“Únicamente cuando iba pasando por el estrecho hubo la presencia de embarcaciones de Nicaragua y El Salvador, pero no se suscitó ningún incidente como era de esperarlo, puesto que esas aguas son aguas compartidas por los tres países. No hubo ningún tipo de interferencia”, declaró.
“Creemos –agregó- que esto ha sido un hecho bien importante para el país, teníamos muchos años de no salir con embarcaciones de guerra por ese estrecho, es un derecho soberano que asiste a los tres países, nosotros somos respetuosos de la resolución de La Haya y por eso mismo nosotros no nos oponemos a que los otros países hagan uso también de salir por ese estrecho”.
Honduras participó en los ejercicios antiterroristas con dos embarcaciones: la fragata Ulúa, que partió de la base naval de Amapala, y otra que lo hizo desde Puerto Cortés, en el Caribe hondureño.
El pasado 27 de agosto, cuado partía hacia Panamá del puerto de Amapala, la patrullera Ulúa fue interceptada por la naval salvadoreña y obligada a permanecer fondeada por cierto tiempo, aduciendo que no contaba con la autorización para navegar por las aguas del golfo de Fonseca.
El ministro de Defensa de Honduras, Arístides Mejía, restó importancia al incidente y sostuvo que «los jefes militares de El Salvador y Honduras sostuvieron después un diálogo… y ratificaron que no se trató de ningún acto de provocación, sino de una situación normal de dos embarcaciones que se encontraron en alta mar».
No obstante ese diálogo, Proceso Digital conoció en exclusiva que El Salvador emitió posteriormente una comunicación a sus homólogos de Honduras explicándoles el procedimiento que deberán seguir para solicitar el permiso de ingreso de la patrullera “Ulúa” de la naval hondureña al golfo de Fonseca.