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Cuando recorrí los campos de batalla en Las Malvinas tras el ataque argentino

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Miami, (EEUU) – Cuando era director de la Agencia española de noticias EFE en Londres en 1990, el gobierno británico me invitó a visitar las Islas Malvinas con motivo de unas elecciones de la Asamblea Legislativa.

Esa elección no tenía ningún interés periodístico, pero si me interesaba recorrer los campos de batalla de la guerra de 1982 con Argentina y dije que si, a pesar del viaje tan largo para llegar a las Malvinas desde Londres.

Junto a un reducido grupo de periodistas, tomé un avión militar Lockeed Tristar L-1011 de la Royal Air Force (RAF) en la base aérea de Brize Norton, situada a unos 105 kilómetros al noroeste de Londres.

El vuelo duró unas 22 horas, incluyendo una parada para reabastecimiento de combustible en Recife (en el noreste de Brasil.

Malvinas1Cuando uno pisa el aeropuerto de Port Stanley, la capital de las “Falkland Islands”, lo que más llama la atención es lo desolado que se ve aquello. No hay montañas, solo mesetas, mucho frio y viento.

No hay que olvidar que las Malvinas están muy cerca del polo sur y casi en paralelo con el Estrecho de Magallanes, al final del cono sur argentino-chileno.

En todo el archipiélago viven apenas unos 2,500 habitantes y en la capital unos 2,000, todos ellos que se consideran ante todo británicos y solo hablan en inglés. Y, como no, hay también un “pub”.

Malvinas2Argentina, que relama la soberanía de las Malvinas desde el siglo pasado, invadió el archipiélago el 2 de abril de 1982 y sus tropas se rindieron a una fuerza aeronaval británica el 14 de junio.

La presencia argentina en las islas duró apenas 74 días y su derrota precipitó la caída de la dictadura militar en Buenos Aires. Murieron 649 soldados argentinos, de los cuales 237 descansan en el Cementerio Argentino de Darwin, que visité un día de lluvia y viento, como todos los demás del año.

Tras la guerra, Gran Bretaña se empeñó en que Argentina se llevara al continente los restos de sus combatientes, pero los argentinos insistieron que deberían quedarse, “porque no puede repatriarse, lo que ya descansa en su patria”.

Hay 123 tumbas de soldados desconocidos que tienen una lápida de mármol negro que simplemente dice: “Soldado argentino, solo conocido por Dios”.

El día que visité el cementerio, también lo hacían dos oficiales británicos, y oí cuando uno le decía al otro: “What a pity and waist” (“Que lástima y que desperdicio”).

Malvinas3Al cementerio han venido varios grupos de familiares argentinos, con un permiso muy especial, a visitarlo y han dejado notas sentimentales de papel y fotos (cubiertas de plástico), así como flores artificiales.

“Jorgito, no te has ido, sigues en nuestros corazones, tu padre ya está en el cielo y por eso no ha venido a verte”, decía una de las notas.

La mayoría de los argentinos muertos en combate, 323 de ellos, murieron en el mar, cuando un submarino nuclear británico “Conqueror” hundió con un torpedo el crucero argentino “General Belgrano el 2 de mayo de 1982.

Malvinas4En Londres, antes del lanzamiento del torpedo, el alto mando militar británico pidió el consentimiento de la Primera Ministra, Margaret Thatcher, y esta respondió, según un historiador y sin pensarlo mucho”:

“Sink it”, (“Húndalo”).

En Goose Green, nuestros guías nos llevaron a ver el ala de un avión de combate argentino derribado, posiblemente un A-4 Skyhack, uno de los 47 que perdió la Fuerza Aérea Argentina durante la guerra.

La aviación argentina contaba también con aviones de combate israelíes Drager (copia de los franceses Mirage) y los viejos bombarderos británicos Camberas.

 Pero tuvo muchos problemas logísticos ya que al no haber pistas adecuadas en las Malvinas (salvo para los Cambera), tenían que operar desde el continente, con la escasa maniobra que eso significaba, o ser reabastecidos en el aire.

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