Por: Julio Raudales
Tegucigalpa.-Cuenta la mitología griega que Hércules, hijo de Zeus y una mujer mortal, cegado por la rabia que le provocó la diosa Hera, su madrastra, quien colocara con trampas a su hijo Euristeo en el trono de Grecia, mató a su mujer e hijos, con lo cual el Augur del Oráculo de Delfos lo condenó a realizar 12 trabajos si es que deseaba alcanzar los honores de un semidios.
Al final, como lo dicen los expertos, el trabajo redime al ser humano como lo hizo con el gran héroe Heleno. La realización de las faenas encomendadas por el Oráculo, inmortalizó al semidios y libró a los griegos de agobios como el León de Nemea, la Hidra de Lerna y 10 monstruos más que les subyugaban.
Gracias al trabajo, el ser humano transforma la naturaleza. Si se realiza de forma sostenible convierte nuestro planeta en un mejor lugar para vivir. Pero ésta interacción de los humanos entre sí y con el ambiente, no solamente transforma la naturaleza; también transforma al ser humano a sí mismo, acrecienta su inteligencia, perfecciona el espíritu y profundiza la evolución.
En general, la gente aspira a realizar una labor que, además de suplir sus necesidades materiales, le permita realizar sus ambiciones, ser reconocido. Es por eso que el mes de mayo el mundo entero (o casi todo) celebra el trabajo como si fuera el mas grande invento. Es por ello también que la escasez de buenos empleos es la raíz de los más graves problemas sociales de cualquier sociedad.
Honduras ha tenido que lidiar a lo largo de su historia, con graves problemas en el ámbito laboral. La gran mayoría de su PEA no encuentra una ocupación que le haga sentir realizada profesionalmente y además le provea buenos ingresos. De acuerdo a la última encuesta publicada por el INE, de los 3.8 millones de personas que componen el mercado laboral en nuestro país, hay unos 250,000 (7%), que busca trabajo sin poder encontrar.
No es una tasa tan elevada si la comparamos con la de los países desarrollados cuando están en recesión -en España, el desempleo actual es de alrededor del 12%, en Brasil de 14% y en Portugal de 18%-, sin embargo, la falta de un sistema de seguridad social medianamente efectivo convierte a este cuarto de millón de hondureños en una auténtica amenaza social a la que hay que agregar la población inactiva, es decir, a aquellos que no buscan trabajo y que tampoco estudian.
Sin embargo, las mismas autoridades reconocen que el mayor problema en el ámbito del trabajo como factor de la producción, son aquellas personas que al no encontrar la oportunidad de un empleo formal, se dedican a trabajar “en lo que sea” aunque ese “lo que sea” no satisfaga sus aspiraciones personales ni les provea recursos financieros suficientes.
El INE establece el límite de ingresos suficientes en el denóminado salario mínimo, que en el país es de un promedio de 7,000 lempiras por mes. De acuerdo a la institución responsable de las estadísticas, hay aproximadamente un millón doscientas mil personas que viven en esta situación: si trabajan en “lo que sea” por mas de 40 horas a la semana y no ajustan el salario mínimo se les llama subempleados invisibles; si trabajan, pero no lo hacen de forma sistemática, es decir, menos de 40 horas por semana, se les llama subempleados visibles.
Las autoridades gubernamentales, compelidas por la agudeza de este problema, han echado a andar una iniciativa denominada Plan 20/20. Es a mi juicio, una propuesta bastante completa que examina los 6 sectores con mayor potencial para la generación de empleo en el país: Agronegocios, Turismo, Industria Textil, Manufactura Intermedia, servicios empresariales de apoyo y construcción masiva de viviendas.
No es la primera vez que se impulsa algo de este tipo. A finales del siglo XX, la empresa privada y el gobierno en conjunto lanzaron el llamado Programa Nacional de Competitividad que cotenía la mayoría de los sectores descritos en el Plan 20/20. Me parece muy loable que las autoridades y los empresarios retomen estos temas de forma continua, los revisen y los mantengan en agenda. Pero falta algo, lo fundamental.
Se puede tener visión, trabajar con denuedo y hacerlo de manera inteligente. Pero todo ello solo redundará en éxito si se hace en el ámbito institucional adecuado. Sin esto, cualquier esfuerzo a realizar no va a disminuir la pobreza y agudizará la crisis social.
Es alli donde yo siento que estamos desnudos: si las reglas (instituciones) no se respetan; si los empresarios se acostumbran a ver como el gobierno rompe los acuerdos, sean estos legales o de cualquer índole, si los trabajadores observan impávidos que lo único que germina en el país son los “arreglos” sacados de la manga, entonces seguiremos penando. Esa es la Hidra de Lerna o el León de Nemea que debemos vencer para trascender como lo hizo el gran Hércules.