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Crudeza de realidad hondureña les hace insistir en el “paraiso gringo”

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Tegucigalpa – Si la ruta migratoria es triste y llena de peligros, el retorno a una casa nada hospitalaria es peor para cientos de migrantes hondureños que son retornados diariamente desde los Estados Unidos, un país al que se han marchado en la búsqueda de oportunidades. Son hombres y mujeres en su mayoría jóvenes que dejan Honduras agobiados por la inequidad y una creciente ola de violencia que les ha robado la paz.
 

Cada hora, nueve hondureños salen sin documentos hacia el norte de América. Desafían la ruta migratoria que se inicia en el occidete de su país, cruzan tierras guatemaltecas, luego se enfrentan a bandas criminales en México, donde además, estructuras migratorias y policiales se coluden con delincuentes. Muchos pagan con sus vidas, otros deben costear con servicios a narcotraficantes, no son menos los que son objeto de la trata humana, hacen servicios sexuales y son vejados en lo más íntimo.

Pese a todo ese calvario, no son pocos los que logran llegar a los Estados Unidos pero una vez allí, deben vivir en el anonimato, escondidos, sin identidad y sorteando día a día sus miedos.

Trabajan pero ese hecho les convierte en perseguidos. No tienen papeles y «la migra» va siempre tras ellos. El gobierno de Barack Obama, registra el mayor número de deportados en la historia de los Estados Unidos pese a su promesa electoral de aprobar una reforma migratoria integral y de mantener un discurso empático con los inmigrantes.

Son muchos los hondureños arrestados y retornados, tal es el caso de Julio Banegas , retornado desde Miami tras años de labor. Pero a diferencia de lo que pasa regularmente, este hombre mostró una fortaleza que le hizo comprender que su sueño está en Honduras, donde ha logrado incertarse y sobrevivir pese a que en este país las muertes violentas cobran al menos 20 vidas cada día y donde el desempleo afecta a por lo menos la mitad de la Población Economicamente Activa.

Aracely Romero del Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR), cuenta que esa institución «está para atender a la población migrante retornada pero como centro de atención no podemos dar respuesta a toda la problemática que plantea la población hondureña» dice. El CAMR es una entidad humanitaria de la Iglesia Católica que ha asumido una función trascendente ante la ausencia de políticas estatales.

Unos 30 mil hondureños han sido deportados vía terrestre en lo que va de este 2013, según reflejan las estadísticas del CAMR en las que también se indica que la suma de deportados vía aérea es de por lo menos 32 mil en lo que va del año.

Aracely Romero es testigo del dramatismo en el que regresan los hondureños tras sufrir la deportación. La mayoría retornan con la autoestima baja, afectados psicológicamente, otros infectados con el VIH/Sida, dijo la servidora humanitaria.

No son pocos los que pese a la tortura de la ruta aún sueñan con el «paraíso gringo» y vuelven a intentarlo. Repiten el viaje, vuelven a cruzar la ruta. Su país no es alternativa. Emprenden el viaje una y otra vez, al final muchos logran quedarse anónimos en los EEUU, otros se instalan en México, no son pocos los que reiteradamente son deportados y nunca faltan los que desisten hasta que encuentran la muerte.

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