigos. El chapo Guzmán estuvo por estas tierras, coordinando rutas y dando instrucciones entre los grupos de transportistas de drogas con quienes logró delimitar territorios y aplacar disputas.

Sus andanzas, según relatos de la prensa mexicana y de los cuerpos antidroga de Estados Unidos y hondureños, dicen que el señor de los túneles se movía con soltura por estas tierras, amparado en la impunidad de las autoridades de quienes se hizo aliado. Los testimonios de policías hondureños que también se encuentran en las cortes de Nueva York permiten atar cabos al respecto. Es de seguir los relatos de uno y otro lado para comprender la penetración de los carteles colombianos y mexicanos en este país, con una geografía envidiable para ese tipo de ilícitos.

De ahí que no sorprenda los nombres de políticos implicados o salpicados en este tipo de negocios. Alcaldes, ex alcaldes, vicealcaldes y ex vice alcaldes, regidores y ex regidores, diputados y ex diputados, funcionarios y ex funcionarios, aparecen en los relatos de testigos, investigaciones de las autoridades y confesiones de los autores.

Desde un hijo de un ex presidente hasta el hermano del actual presidente son parte de la colección de colaboradores y presuntos colaboradores en los cuadernos de débito y crédito de los carteles del narcotráfico. Unas investigaciones han concluido y otras están en proceso en las cortes, mientras aquí esos estornudos mantienen con el “Jesús María” a un amplio sector de la clase política, salpicada por corrupción.

El último hecho es el caso del ex alcalde de El Paraíso, Copán, y el ex vice alcalde de Gracias, Lempira, a quienes la fiscalía de Nueva York acusó por los presuntos delitos de narcotráfico.

Amílcar Alexander Ardón, conocido como “Chander”, y José Cálix Hernández, ex vice alcalde de Gracias, Lempira, han sido investigados por los cuerpos antidroga de Estados Unidos desde hace más de una década y según la acusación eran transportistas que movían toneladas de droga en grandes cantidades con sus socios colombianos y mexicanos. En esta aventura, coligen las autoridades,  les acompañaba presuntamente el ex diputado Tony Hernández, último que enfrenta cargos en la justicia estadounidense.

En el caso del ex alcalde de El Paraíso, Copán, su irrupción pública cobró notoriedad cuando ofreció una única entrevista a la prensa local hondureña y se proclamó algo así como el “rey del pueblo”. Mostró que había convertido la municipalidad en una réplica del capitolio de Estados Unidos y tenía un helipuerto.

Se confesó un humilde ganadero que vivía de la venta de leche como un emprendedor visionario. Las historias de El Paraíso, Copán, parecían sacadas del surrealismo mágico de las novelas de García Márquez. Pero en la época electoral, las historias cobraban relevancia por las series restricciones que hacía  a la observación internacional durante los comicios. Las anécdotas de los observadores parecían fábulas.

Como fábulas eran las historias que salían de los grupos de transportistas como Los Cachiros o los Valle Valle, últimos más desconocidos que los primeros, pero con conexiones y tentáculos fuertes a lo interno y externo del país.

En el caso de “Chander”, en la acusación se indica que éste—como buen comerciante—cobraba peaje a los carteles de la droga que pasaban la mercancía por su territorio, les cobraba por cada kilo que por ahí pasaba. Incluso, dice la acusación, el ex alcalde participó en el procesamiento, recepción, transporte y distribución de grandes cargas de cocaína que llegaron a Honduras a través de aviones y buques rápidos. También, aseguran, hacía uso de una pista clandestina que utilizó para recibir aviones cargados de drogas.

Mientras el ex vice alcalde Cálix Hernández se le considera también un transportista  a gran escala. Se habla de su complicidad con las autoridades policiales, así como de otros narcotraficantes igual de peligrosos.

En todas las acusaciones a personajes relevantes de la política que hace Estados Unidos se indica que los imputados usaron la venta y trasiego de droga para financiar en Honduras campañas políticas, mismas que ahora tienen una Unidad Fiscalizadora dentro de la Ley de Política Limpia para dar con el uso del dinero y cerrar filas a lo ilícito, pero al parecer los consensos políticos apuntan a disminuir esta Unidad dentro de las nuevas figuras electorales creadas. Esperemos que no sea, pero si lo hicieran, se entendería de dónde proceden los miedos.

La narco política parece que tiene dimensiones mayores, y dentro de la escala de la “ruta Kubiske” y la “lista Devis” seguirán surgiendo nombres, unos conocidos, otros no tantos, y los más casi imperceptibles. Pero si se sigue el hilo desde que empezaron a cantar Los Cachiros y se han ido extraditados algunos, se han entregado otros, y se abren procesos a otros más, el betseller de la penetración del narcotráfico en la política, apenas está en su fase introductoria. Al menos esa es la percepción. 

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