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Cómo aumentar las áreas verdes y los espacios públicos urbanos

José S. Azcona

La expansión y densificación de las ciudades se espera continuará las próximas décadas.  Aunque el crecimiento demográfico natural está bajando (1.7% en el 2019), todavía tenemos una migración interna de rural a urbana sustancial pendiente. Esta se proyecta en base a que la tasa de urbanización actual es de un 54% (fuente: INE) y la media latinoamericana de un 80%, la que iremos alcanzando a un paso moderado. 

Un segundo componente es la mayor expectativa de privacidad y desarrollo de la infraestructura de vivienda urbana. No solo tendremos más viviendas producto de tener más habitantes, sino que la cantidad de habitantes por vivienda va en disminución. Para el 2017 (última Encuesta de Vivienda INE disponible) teníamos 4.3 habitantes por vivienda, con una tendencia a la baja. Por tanto, la densidad de viviendas urbanas aumentará las próximas décadas más allá del efecto esperado de la población.

Esto hace urgente y necesario tener en cuenta el cuidar y expandir el acceso a espacios públicos (incluyendo los verdes), ya que una mayor densidad de construcción por su naturaleza tiende a reducirlos justo cuando la necesidad de los mismos va en aumento. La solución es cuidar que el progreso sea responsable y amigable a las personas. Exigir acción de las autoridades es importante, pero solo parte de la solución.

Una deficiencia básica es la de áreas públicas en desarrollos particulares. Esto comprende tanto las que son accesibles a todas las personas (aplica en desarrollos de oficinas o comerciales) y las que son accesibles a la comunidad de residentes (en vivienda). Esto incluye las denominadas áreas verdes en las zonas residenciales, pero incluye además todos los espacios que no sean de uso privado original en cualquier edificación. 

Las áreas públicas representan el espacio donde se vive en una comunidad urbana. Al momento de diseñar es importante considerar que es de mucho interés para las personas contar con estos espacios. Para las ubicaciones comerciales, la sostenibilidad y plusvalía son derivadas en buena medida de la construcción de una cultura social urbana que depende de estos espacios. En un desarrollo residencial, los parques y otras áreas de uso común (en este caso limitado a los residentes) es muy valioso también para crear el bienestar que garantiza que esta comunidad sea atractiva a largo plazo.

Es importante en ambos casos optimizar ese acceso público al optar por dejar abiertas todas las áreas que la seguridad o la prudencia permitan. Se debe evitar que los propietarios inmediatos se apropien de ellas o que sean enajenadas o parceladas de cualquier forma. Esa responsabilidad es también de los distintos propietarios de viviendas o espacios para cuidar que no se pierdan.

Además de que los espacios existan, es importante desarrollarlos para que se puedan aprovechar a cabalidad. Los espacios vacíos o descuidados y sucios, no son lo que promueve la convivencia. La vegetación debe ser lo más abundante posible (adaptada al uso razonable del agua, la cual también se puede reutilizar), y deben estar equipados para promover la convivencia y uso. Es importante dejar prevista la forma de mantenerlos a largo plazo, ya que de poco sirve un área bien acondicionada que se deteriorará con el tiempo.

Por último, los privados también pueden contribuir con una ciudad más verde. Todo tipo de vegetación (plantas, arbustos, paredes verdes) son importantes en un entorno donde son escasos. Es importante ir diseñando el uso de vegetación adecuada (por ejemplo, el engramado tradicional no es muy apto para nuestra situación de agua), y compartiendo experiencias de uso para crear ambientes más agradables. Trabajar en tener buenos espacios comunitarios es tarea de los entes públicos, de los desarrolladores privados y de los propietarios u ocupantes de los inmuebles. Tener en cuenta estos criterios nos puede ayudar a construir ciudades más amigables para las personas y promotoras del bienestar.

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