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De 25 a 49 años de prisión le podrán aplicar a mujer declarada culpable por doce delitos

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San Pedro Sula – En una audiencia de fallo con la presencia de la terna de jueces en la sala, con las partes procesales por la vía virtual y la ausencia de la encausada para garantizar su salud y seguridad, el Tribunal de Sentencia a través de la Sala II declaró culpable a Rosa Virginia O’Connor Romero, a quien se le encontró responsable por el ilícito penal de homicidio culposo en perjuicio de William Mejía (menor de 2 años).

Igualmente se le declaró culpable de 11 delitos de maltratos por transgresión como responsable penalmente en perjuicio de 11 menores de edad.

Y se absuelve del delito de homicidio simple en relación a la muerte de William Mejía.

Y por estar suspendidos los plazos o términos queda en suspenso la audiencia de individualización de la pena.

Según el Código Penal vigente, el delito de homicidio culposo tiene una pena mínima de 3 años y una máxima de 5 años de reclusión. Y el ilícito penal por maltrato por transgresión oscila entre 2 años mínimo a una máxima de 4 años de reclusión.

Y como la cuidadora de los menores, tenía una posición garante de dichos infantes bajo su cargo, tiene una relevancia penal ya que el Código de la Niñez y la Adolescencia, señala que el maltrato por transgresión tendrá lugar cada vez que se produzcan acciones o conductas hostiles, rechazantes o destructivas hacia el niño o niña, tales como hacer malos tratos físicos u obligarle a alimentarse en exceso, hacerlo víctima de agresiones emocionales o de palabra, incluyendo la ofensa o la humillación y la incomunicación rechazante.

Rosa Virginia O’conor Romero, fue capturada el 28 de octubre del 2018 y puesta a disposición de la autoridad competente.

Hechos probados

Durante los primeros meses de 2008, 11 menores de edad se encontraban en la Casa Refugio Alcira, en la Colonia Villa Ernestina, sector sureste de San Pedro Sula, el cual operaba bajo la dirección del Sacerdote Vicente Peris Coret y la señora Rosa Virginia O’connor Romero que se encargaban de los cuidados de los menores con edades entre los 2 y 14 años.

Durante la estadía de los infantes en dicho centro, la señora O’Connor Romero les suministraba alimentos en mal estado y contaminados de heces de ratones, les imponía castigos de aislamientos en bodegas cerradas y oscuras, les propinaba castigos corporales (utilizaba chilillos, chancletas, con sus manos les daba en las nalgas). Además de otros castigos severos como hincarlos en granos de arroz por enormes espacios de tiempo o hacerles comer chocolate hasta llenarse.

En meses no determinados de ese 2008, un niño de dos años que acostumbraba a guardar su comida en su boca, sufría los embates de Rosa Virginia que a fuerza le introducía una cuchara hasta la garganta para que el menor tragara el bocado, además la señora le gritaba para que comiera y la única defensa del indefenso era llorar y gritar, por eso lo castigaba con nalgadas, cachetadas y palmadas en la espalda.

El 5 de noviembre de 2008, el menor de dos años jugaba con sus tres hermanos y en eso apareció Rosa Virginia que se molestó porque el infante de 2 años que jugaba con agua sucia, ante los gritos y la orden a su hermano mayor para que le metiera la cabeza en el charco, el infante mayor obedeció ante la intimidación por la voz fuerte y poder de Rosa Virginia, agarró la cabeza de su menor hermano y la sumergió pero como lo hizo con tal fuerza que el indefenso menor de 2 años pegó con la frente en la superficie lisa y que le provocaron hematomas en la frente y el niño de 2 años utilizaba su única defensa, que era gritar y llorar mientras O’connor Romero reía.

Al final, la encargada le ordenó a la otra hermana bañar bien al menor afectado, así lo hizo, pero observó que su hermanito tenía los moretes en la frente y además varios en todo el cuerpo, horas después el infante afectado empezó con una serie de convulsiones y a ponerse morado, uno de sus hermanos mayores le avisó a Rosa Virginia quien le suministró leche y le avisan al Padre Vicente. Pasó un tiempo prudencial y el niño seguía inconsciente y le avisan otra vez al padre, quien llegó y al observar el estado del menor mando a uno de los hermanos a la pulpería pero se tardó, en eso el sacerdote decidió trasladar al menor al Hospital Mario Catarino Rivas.

El médico de emergencias, consignó en el expediente clínico la gran cantidad de hematomas que presentaba en varias partes del cuerpo del menor, una herida contusa en el área retro articular, equimosis en el pómulo y varias lesiones por picaduras de insectos que le produjeron impégtigo o infecciones cutáneas, pero sobretodo con signos de desnutrición.

Y el galeno de turno le reprochó al sacerdote al decirle que «¿por qué tenía tantos moretes el niño?» y el cura dijo que no sabía.

Como a eso de las 3:00 de la mañana, el menor murió por una hemorragia subaracnoidea provocada por el golpe sufrido horas antes.

Al final, los menores fueron declarados en riesgo social por el Instituto Hondureño de la Niñez y la Familias (Ihnfa).

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