Compartiendo una mirada periodística

Tegucigalpa.- En noviembre del año pasado, el ex fiscal Edmundo Orellana, me invitó a participar en un conversatorio sobre transparencia, rendición de cuentas y ética parlamentaria en el marco de un Diplomado sobre Derecho Parlamentario, Técnicas Legislativas y negociación política, que se daba a los nuevos parlamentarios del Congreso Nacional.
 

El evento fue patrocinado por Ciprodeh y otras instancias internacionales que apoyan el fortalecimiento de los parlamentos y las democracias. Por la coyuntura que se vive en torno a las decisiones que diariamente toman los parlamentarios, comparto ahora con ustedes lo que en ese momento dije a ese grupo de parlamentarios. Es una visión particular que espero se ajuste a sus expectativas. Mi disertación fue la siguiente:
 
“Cuando el ex fiscal del Estado, Edmundo Orellana, me llamó para participar en este panel y compartir algunas de mis experiencias con ustedes, los parlamentarios de mi país, me sorprendí gratamente. Me pregunté a mí misma: ¿Qué les puedo decir yo a los diputados? ¿Qué relatos de mi vida periodística les pueden interesar, si yo registro historias y ustedes toman decisiones?
 
Decisiones que tienen que ver con la vida de las personas, con la economía del país, con políticas públicas de desarrollo, con el fortalecimiento de un Estado o con su hundimiento, en fin, con la gobernabilidad de una Nación, la gobernanza entre los poderes y sus instituciones, y obviamente con la democracia.
 
Cada vez que ustedes elevan su voz, levantan la mano para aprobar o improbar algo, guardan silencio, se abstienen, preguntan, retrasan, se excusan o engavetan una ley, están escribiendo la historia de Honduras y con ello su responsabilidad directa o indirecta dentro de cada capítulo de esa historia. Son ustedes, quizá el eslabón más importante dentro de los ejes que conforman el Estado. La duda que me asalta es ¿si ustedes están conscientes de ello?
Ustedes son la elite de una clase política representada en el parlamento y tienen ante sí desafíos tan descomunales como los problemas del país. Uno de ellos, es devolvernos la confianza, la credibilidad, el respeto por la tolerancia y la ética en la política.
 
Por eso acepté el reto del doctor Orellana, porque más que relatarles mis andanzas periodísticas, me convoca la sed de aprendizaje, conocer cómo este nuevo Parlamento que ahora tiene Honduras—interesantísimo por donde se le quiera ver—se encuentra a sí mismo y apuesta a darnos un mejor país, sorteando las imposiciones, las agendas ocultas y las negociaciones secretas (…) por seguridad, presumo. Me convoca cómo ustedes me pueden incentivar a no perder la esperanza.
 
Como periodista, vengo de una generación privilegiada al tener como maestros plumas con una trayectoria envidiable en el desempeño ético y profesional como Ventura Ramos Alvarado, Guillermo Castellanos Enamorado y Juan Ramón Durán, entre otros. Mi generación se entrecruzó con otras y ello me permitió crecer en esta vaina tan apasionante para mí como es el Periodismo.
 
La generación de periodistas de la cual procedo, vivió el ocaso de la guerra fría y abrazó las esperanzas que encerraban los acuerdos de paz centroamericanos. Pero fue abril de 1988 un año y un mes que marcaron mi vida periodística: estudiando aún en la Escuela de Periodismo de la UNAH, me tocó cubrir—temerosa, como todos los principiantes—dos eventos.
 
El primero fue la expatriación del presunto narcotraficante Ramón Matta y el revuelo que ello generó. Fue el 5 de abril y lo recuerdo como ayer: no sabía quién era el sujeto y todo lo que se movía, pero tuve que aprender, leer, husmear y preguntar. El segundo fue la desaparición forzada del estudiante Roger González, el 19 de abril de 1988. Era entonces la asistente del corresponsal de la agencia internacional de noticias IPS en Honduras, mi maestro Juan Ramón Durán, quien me sometió a unos niveles de exigencia y búsqueda de la calidad periodística que hoy agradezco infinitamente.
 
Y desde entonces, pregunto, pregunto y no me canso de preguntar. La duda es una máxima en el periodismo, así como las relaciones cordiales, pero distantes con el poder.
 
Esa transición entre el ocaso de la guerra fría y la instalación formal de la democracia con la vuelta de los gobiernos civiles, la he visto, vivido y cubierto de diversas formas. Ahora, percibo involuciones terribles que me duelen como periodista y como ciudadana.
 
Hoy que me invitan a abordar el tema de la transparencia, la rendición de cuentas y la ética en la política, muchas cosas vienen a mi mente sobre todos y cada uno de estos procesos. El laureado y recordado Gabriel García Márquez, periodista, escritor y premio nobel de literatura, era del criterio que en el periodismo, la ética es como el zumbido y el moscardón, indisolubles y complementarios.
 
En el periodismo, la ética y la técnica van de la mano. Un periodismo que practica ambas cosas es un periodismo profesional y un periodismo profesional enaltece a un país.
Formada con las exigencias que demanda el trabajo de las agencias noticiosas internacionales de prensa y el rigor de maestros que me enseñaron que el Periodismo es el mejor oficio del mundo, llegué a las salas de redacción de nuestros medios de prensa nacional y tuve mis tropiezos con esa frase tan pegajosa, tan de moda y tan bonita hoy en día como es la transparencia. No digamos la rendición de cuentas.
 
Abrir los espacios públicos al debate de las ideas, a las historias de la gente común sin dejar de lado el discurso oficial, pero evitando caer en los halagos, la lisonja y las trampas que impone la narrativa oficial, me valió una expulsión del sistema mediático por presiones del poder político de ese entonces, “sensible” por el tipo de periodismo que se estaba realizando. Hasta “terrorista de Estado” me dijeron un día en un editorial.
 
Por más de una década no fui para la prensa local hondureña una “periodista apta” para retornar a los medios, hasta que me llamó Don Rafael Ferrari, por recomendación del periodista Renato Álvarez, para montar una unidad investigativa en el noticiero TN5. Se llama Los Reporteros de Telenoticias. ¿Y qué creen? Ya nos citó la Fiscalía para que los periodistas cometiéramos otra de las máximas prohibidas: revelar nuestras fuentes informativas.
 
Desde Los Reporteros, se intenta plasmar retazos de la historia y momentos que vive el país, aunque las fuentes—muchas de ellas políticos en el poder—se escurren para cumplir su función pública de rendir cuentas, pero aman la transparencia. No son momentos fáciles los que vive el país, pero el periodismo en Honduras no puede renunciar a su labor esencial: preguntar, husmear y cuestionar.
 
Por eso, a ustedes, representantes del pueblo en el Parlamento, con respeto les exhorto a revisar la Ley de Secretos y agregar controles de mayor transparencia al tasón de seguridad, no se puede en nombre de la seguridad, limitar o acallar la libertad de expresión y el derecho a la información. Como dije al inicio, cada párpado que ustedes abren o cierran, cada seña que hacen o dejan de hacer, es un registro en la historia de lo bueno o malo de este país. Aquí no hay espacios para las medias tintas.
 
Como periodista, soy consciente que existen aspectos de Seguridad Nacional que no deben ser de público conocimiento, pero ello es la excepción, no la norma. No se puede, de un lado, hablar de transparencia y rendición de cuentas, mientras de otro se fomenta la opacidad. Las democracias se construyen con más democracia y con más calidad en la democracia. Las democracias no se construyen con parches mal remendados, se construyen con voluntad política real de cambios, diálogo y consensos.
 
Devolver la ética en la política pasa precisamente porque ustedes, los honorables padres de la patria, nos devuelvan la confianza y la credibilidad en Ustedes y en este país. En las calles, la gente está inconforme, en las calles, la gente casi no cree en nadie, en las calles, la gente está perdiendo la tolerancia y la tolerancia es uno de los valores democráticos en los cuales descansa la democracia.
 
Dicen que las verdades en el periodismo deben ser humildes, y yo agradezco el día de hoy, la tolerancia de escucharme. Muchas gracias”.
Esa fue mi intervención en noviembre de 2014. No sé pero creo que hoy ante la coyuntura por el debate sobre la policía militar, la mirada periodística sigue siendo válida.
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